Batalla de Margarita (tríptico)

Déjeme decirle que recogerán primero las cenizas de todos los margariteños antes que uno solo de ellos preste en adelante un servicio a vuestro rey.

Carta de Francisco Esteban Gómez al General Morillo


PRIMERA SOLAPA

La hora de liberación de Nueva Esparta, y, en especial la isla de Margarita la tuvo que protagonizar en los dos años más desamparados que presentó la actividad de los republicanos en tierra firme, cuando perdida la Segunda República (Urica, diciembre de 1814), los guerreros insulares debieron hacer frente a la inclemencia canalla que venía tras la máscara pacificadora del poderoso enemigo recién llegado, el general Pablo Morillo y el ejército expedicionario que se acantonaría en la isla por los años de 1815 a 1817. De no haber sido por la macabra actuación del "Pacificador" como se hacía denominar el general en jefe, quizás habría logrado de la menguada de la lucha el vuelco total en contra de la misma emancipación. El propio Bolívar lo reseñará en su Carta de Jamaica. Los españoles nunca apreciaron su momento. La felonía la prefirieron a cualquier ritmo que insinuara comprensión de lo que ocurría. Mejor así aunque difícil aceptarlo, la historia necesitará los hechos de ese modo. La perfidia realista será la antorcha de la dignidad para la resistencia. Y más adelante, el peldaño necesario que estimulará a la conciencia independiente desafiar los duros días que aún restaban para coronar el éxito deseado.

Para llegar a Matasiete es necesario este brevísimo preámbulo. A finales de 1814, los republicanos están derrotados, extenuados. Desean la paz. La paz, el engaño de Morillo, la paz de los muertos. Nunca antes se había presentado algo tan elocuentemente superior en los suelos iberoamericanos. La flota consistía de 64 barcos, con un ejército a bordo de 20.000 hombres, 15 mil de los cuales expedicionarios entre infantería y caballería. Y de éstos, la mitad expertos en las guerras napoleónicas. Y semejante flota tenía por "campamento base" a la hermosísima Margarita de donde partirían a cumplir sus campañas de disuasión o dominación adonde viesen imprescindible la emergencia.

Ocurrió entonces que el llamado a la entrega de armas (marzo de 1815), con garantías de respeto absoluto a los guerreros, fue acogido por los lugareños como respiro resignado. No conocían las malévolas intenciones. Pues no habían pasado 15 días, luego que los insulares habían abrazado el señuelo, se desató una feroz persecución que no perdonará familias enteras. Uno de los mártires será el propio ex gobernador republicano, Francisco Bolívar Aristiguieta, primo del Libertador. Aquel abril de 1815 será también un mes de la dignidad, del silente sacrificio, la cuña de la palanca heroica de los independientes.

Pues resultó aún sin haber pasado dos meses de la supuesta "paz mortuoria", el 24 de mayo de 1815 y sin mucho aspaviento, unos marinos margariteños han hecho estallar nada menos que al buque insignia de la expedición española, el enorme bergantín "San Pedro Alcántara" en la bahía de Pampatar. Dicen que fue un célebre y corpulento marino llamado Francisco Adrián con unos cuantos compañeros. El hecho, previsto entre las guerrillas patriotas, declaraba sin palabras, el reinicio de la guerra. No se lo creyeron los hispanos, nunca pudieron atrapar a los "facinerosos" como los tildaban los godos a los luchadores patriotas.

Las escaramuzas prosiguieron sin tregua, muchas veces sólo con armas blancas. Morillo enviará tropa a Cartagena a sitiar la fuerte resistencia de los republicanos, y en general adonde fuese necesario por el gran Caribe. Los republicanos en alguna medida se hicieron de cierto control del norte de la isla, y mantenían a raya a los peninsulares en los dos portachuelos (La Asunción-Tacarigua y San Juan-El Maco), suerte de desfiladeros de difícil acceso, única comunicación por tierra al norte isleño. El 15 de noviembre de 1815 el comandante patriota, general Juan Bautista Arismendi presentó una férrea resistencia con 50 hombres al gobernador español Urristieta en Juangriego; obviamente tuvieron que retirarse por varios puntos, no así la adolescente esposa de Arismendi, Luisa Cáceres, la que tomaron de rehén. El hecho provocó una airada respuesta que fue aumentando desde San Juan, Pedregales, El Norte, Santa Ana, hasta rodear al castillo de Santa Rosa donde estaba cautiva la joven en estado de gravidez. La intrepidez de ambos consortes provocó en el enemigo la saña de llevarse a la joven hacia Pampatar, luego que falleciera su pequeño recién nacido de los abusos a la madre. Fue condenada a esclava de por vida, barriendo las calles de Cádiz. Allí permanecería de no ser liberada por liberales españoles que estaban también en contra de la corona, los que le otorgaron papeles falsos, y vía las Antillas inglesas, atracará en 1818 en Juangriego.

Pero prosigamos. 1816 se fortalece con una victoria inesperada de Bolívar (venía procedente de Haití), al abordar otro bergantín, "El Intrépido" y su goleta nodriza "La Clarita" (algunos equivocadamente le atribuyen el nombre de "Sarita") el 3 de mayo al frente del archipiélago Los Frailes. Así sería la imagen del Libertador que los más altos comandantes enemigos prefirieron suicidarse a entregarse a sus vencedores. El 8 de mayo en la iglesia de Santa Ana se le otorgaron los poderes otorgados en Jacmel. Margarita se proveyó de armamento, y el Libertador proseguirá su labor en Carúpano y Ocumare.

Llegamos a 1817 y Morillo decide hacerse del completo de la isla, pero sobre todo el portachuelo. El 30 de julio decide atacar a los bastiones patriotas por varios flancos, mientras envía 3000 hombres hacerse del impertinente paso de La Asunción a Tacarigua. Las naves bombardean entretanto a Juangriego, Manzanillo, Paraguachí y Constanza. Los republicanos para entonces ya habían construido fosos, almenas, un reducto (trinchera) y en pleno desfiladero, una pequeña fortificación de artillería, La Libertad –hoy en total estado de abandono-. Además poseían otra batería (La Caranta) que condujeron para el frenar el propósito del enemigo. El día 31 de julio a las 8:30 de la mañana se dio el encuentro.

El acceso, estaba impedido además de los infinitos obstáculos naturales espinosos. Morillo cubría sus espaldas con el cerro Matasiete esperando un ataque frontal que nunca le brindarán los hombres mandados por Francisco Esteban Gómez. Sus tropas ocupan el cocal que esta en las faldas del cerro y del río. Las tropas patriotas entorpecían la marcha de los realistas. Las tropas enemigas estaban mandadas por Aldama (el que había destruido la Casa Fuerte dos meses atrás) y de Canterac (finalmente derrotado por Bolívar y Sucre en Junín y Ayacucho 7 años después) cuentan con 2000 infantes y 600 caballos. El combate fue recio en todos los frentes. El propio Gómez estuvo a punto de ser eliminado ese día. Cuando empieza a caer la tarde Morillo ha avanzado buen trecho, cree en el triunfo; pero en el portachuelo es rechazado su paso por el fuego incesante de la Libertad dirigido acertadamente por su comandante Felipe Villalba. A las 4 Morillo tuvo que disponer su retirada hacia Pampatar, "tan desastrosa como el combate del día; pues caída la noche, y sin baqueano del terreno erraron al camino de Pampatar, siguiendo el que los conducía la playa de Guacuco, encontrando que la laguna de Gasparico les cerraba el paso a Pampatar, teniendo que retroceder hasta el Apostadero donde fueron alcanzados por la caballería patriota", un desastre para la tropa realista. La muy valiente jornada la decidieron 300 hombres de infantería, alguna caballería y las baterías de la Caranta y la Libertad que le restregaron a los 3000 veteranos del General Morillo 900 hombres menos. En la acción las mujeres cumplieron el papel de hospital arengando a sus soldados, cuyos gritos eran escuchados en el campo enemigo.

Muy molesto el pacificador por la vergonzosa derrota, decide acabar con los asientos que apoyaban descaradamente a los rebeldes. El día 3 de agosto le pega fuego al caserío de Los Robles, y, vía Porlamar se dirigió a san juan, continuó hacia el maco, donde es sorprendido por el coronel Fermín. Un torrencial aguacero impide la continuación del combate, es el 6 de agosto. Morillo retrocede. Al día siguiente pretendía tomar El Maco, para caer sobre el Portachuelo del Norte; no traspasa ni siquiera el Portachuelo San Juan- El Maco. Repliega a su izquierda para entrar a Juangriego por Pedregales. Las tropas margariteñas le salen a su encuentro y tras encarnizada lucha se refugian en el Fortín donde resisten. Aquí actualizaran la acción de las Termopilas, pues nadie quiso sobrevivir a la derrota. El indio Francisco Adrián que había quedado solo en Pedregales, se lanza al mar desde la Puntilla y a nado atraviesa la bahía burlando la cuadrilla española que bloqueaba el puerto, para ir a compartir la mortal suerte que esperaba a sus compañeros de armas.
"El 8 de agosto de 1817, apenas 200 patriotas mandados por el Coronel Fermín le opusieron heroica y tenaz resistencia a las huestes españolas, especialmente en el Fuerte de Juangriego, donde en la desesperación de la defensa no solo se emplearon armas de fuego, si no hasta enormes piedras. En medio de la reñida acción, inexplicablemente, se incendió el parque lo que produjo una gran explosión. Los que no perecieron en la explosión del Fuerte, fueron rodeados y degollados en la laguna que se encuentra al pie del Fortín cuyas aguas se tiñeron de rojo y desde entonces recibió el nombre de Laguna de Los Mártires. Juangriego, Pedregales, San Juan, Fuentidueño, fueron saqueados e incendiados. Sin embargo, al tiempo que Morillo destruía Juangriego, "Francisco Campo derrotaba a doscientos hombres que Morillo había hecho desembarcar en el Puerto del Tirano, para que obrasen sobre Paraguachi, obstaculizando así todo auxilio a Juangriego." Morillo permanecerá en este puerto hasta el 10, cuando partió para Pampatar. Allí recibirá noticias del General Latorre informándole desde Grenada, que se había visto obligado a abandonar a Angostura y sus fortalezas –derrotado por Piar y Sedeño en San Félix. La "ocurrencia" según la denominación de Morillo, lo obligó abandonar la isla el 17 de Agosto de 1817, a las 9 de la mañana. Desde esta fecha queda Margarita totalmente libre de toda extraña dominación. Las tropas realistas jamás volvieron a poner su planta en ella."



Bibliografía: http://arismendi-nuevaesparta.gob.ve/portal-alcaldias/historia2.html?id=547



Carracciolo Parra Pérez: 1958. Mariño y las guerras civiles. Edic. Cultura Hispánica. Tomo 1.

Vicente Lecuna: 1983. Crónica razonada de las guerras de Bolívar. Fund. Vicente Lecuna, 2da edición. Tomo 2.



Próxima entrega: Segunda solapa: El Sembrador margariteño.




---------- Forwarded message ----------
From: arnulfo josé poyer márquez
Date: 04-ago-2008 18:58
Subject: batalla de margarita parte uno
To: Aporrea Aporrea , Encontrarte Aporrea , Ivan Gil

hola amig@s mi parte de vidas que entrego en este menjurje, a propósito de traer el recuerdo de estos días ignorados por nuestros paisanos y compatriotas. espero les agrade. vienen dos entregas más, a mis lindas y amadas. abrazos a los amigos y panas que aman lo que pare este suelo, sinceramente apoyerm.






Batalla de Margarita (tríptico)



Arnulfo Poyer Márquez



Déjeme decirle que recogerán primero las cenizas de todos los margariteños antes que uno solo de ellos preste en adelante un servicio a vuestro rey.

Carta de Francisco Esteban Gómez al General Morillo



PRIMERA SOLAPA

La hora de liberación de Nueva Esparta, y, en especial la isla de Margarita la tuvo que protagonizar en los dos años más desamparados que presentó la actividad de los republicanos en tierra firme, cuando perdida la Segunda República (Urica, diciembre de 1814), los guerreros insulares debieron hacer frente a la inclemencia canalla que venía tras la máscara pacificadora del poderoso enemigo recién llegado, el general Pablo Morillo y el ejército expedicionario que se acantonaría en la isla por los años de 1815 a 1817. De no haber sido por la macabra actuación del "Pacificador" como se hacía denominar el general en jefe, quizás habría logrado de la menguada de la lucha el vuelco total en contra de la misma emancipación. El propio Bolívar lo reseñará en su Carta de Jamaica. Los españoles nunca apreciaron su momento. La felonía la prefirieron a cualquier ritmo que insinuara comprensión de lo que ocurría. Mejor así aunque difícil aceptarlo, la historia necesitará los hechos de ese modo. La perfidia realista será la antorcha de la dignidad para la resistencia. Y más adelante, el peldaño necesario que estimulará a la conciencia independiente desafiar los duros días que aún restaban para coronar el éxito deseado.

Para llegar a Matasiete es necesario este brevísimo preámbulo. A finales de 1814, los republicanos están derrotados, extenuados. Desean la paz. La paz, el engaño de Morillo, la paz de los muertos. Nunca antes se había presentado algo tan elocuentemente superior en los suelos iberoamericanos. La flota consistía de 64 barcos, con un ejército a bordo de 20.000 hombres, 15 mil de los cuales expedicionarios entre infantería y caballería. Y de éstos, la mitad expertos en las guerras napoleónicas. Y semejante flota tenía por "campamento base" a la hermosísima Margarita de donde partirían a cumplir sus campañas de disuasión o dominación adonde viesen imprescindible la emergencia.

Ocurrió entonces que el llamado a la entrega de armas (marzo de 1815), con garantías de respeto absoluto a los guerreros, fue acogido por los lugareños como respiro resignado. No conocían las malévolas intenciones. Pues no habían pasado 15 días, luego que los insulares habían abrazado el señuelo, se desató una feroz persecución que no perdonará familias enteras. Uno de los mártires será el propio ex gobernador republicano, Francisco Bolívar Aristiguieta, primo del Libertador. Aquel abril de 1815 será también un mes de la dignidad, del silente sacrificio, la cuña de la palanca heroica de los independientes.

Pues resultó aún sin haber pasado dos meses de la supuesta "paz mortuoria", el 24 de mayo de 1815 y sin mucho aspaviento, unos marinos margariteños han hecho estallar nada menos que al buque insignia de la expedición española, el enorme bergantín "San Pedro Alcántara" en la bahía de Pampatar. Dicen que fue un célebre y corpulento marino llamado Francisco Adrián con unos cuantos compañeros. El hecho, previsto entre las guerrillas patriotas, declaraba sin palabras, el reinicio de la guerra. No se lo creyeron los hispanos, nunca pudieron atrapar a los "facinerosos" como los tildaban los godos a los luchadores patriotas.

Las escaramuzas prosiguieron sin tregua, muchas veces sólo con armas blancas. Morillo enviará tropa a Cartagena a sitiar la fuerte resistencia de los republicanos, y en general adonde fuese necesario por el gran Caribe. Los republicanos en alguna medida se hicieron de cierto control del norte de la isla, y mantenían a raya a los peninsulares en los dos portachuelos (La Asunción-Tacarigua y San Juan-El Maco), suerte de desfiladeros de difícil acceso, única comunicación por tierra al norte isleño. El 15 de noviembre de 1815 el comandante patriota, general Juan Bautista Arismendi presentó una férrea resistencia con 50 hombres al gobernador español Urristieta en Juangriego; obviamente tuvieron que retirarse por varios puntos, no así la adolescente esposa de Arismendi, Luisa Cáceres, la que tomaron de rehén. El hecho provocó una airada respuesta que fue aumentando desde San Juan, Pedregales, El Norte, Santa Ana, hasta rodear al castillo de Santa Rosa donde estaba cautiva la joven en estado de gravidez. La intrepidez de ambos consortes provocó en el enemigo la saña de llevarse a la joven hacia Pampatar, luego que falleciera su pequeño recién nacido de los abusos hacia la madre. Fue condenada a esclava de por vida, barriendo las calles de Cádiz. Allí permanecería de no ser liberada por liberales españoles que estaban también en contra de la corona, los que le otorgaron papeles falsos, y vía las Antillas inglesas, atracará en 1818 en Juangriego.

Pero prosigamos. 1816 se fortalece con una victoria inesperada de Bolívar (venía procedente de Haití), al abordar otro bergantín, "El Intrépido" y su goleta nodriza "La Clarita" (algunos equivocadamente le atribuyen el nombre de "Sarita") el 3 de mayo al frente del archipiélago Los Frailes. Así sería la imagen del Libertador que los más altos comandantes enemigos prefirieron suicidarse a entregarse a sus vencedores. El 8 de mayo en la iglesia de Santa Ana se le otorgaron los poderes otorgados en Jacmel. Margarita se proveyó de armamento, y el Libertador proseguirá su labor en Carúpano y Ocumare.

Llegamos a 1817 y Morillo decide hacerse del completo de la isla, pero sobre todo el portachuelo. El 30 de julio decide atacar a los bastiones patriotas por varios flancos, mientras envía 3000 hombres hacerse del impertinente paso de La Asunción a Tacarigua. Las naves bombardean entretanto a Juangriego, Manzanillo, Paraguachí y Constanza. Los republicanos para entonces ya habían construido fosos, almenas, un reducto (trinchera) y en pleno desfiladero, una pequeña fortificación de artillería, La Libertad –hoy en total estado de abandono-. Además poseían otra batería (La Caranta) que condujeron para el frenar el propósito del enemigo. El día 31 de julio a las 8:30 de la mañana se dio el encuentro.

El acceso, estaba impedido además de los infinitos obstáculos naturales espinosos. Morillo cubría sus espaldas con el cerro Matasiete esperando un ataque frontal que nunca le brindarán los hombres mandados por Francisco Esteban Gómez. Sus tropas ocupan el cocal que esta en las faldas del cerro y del río. Las tropas patriotas entorpecían la marcha de los realistas. Las tropas enemigas estaban mandadas por Aldama (el que había destruido la Casa Fuerte dos meses atrás) y de Canterac (finalmente derrotado por Bolívar y Sucre en Junín y Ayacucho 7 años después) cuentan con 2000 infantes y 600 caballos. El combate fue recio en todos los frentes. El propio Gómez estuvo a punto de ser eliminado ese día. Cuando empieza a caer la tarde Morillo ha avanzado buen trecho, cree en el triunfo; pero en el portachuelo es rechazado su paso por el fuego incesante de la Libertad dirigido acertadamente por su comandante Felipe Villalba. A las 4 Morillo tuvo que disponer su retirada hacia Pampatar, "tan desastrosa como el combate del día; pues caída la noche, y sin baqueano del terreno erraron al camino de Pampatar, siguiendo el que los conducía la playa de Guacuco, encontrando que la laguna de Gasparico les cerraba el paso a Pampatar, teniendo que retroceder hasta el Apostadero donde fueron alcanzados por la caballería patriota", un desastre para la tropa realista. La muy valiente jornada la decidieron 300 hombres de infantería, alguna caballería y las baterías de la Caranta y la Libertad que le restregaron a los 3000 veteranos del General Morillo 900 hombres menos. En la acción las mujeres cumplieron el papel de hospital arengando a sus soldados, cuyos gritos eran escuchados en el campo enemigo.

Muy molesto el pacificador por la vergonzosa derrota, decide acabar con los asientos que apoyaban descaradamente a los rebeldes. El día 3 de agosto le pega fuego al caserío de Los Robles, y, vía Porlamar se dirigió a san juan, continuó hacia el maco, donde es sorprendido por el coronel Fermín. Un torrencial aguacero impide la continuación del combate, es el 6 de agosto. Morillo retrocede. Al día siguiente pretendía tomar El Maco, para caer sobre el Portachuelo del Norte; no traspasa ni siquiera el Portachuelo San Juan- El Maco. Repliega a su izquierda para entrar a Juangriego por Pedregales. Las tropas margariteñas le salen a su encuentro y tras encarnizada lucha se refugian en el Fortín donde resisten. Aquí actualizaran la acción de las Termopilas, pues nadie quiso sobrevivir a la derrota. El indio Francisco Adrián que había quedado solo en Pedregales, se lanza al mar desde la Puntilla y a nado atraviesa la bahía burlando la cuadrilla española que bloqueaba el puerto, para ir a compartir la mortal suerte que esperaba a sus compañeros de armas.
"El 8 de agosto de 1817, apenas 200 patriotas mandados por el Coronel Fermín le opusieron heroica y tenaz resistencia a las huestes españolas, especialmente en el Fuerte de Juangriego, donde en la desesperación de la defensa no solo se emplearon armas de fuego, si no hasta enormes piedras. En medio de la reñida acción, inexplicablemente, se incendió el parque lo que produjo una gran explosión. Los que no perecieron en la explosión del Fuerte, fueron rodeados y degollados en la laguna que se encuentra al pie del Fortín cuyas aguas se tiñeron de rojo y desde entonces recibió el nombre de Laguna de Los Mártires. Juangriego, Pedregales, San Juan, Fuentidueño, fueron saqueados e incendiados. Sin embargo, al tiempo que Morillo destruía Juangriego, "Francisco Campo derrotaba a doscientos hombres que Morillo había hecho desembarcar en el Puerto del Tirano, para que obrasen sobre Paraguachi, obstaculizando así todo auxilio a Juangriego." Morillo permanecerá en este puerto hasta el 10, cuando partió para Pampatar. Allí recibirá noticias del General Latorre informándole desde Grenada, que se había visto obligado a abandonar a Angostura y sus fortalezas –derrotado por Piar y Sedeño en San Félix. La "ocurrencia" según la denominación de Morillo, lo obligó abandonar la isla el 17 de Agosto de 1817, a las 9 de la mañana. Desde esta fecha queda Margarita totalmente libre de toda extraña dominación. Las tropas realistas jamás volvieron a poner su planta en ella."



Bibliografía: http://arismendi-nuevaesparta.gob.ve/portal-alcaldias/historia2.html?id=547



Carracciolo Parra Pérez: 1958. Mariño y las guerras civiles. Edic. Cultura Hispánica. Tomo 1.

Vicente Lecuna: 1983. Crónica razonada de las guerras de Bolívar. Fund. Vicente Lecuna, 2da edición. Tomo 2.


Próxima entrega: Segunda solapa: El Sembrador margariteño.

arnulfopoyer@gmail.com







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Arnulfo Poyer Márquez


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