Sin dejar de lado la vigilancia que le debemos a los factores golpistas, hoy totalmente disminuidos y acorralados por sus mentiras, más un Mega Fraude que promete muchas líneas de este periodismo emergente que los tiene locos, tenemos por delante un año de fortalecimiento del Poder Popular y una necesaria revisión de los modelos que concretarán los liderazgos regionales; incluso, aquellos liderazgos nacionales que no han estado a la altura del proceso bolivariano.
Hay de todo en la viña del Señor… Pero, ¿Es productivo políticamente repetir los errores del año 98, cuando fueron respaldados para cargos eleccionarios ciertos individuos que luego le dieron la espalda al pueblo y, algunos, hasta se dan hoy el tupé de negociar abiertamente con factores golpistas?
Estoy en contra de toda idea táctica que implique una unidad a ultranza para obtener los poderes locales, sin que exista una aprobación popular para ello. No es un secreto para nadie que estemos cargando el lastre de gobernadores que no han cumplido con su trabajo y se han visto involucrados en actos de corrupción. Tampoco es una novedad, a la vista de todos está, que algunos prefirieron pactar con los golpistas el 11 de Abril y salvar sus puestos, a asumir una posición revolucionaria y combativa que enfrentara aquella aberración que se instaló durante algunas horas decapitando la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y se convirtieron en cómplices de aquellos hechos.
Funcionarios, altos funcionarios, que olvidaron su rol histórico, negociaron su piel y arriesgaron la del pueblo sin tener el valor y la conciencia de convertirse en puntos de referencia de aquellos que salieron prácticamente solos a defender la nación. Otros que han visto la oportunidad de enriquecerse y olvidan que fueron puestos en sus cargos para servir de instrumento popular para favorecer a las mayorías.
Por eso la necesidad de regresar al poder originario. Por eso la necesidad de consultar a esa gran masa popular que trajo de regreso la constitucionalidad y el rescate de nuestra industria básica.
Nuestro pueblo ha sufrido una transformación ideológica increíble en los últimos cinco años. Basta observarlos en las declaraciones a los medios de comunicación y en sus intervenciones en juntas parroquiales, foros, reuniones públicas, asambleas, para entender que existe un cambio notable en su cultura política. Pasó de ser un pueblo apático y derruido por décadas de alienación mediática a ser un pueblo interventor, participativo y creativo, siempre en búsqueda del bien común.
La clase media hoy, lamentando la generalización, debería aprender de esa masa excluida que se organiza y lucha para consolidar la revolución. Una clase media totalmente desarraigada, con una conducta cultural emanada de su nexo con el extranjero, tiene hoy la oportunidad de revertir ese proceso vinculado al consumismo y a los valores neoliberales que le acercaron al sistema norteamericano. Un sistema que los ha despreciado por ser latinos y que hoy está lejos de ser una solución para nuestro pueblo y, mucho menos ser un icono de libertad.
Esta grandísima diferencia entre el pueblo que lucha al lado del proceso y rescata los valores primarios de una nación que fue maniatada por elementos externos y esa clase media que es servidora y esclava del salario transnacional, cuando debería ser el motor de transformaciones que eleven el Poder Popular, va a ser un punto de debate importante para deslastrarnos de las prácticas cuartorepublicanas que parieron a gobernadores y funcionarios corruptos, hoy enemigos acérrimos del proceso bolivariano.
Leyendo el artículo de Ana Meza: “No me dejen sola”, no deja de ser real esa soledad que invade al Comandante Hugo Chávez Frías, cuando la lealtad es traicionada. Cuando se nombra o se elige a un funcionario para ejercer un cargo con dignidad y lo encontramos unos meses después traicionando al proceso, traicionando al pueblo y traicionando la buena Fe de quien está hoy en la presidencia de la república.
Es prioritario revisar la actuación de aquellos que estén o vayan a ejercer cargos de importancia relevante. Hemos avanzado mucho y ha costado sangre haber logrado que este pueblo se haya sensibilizado políticamente. Si se le imponen funcionarios de dudosa actividad política o algunos vagabundos que desean estar a la sombra del proceso para seguir robando, estaremos jugando con la credibilidad de un pueblo que quiere ver cambios profundos y una radicalización efectiva en el proceso bolivariano.
El pueblo ha asumido su rol histórico y está claro en su participación para alcanzar los objetivos revolucionarios. Entonces, ¿Por qué no acudir a sus decisiones y su poder originario?
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