(A propósito de un escrito que circula por la Universidad de Los Andes)

Solo alguna gente parece tener derechos humanos

Se me habla de paz, de la confrontación sana de las ideas y a no traspasar
cierta frontera invisible, a fin de no lesionar injusta y violentamente a
nuestros semejantes y a sus familiares. Eso, moral e intelectualmente, es
correcto, siempre que quién lo diga lo haya practicado continua,
permanente, coherente, inflexible e invariablemente en el tiempo.

El 11 de abril de 2002, escribí, por este mismo medio, un artículo de unas
25 líneas, titulado "El derrocamiento de un gobierno legítimo". El día 12,
en la vorágine demencial del Golpe de Estado, instigado y sostenido por
los medios de comunicación social, así como por un grupo de venezolanos
que veía con placer morboso el aniquilamiento de las instituciones
democráticas, encontré en mi correo los insultos más atroces, despiadados
y brutales, provenientes de algunos de esos mismos profesores que tienen
hoy acceso a este foro electrónico restringido (foroprofesoral@ula.ve). A
pesar que denuncié esta situación, hubo entonces el silencio más absoluto.
Parece ser que solo alguna gente tiene derechos humanos en Venezuela.

Cuando, nuevamente, seducidos y ensoberbecidos por una dirigencia oscura e
irracional, se lanzó la oposición con un paro general indefinido, de corte
claramente insurreccional, aderezado con la paralización de Petróleos de
Venezuela, con el fin único de derrocar al gobierno (así se destruyera la
nación) nuevamente buena parte de ese mismo grupo de profesores avaló
tácita o explícitamente, con su silencio, con su sorda hostilidad que se
colaba entre las palabras frías y pretendidamente académicas, un nuevo
golpe de estado.

Por tener una calcomanía en mi carro, en la cual defendía la nueva Ley de
Tierras, recibí improperios de gente enloquecida en la calle. Cada vez que
explotaba una bomba (Embajadas de Argelia, España y Colombia), o cuando el
6 de diciembre el demente aquel asesinó gente en la Plaza Altamira, o eran
ultimados tres soldados y su novia en ese antro de corrupción y violación
de la ley, nuevamente, turbas cada vez más famélicas y deprimentes me
llamaban asesino y criminal. Al igual que me llamaron "talibán tropical"
cuando se falseó la verdad de lo que había ocurrido en Puente Llaguno
aquel fatídico 11 de abril ¿Dónde estaban los defensores de los Derechos
Humanos de esta ilustrísima Universidad que no suscribieron un manifiesto
y trataron de poner coto al desquiciamiento de una comunidad engañada y
manipulada? ¿Dónde estaban los defensores de la libertad cada vez que se
asesinaba a campesinos -van al menos setenta- por parte de sicarios
contratados por terratenientes, por la aplicación de la Ley de Tierras; o
el niño que murió en el Páramo durante el paro petrolero porque no hubo
gasolina para que llegara ayuda a tiempo, o aquel que perdió una mano,
sufrió graves quemaduras y perdió su único modo de vida, cuando su camión
volcó por obstáculos y clavos colocados en la vía; o esa familia completa
del Sur del Lago que desapareció horriblemente quemada al explotarle un
bidón de gasolina que guardaba en su casa...? Si quieren, pueden ver para
otro lado y poner en duda mis afirmaciones. Será suficiente una pequeña
investigación de los intelectualmente honrados, para que corroboraran la
justeza de mis palabras. Pues, solo alguna gente parece tener derechos
humanos en Venezuela...

Desprecio fue lo que recibí cuando nos negamos a parar las clases en la
Universidad. Maldiciones y abominaciones cuando fuimos a los Liceos a dar
clases y defender los derechos humanos de todos los niños y jóvenes de
este país. Presiones a nuestros hijos en las escuelas, porque sus padres
iban y permanecían horas y horas intentando reabrir los colegios.
Llamadas, pinchadas de cauchos, amenazas, miradas de odio, dedos medios
alzados en un semáforo. Canalladas, el mote de hordas terroristas y
asesinas, cuando tomamos Yagua, la planta de llenado de El Vigía, y
garantizamos un mínimo de combustible para todos los habitantes de la
ciudad de Mérida. Trabajamos literalmente día y noche, sábados y domingos,
en la Plaza Bolívar, en las estaciones de gasolina, en el Diario Despertar
Universitario (que sin recursos, maquinaria y personal, pudo sobrevivir
tres meses, llevándole a la gente esperanza, claridad conceptual e
información alternativa) Sospechosamente ausentes en los momentos de
definición y claridad personal, ahora nos hablan, en abstracto, sin un
análisis adecuado de la realidad objetiva, de derechos, de paz y no a la
violencia, a través de un comunicado lastimoso, lacrimoso y
falso...!Necesitábamos ayuda, carajo, en ese momento, cuando se nos moría
el enfermo, no estelas perfumadas, ahora, que lo hemos salvado a punta de
amor, desvelos, casi sin medicinas ni instrumentos, librando una batalla
con las manos desnudas...!

Que se me muestren las cartas, manifiestos, avisos, noticias, grabaciones
o grafitis de cada uno de esos mismos profesores cuando defendieron, con
sus escritos, ideas o presencia física, el derecho humano a la educación,
a la salud, a los alimentos, a la paz de los habitantes de la república.
Que se me muestre como cada uno condenó de la manera más enfática el
asesinato de esas decenas de pobres silenciosos, casi todos dirigentes
campesinos chavistas, a lo largo de estos años, a manos de ganaderos y sus
secuaces políticos. O cuando se arrepintieron, o al menos pusieron en
duda, la noticia que nos hacía responsables de las bombas, los asesinatos
de Gouveia o del General que apodan "El Cuervo", encargado de la seguridad
en la Plaza Altamira. O solidaridad cuando no podíamos circular por
McDonalds, so pena de ser apedreados, y nos sometían al escarnio público
con su silencio o sus acciones ¿Alguien de esa oposición profesoral,
públicamente, ha tenido el valor necesario para decir: disculpen,
estábamos equivocados. No nos sigue gustando Chávez, pero lo reconocemos
como el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, al igual que
reconocemos, acatamos y defendemos la Constitución que el pueblo
soberanamente se dio?

He notado, y este comunicado que circula por foroprofesoral intentando
defender al Vicerrector Administrativo(*) (que como todo aquel que se
inmiscuye en la política debe saber que está sujeto a lo humano, a la
incomprensión, al ataque, a la crítica, a la maledicencia, porque está
jugando nada más y nada menos que con El Poder -así, con mayúsculas-, eso
que atrae y repele a la vez) me lo sigue confirmando: que existe una
enorme dosis de hipocresía, fariseismo e ignorancia acerca de lo que ha
ocurrido, está ocurriendo y ocurrirá en Venezuela.

El Movimiento Bolivariano no nació en las elecciones del 98, ni en la
insurrección militar de Chávez contra el actual líder de la oposición,
Carlos Andrés Pérez. No. Este movimiento tiene al menos veinte años, y ha
ido captando gente a través del tiempo, formando y educando a las
comunidades en los barrios y en la clase media, a través de un trabajo
silencioso (de hormiguita), metódico, donde el estudio, la reflexión, y el
claro objetivo de la toma del poder político y económico, para realizar
las transformaciones que impostergablemente necesitaba la sociedad
venezolana, fueron siempre el norte. Mientras algunos se iban de beca, o
de año sabático, o a la playa los fines de semana, nosotros lo ocupábamos
en el trabajo vecinal, en actividades de solidaridad, de organización.
Lógicamente, estamos recogiendo ahora los frutos de tanto esfuerzo
mancomunado. Por eso quizás a algunos les extrañe, sorprenda y aterre,
luego de haber divisado tardíamente la punta del iceberg, que aquel enorme
navío de la Venezuela Saudita ha colisionado, y que sólo faltan algunos
instantes para enviarlo definitivamente al fondo de los mares, donde debe
reposar para siempre.

El país precisa de una oposición leal con el país, reposada, inteligente y
preparada. No tenemos toda la razón, ni mucho menos. Nuestra fortaleza
actual se debe, en parte, a la irracionalidad de los dirigentes
opositores, a lo podrido de su intelecto, a su desprestigio creciente, a
su asociación con la corrupción pasada y a su falta de escrúpulos. Que
alguien, por favor, me diga sin ambigüedades, sin palabras falsas, sin
adjetivos rebuscados e intelectualmente vacuos, que gustan arrechamente de
tal o cual prócer opositor, que admiran su liderazgo, inteligencia,
astucia, comunión con el pueblo y verticalidad personal. Dios quiera,
¿porqué no? que algunos de ustedes, los profesores que no comulgan con el
bolivarianismo, pudieran liderar y crear un movimiento -no de fines de
semana o cuando tengan tiempo libre, eso es inútil- que sea alternativo al
nuestro, coherentemente diagramado, consistente en sus planteamientos
ideológicos y doctrinarios. Eso le haría mucho bien a nuestra patria y a
nuestra Universidad, se los aseguro sin pasión.

Finalmente, queridos colegas y amigos universitarios, como otras veces lo
he dicho: léanse, con minuciosidad y humildad, las grandes enseñanzas de
Sun Tzu (El arte de la guerra), Nicolás Maquiavelo (El Príncipe) o Lidell
Hart (La estrategia de la aproximación indirecta) para que entiendan, con
calma, sin apremios, con rigurosidad científica, y por encima de todo: sin
ingenuidades, como se gana, se pierde y se conserva el poder, sea
político, económico o social. Y por favor, no me llamen maquiavélico por
decir esto, porque esto demostraría que no entienden mayor cosa acerca de
la sicología humana y la dinámica de las masas.


(*) Connotado antichavista, líder de la "Gente de la ULA". En pleno
petro-golpe intentó levantar en los predios del Edificio Administrativo de
la Universidad de Los Andes la "Plaza Azul de la Libertad"


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Juan Carlos Villegas Febres


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