Lo que justifica la necesidad de despejar dudas sobre lo que fue el Frente Guerrillero Ezequiel Zamora y lo que hoy día es la Revolución Bolivariana es precisamente las publicaciones sobre las “revelaciones” de algunos exguerrilleros imprecados, libros cargados de infamia colocados estratégicamente en los anaqueles de las librerías públicas y en la Internet para cumplir con la apenada misión de servir de modelos del “fracaso del movimiento guerrillero” y por supuesto de toda intención revolucionaria referida al cambio político y social, con la precisa tarea de servir de referencia histórica de lo que fue un momento real lleno de difíciles pasajes y complejos caminos que no pueden ser recorridos con los pasos del desconsuelo ni por la superficie.
Ciertamente, los ahora apostatas, en su momento fueron combatientes, algunos de temeridad comprobada, pero que con el devenir de sus frustraciones personales y la pérdida de la moral y la rebeldía revolucionaria , hoy se han vestido con el camuflaje de mercenarios al servicio de la plataforma ideológica neoliberal para desacreditar las conquistas políticas del pueblo venezolano.
Lo que se produjo en los tiempos de guerra de guerrillas en Venezuela como en otros países de Latinoamérica es un hilo histórico continuo de la necesidad de cambios estructurales que demandan los pueblos y que encuentran en los principios revolucionarios la guía de ese movimiento que vimos insurgir en los sesentas y que hoy son banderas de la rebeldía popular que entabla el pueblo cubano y de manera consecuente los pueblos de Nicaragua, Brasil, Venezuela, Bolivia, Ecuador y que verán los pueblos de toda la América en un destino de felicidad social que necesita subvertir el desorden y el desastre a que ha llevado el neoliberalismos como forma de sistema capitalista al mundo actual.
Vemos entonces una clara necesidad de parte del aparataje ideológico y cultural neoliberal que rodean las historias escritas, narradas o transcritas de los renegados de las revoluciones sociales, y en nuestro caso del Frente Guerrillero Ezequiel Zamora, para matar, para mitificar con el objeto de castrar cualquier simbología libertaria o liberadora de los tiempos de guerrilla y mostralos en el plano de perdedor, frustrado, acabado, reducido y finalmente derrotado.
Saben los administradores de campañas de propaganda como el pueblo con su imaginario maravilloso es capaz de generar mitos valorados en la admiración al temerario guerrillero, a la justicia social que este demanda, a su coraje y valentía probada en la guerra. Los ejemplos los vemos en canciones, leyendas orales que especialmente en los llanos venezolanos escuchamos en los años setenta cuando algunos interpretes hacían referencia a esta condición justiciera del guerrillero y que rápidamente fueron reducidas, olvidadas o desplazadas por cantantes que expresaban letras no comprometidas con la lucha social, el problema de la tenencia de la tierra, la pobreza del campesino entre otras demandas sociales.
A la pregunta que alguna vez hiciera el conocido escritor uruguayo Eduardo Galeano: “¿Por qué será que el Che tiene esta peligrosa costumbre de seguir naciendo?” podemos menos que decir que no se trata del renacimiento de Guerrillero Heroico, de un individuo solitario, sino de una ser humano que supo interpretar los sentimiento, demandas, anhelos, deseos de liberación de millones de seres humanos, un hombre transferido a la posteridad porque en sus ideales interpretó el sentimiento de un pueblo hecho de millones de excluidos. Por eso los guerrilleros de un Frente como el Ezequiel Zamora en unas montañas perdidas al mundo pero encontradas al centro-norte de Venezuela se colocan como héroes de un tiempo angustioso que supieron superar los embates del enemigo político y militar para remontar las olas del tiempo en un mar de verdades y asumir con dignidad la victoria final, lo que otros no pudieron lograr para convertirse hoy en simples peones útiles para desacreditar sus acciones valerosas y los sacrificios que nos deben llamar a la reflexión y a la admiración.
Por ello no podemos menos que calificar de traicioneros a quienes habiendo participado de es ese movimiento hoy son financiados por el aparato propagandístico del imperio norteamericano para dictar cátedra, escribir libros o narrar historias que transcriben los más oscuros relatores de la mentira y la perversidad con el objeto de enlodar el actual proceso de redención social por el que transita el pueblo venezolano.
Para ello se han valido de las clásicas calificaciones impuesta en la guerra de las ideas como la de la “exportador de revoluciones” con la que han acusando a la Revolución Cubana por más casi cincuenta años y por supuesto con los instrumentos de las más obsoletas ideas del anticomunismo marcarthista traído por los pelos sin mucho efecto en las masas populares, pero con cierta incidencia en los estratos medios especialmente estudiantiles como lo hemos constatado en la Internet.
De allí el trabajo de quien fuera comandante guerrillero del Frente Ezequiel Zamora y formara parte de los combatientes que desembarcaron en Machurucuto estado Miranda en 1967, Héctor Pérez Marcano titulado “La invasión Cubana en Venezuela” donde relata ese tránsito revolucionario del cual hoy reniega. Este epítome financiado por el diario El Nacional una de las empresas comunicacionales venezolanas al servicio de la derecha, acérrimos opositores al Gobierno Bolivariano, y que ha llevado adelante la costosa producción de una serie de libros referidos al tema político antibolivariano. Tal y como lo hace con frecuencia en su editorial, su principal dueño y vocero, Miguel Enrique Otero, los libros que han producido sostienen la misma doctrina plena de falsedades contraria a los preceptos del socialismo, plagados de farsas y mentiras que los colocan en el descrédito público lo que le ha obligado a reducir el tiraje del diario y sufrido la migración publicitaria de sus páginas.
En la introducción a ese libro Pérez Marcano trata de exculparse indicando que lo que allí narra no es una infidencia por no decir una felonía o una deslealtad sino que “todo ello reposa en los archivos de la CIA, en el expediente que en su oportunidad forjara Venezuela ( quiere decir el gobierno de Betancourt) al acusar a Cuba de intervención, avaladas por el agente de la CIA Marcano Carrasquel, quien se había infiltrado en el aparato de inteligencia del MIR y también en la confesión del cubano Torres….el que se ahorcó en el SIFA después de contarlo todo”. (Torres miembro del grupo de combatientes cubanos que desembarco junto a otros combatientes venezolanos en Machurucuto en 1967, quien supuestamente se ahorcó en los calabozos de la entonces cuerpo de inteligencia militar SIFA))
Pero más adelante el mismo Pérez Marcano inicia una serie de desdichadas opiniones que los colocan en el blanco de la crítica pública cuando dice: “También debo decir que no hablo como renegado, no soy un renegado, sigo siendo de izquierda, si el término tiene validez, pero de la que entiende que en el socialismo la democracia, la libertad y el juego libre del mercado son esenciales”. Cualquier comentario nuestro seria innecesario.
En todo el recorrido del libro y en cada capítulo o subcapítulo del mismo una palabra se repite recurrentemente la “guerrilla fue un rotundo fracaso” lo que nos permite con claridad valorar el objetivo de esta narración y por supuesto inscrito en la estrategia propagandista de asociar la derrota de los dirigentes de ese momento con el supuesto fracaso del Gobierno de Chávez quien cuenta entre sus principales colaboradores a importantes excomandantes guerrilleros entre ellos Fernando Soto Rojas del Frente Guerrillero Ezequiel Zamora.
Y ciertamente en su narración Pérez Marcano refiere hechos en los que inscribe de nuevo la frase más repetida en ese relato cuando en la página 139 dice: “No es grato reconocerlo, pero lo cierto es que la comandancia del frente militar en manos de Fernando Soto Rojas, no fue un modelo ejemplar de éxito en la conducción de los asuntos militares. Muy por contrario, fue un tremendo fracaso.”
De nuevo la frase incrustada a lo largo del relato “el fracaso”; imagino que la orden era que se remachara ciento veinte veces la palabra, que es el número repeticiones que responde a un aprendizaje por reflejo, puesto que así se expresa en esta narración a la que no dudamos que Antonio Sánchez García, un columnista cipayo, agrega las dosis suficientes de anticomunismo y anticastrismo que ofertan los que cobran su buena gestión contrarevolucionaria al servicio de la agencias del Departamento de Estado que pagan barato los servicios de los lacayos.
Para desdicha de los apostatas de la guerra de guerrillas hoy cientos de combatientes valerosos guerrilleros de la década de los sesentas están contribuyendo a colocar el andamiaje estructural que le permita a Venezuela enrumbar su destino al socialismo como lo soñaron quienes en aquellas montañas perdidas les toco soñar con un futuro que es hoy presente al armarse de coraje para labrar los caminos de la liberación social del pueblo venezolano.
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