Siempre me ha impresionado, pasados 75 años de aquellos hechos, que los combatientes en el espantoso sitio de Stalingrado (URSS), pierdan la voz recordando el helado infierno que les tocó vivir. Dos millones de soldados se enfrentaron en una ciudad en ruinas, llena de gente hambrienta y aterrada, en medio del peor invierno ruso en siglos. Ese fue el punto de inflexión de la Segunda Guerra Mundial, donde encontraron la muerte un millón de seres humanos, y donde desapareció el sexto ejército alemán.
Ciertamente triunfaron los soviéticos, pero el costo de vidas y sufrimientos, llegó a los niveles más altos y más terribles que se tengan noticias en siglos de luchas, matanzas y degüellos. Fue clave la granítica inflexibilidad y el talento desplegado por Zhúkov; pero fue la audacia, la valentía y la dureza de las pequeñas unidades militares, las cuales lograron revertir, a un costo inenarrablemente alto de sufrimiento, sangre y destrucción, el curso de la guerra en el frente oriental.
Pero sin armas, con las manos desnudas, cualquier asomo de resistencia era absolutamente inútil. Si las tácticas de los oficiales eran equivocadas (y durante mucho tiempo, por la sistemática eliminación de los mejores generales por Stalin, de pronto solo habían jóvenes inexpertos incapaces de maniobrar grandes unidades militares, colocando al país al borde mismo del abismo) los soldados mejor experimentados asumieron ellos mismos, a riesgo inclusive de ser procesados por desacato y traición; las heroicas y desesperadas acciones que en el combate callejero y multitudinario decidió el curso de la guerra y de la historia.
Nicolás: estamos luchando sin armas, bajo el mandato de algunos altos y medios oficiales sin preparación para enfrentar un enemigo inmenso, donde se le ha dado el control de aparatos claves a gente inexperta (no solamente debido a su edad, lo cual en sí mismo no es censurable, sino porque su "experiencia" se reduce a sacarse selfies en concentraciones del partido y en asistir a inútiles marchas y concentraciones que no movilizan al pueblo, si no solo a la militancia). Y las armas que estoy hablando, no se refieren únicamente a leyes, reglamentos, estatutos, y todas las demás intangibilidades del Estado; si no a las armas físicas, su naturaleza, su manejo, el combate personal, y todo un largo etcétera que cabría mencionar debe tener un combatiente básico. Dejé de ir a la milicia porque no creo se forme el carácter y la preparación adecuadas, a través de láminas proyectadas de un videobeam. Con el mayor respeto te lo digo: siento te están engañando; o al menos no te cuentan toda la verdad de las cosas.
Todo no puede pretender resolverlo el Estado, o el partido. Nos cansamos de esperar unos fulanos "lineamientos de Caracas", que nunca llegan. Y si lo hacen, son imprácticos, improcedentes, conceptualmente equivocados, inviables políticamente, o sencillamente se tornaron caducos, dada la vorágine de hechos que nos arropa segundo a segundo. Nos toca resolver como en Stalingrado mi querido y respetado Presidente. Cerebro, conocimientos, amor a la Patria, no es solo potestativo de la alta dirigencia de nuestro país. En el fondo, mucha de nuestra gente, considera mejor que todo venga precocido y preempacado desde Caracas, o desde el partido, para así librarse de su responsabilidad personal en la defensa de esta tierra. Eso no es con nosotros Nicolás. Esas no fueron las enseñanzas del Comandante Chávez.
Estamos aquí, y seguiremos aquí. Pero el pueblo tiene un límite, y fuera de ese límite éste se torna terrible e inabarcable.