La realidad del mundo, en pleno siglo XXI, es una repetición altamente
tecnificada de la realidad del siglo XX. Sigue vigente la relación de
dominio que ejercen los gobiernos de los países del primer mundo (norte),
sobre los países en desarrollo (sur). Aunque cuesta decirlo, y mucho más
creerlo, el mundo de hoy es más desigual que el de hace 50 años. A veces, y
con mucha facilidad, nos olvidamos de los hechos más trascendentes para
saber que el mundo es el infierno. La cotidianidad nos arropa de tal manera
que nos hace sumiso de la costumbre. La rutina nos ancla en los límites de
lo posible y nos confunde al creer que los avances de la tecnología han
superado las desigualdades e injusticias. Los poderosos de hoy son más
crueles e inhumanos que los de antes.
La globalización, método de articulación del neoliberalismo como sistema
capitalista de producción no tiene por meta generar riqueza para satisfacer
los necesidades del pueblo. No, su objeto es la acumulación constante de los
beneficios, para proseguir con la expansión infinita del capital. No hay
signos de amor hacia el prójimo, ni lucha por alcanzar el bien común. Vale
solo lo pragmático del valor del dinero. Hecho que categoriza el ³status
social² de quien posee el usufructo del bien material.
Por lo tanto, no es la cultura de la indolencia, ni los desastres naturales,
ni los malos gobiernos del tercer mundo las causas del empobrecimiento de
los países subdesarrollados. Estas variables influyen. Pero la razón
fundamental es que el Nuevo Orden Mundial (NOI), diseñado bajo la ideología
del neoliberalismo, se hizo para beneficiar a los poderosos. El capitalismo
global se basa en la búsqueda sin límites de la acumulación y del beneficio,
por parte de los sectores privilegiados de las oligarquías financieras
corporativas, las empresas transnacionales y el complejo industrial militar.
Todos los esfuerzos consagrados por la ONU para establecer nuevas relaciones
económicas internacionales equitativas fracasaron. Los EE.UU., se impusieron
en el mundo como superpotencia única con su proyecto de dominación a escala
planetaria. Ahora, sometido Irak, amenazado Irán, puesta en la mira
Venezuela y usurpado el derecho internacional, el imperio perpetúa su
hegemonía para afianzar la globalización mundial. Medio siglo atrás se dijo
que un día no habría abismo entre países desarrollados y subdesarrollados.
Se aseguró que el mercado sin regulación, la privatización máxima y la
retirada del Estado de la actividad económica, eran los principios para
alcanzar el desarrollo económico y la prosperidad social.
Sin embargo, a pesar de la receta, existiendo potencialidades científicas
tan avanzadas, así como la capacidad de generación de riqueza tan
extraordinaria, nunca la brecha de la desigualdad fue tan grande como ahora.
El NOI funciona para el 20% de la población, pero excluye al 80% restante.
Durante los últimos años ha aumento la polarización social a nivel mundial.
Por ejemplo, la riqueza de los 475 billonarios del mundo equivale al ingreso
del 60% de la población mundial, cifra que alcanza los 3 mil millones de
personas. Sólo los billonarios de EE.UU., aumentaron de 13 en 1982, a 149 en
1996. La riqueza de los 400 estadounidenses más ricos, según la revista
Forbes, aumentó un promedio de US$ 940 millones cada año entre 1997 y 2000.
Una sola persona, Bill Gates, acumula tanto dinero como 120 millones de
norteamericanos. El valor neto de las 400 compañías nombradas por Forbes
como las más ricas fue de US$ 1 trillón en el año 2000. Esto representa un
aumento de US$738 billones en un año. Las 3 personas más ricas del mundo
poseen bienes superiores al PIB de los 48 países menos desarrollados. La
riqueza de los 84 individuos más ricos excede el PIB de la China, cuya
población es de 1.200 millones.
Por su parte, en el mundo sur, de sus 4.400 millones de habitantes el 60%
carece de higiene pública, el 33% no goza de agua potable y un 25% no tiene
vivienda adecuada. Más de 100 países tienen un ingreso por habitante
inferior al de hace quince años. 1.300 millones subsisten con 1 dólar al
día. 1.600 millones viven peor que en los años 80. Más de 820 millones están
desnutridos. Se estima que 507 millones no sobrevivirán los 40 años de edad.
Dos de cada cinco niños padecen de retraso. Uno de cada tres sufre de bajo
peso. 30 mil mueren cada día. 2 millones de niñas son forzadas a ejercer la
prostitución. 130 millones no tienen acceso a la educación. 250 millones
menores de 15 años están obligados a trabajar para sobrevivir.
Esta es la expresión de la globalización capitalista mundial. Esta es la
realidad de la relación Norte-Sur. Esta es la razón fundamental de la
pobreza y las calamidades que sufre el Tercer Mundo. Esta es la causa que
engendra la marginalidad. Estas son las cifras de la injusticia social. Esta
verdad, aunque les duela a los neoliberales, no es la visión de los
revolucionarios, ni de los rebeldes que confrontan al Imperio. Son las
cifras de los mismos investigadores del mundo norte.
izarraw@cantv.net
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