Vemos con asombro, como el imperio norteamericano, en su desespero por terminar de una vez con todas con esta pesadilla, en la cual se les ha convertido el despertar hacia la izquierda de América latina, ha optado por mover a sus embajadores como si fueran procónsules ha financiar golpes de estados en nuestro continente.
Bolivia y Venezuela, sufren actualmente los embates irracionales de un gobierno norteamericano, que se siente perdido, que además enfrenta el hecho histórico de la gran crisis imperialista que puede dar fin a los Estados Unidos, como gran potencia Universal, condenando así, a la nación norteamericana a una suerte de potencia de segunda categoría por debajo de China y Rusia.
La presencia de estos gobiernos progresistas tan abiertamente antinorteamericanos, ha encendido todas las luces de alarma del gobierno moribundo de George Bush. Ante la grave crisis económica y financiera que atraviesa la economía norteamericana, el gobierno fascista de Bush, no ve otra solución para salir del atolladero que la metió, sino una guerra a gran escala, de características mundiales que vuelva a poner en funcionamiento su economía de guerra.
Eso si, ese gran conflicto debe ser fuera del territorio norteamericano y debe involucrar a sus lacayos en toda la América latina y en otras partes del mundo. Para eso juegan un papel muy importante sus embajadores, que asumen roles de cónsules y procónsules para promocionar la cultura del odio tan necesaria para encender la mecha de los conflictos en América latina.
Anteriormente, hace tan solo una década atrás, en América latina, en cada uno de sus países gobernaban de hecho los embajadores norteamericanos. Ellos ejecutaban a través de los gobiernos títeres, las políticas de saqueo de nuestras riquezas y el establecimiento de políticas de seguridad nacional, para reprimir en nombre de la libertad y de la democracia todo intento de protesta y liberación de nuestra gente,
La bestia esta herida, así es mas peligrosa, la bestia tiene sus tentáculos en las fuerzas armadas latinoamericanas, en los partidos políticos de centro y de derecha, y hasta en la misma Revolución, como metástasis del cáncer de ese capitalismo salvaje que ve amenazado su poder y control sobre los pueblos del mundo.
Suficientemente, ha quedado demostrado que los fines, estrategias y objetivos, de la Guerra Fría, no era el combate contra el Comunismo. La guerra fría, tenia como objetivo principal, desgastar a la Unión Soviética en una carrera belicista constante para que descuidara la guardia en otros aspectos fundamentales de su economía, y poder así infiltrarla y destruir su economía, finanzas e industrias.
Esto no quiere decir, que los objetivos militares y políticos no fueran importantes, sino que por esa vía era imposible derrotar a la Unión Soviética. Entonces se procedió a infiltrar su aparato financiero, económico e industrial, que si le garantizarían a los Estados Unidos y a sus aliados acabar con la amenaza que para ellos representaban los soviéticos.
Por aquí el trabajo de los cónsules, procónsules, ha comenzado desde hace tiempo, intentando destruir la economía de nuestros países. Son más dañinos que la Cuarta Flota Norteamericana en el Caribe, los lacayos, que como cabeza de playa están tratando de destruir a la economía argentina, cubana, boliviana, uruguaya, nicaragüense, ecuatoriana, brasileña y venezolana.
Los Estados Unidos, han resucitado como valor estratégico fundamental a la Cuarta Flota, pero como aparato propagandístico, para animar a los sectores derechistas, a hacer acciones de desestabilización en toda América latina. Garantizando así, a través de las crisis de nuestras economías, la intervención económica y militar sin muchos riesgos, ni costos para el gobierno de la Casa Blanca.
Nos obligan a armar una lucha política, que es fundamental en los actuales momentos, para que descuidemos la lucha por una economía distinta y un desarrollo industrial tan necesarios, para afianzar los procesos revolucionarios en nuestro continente.
La lucha de los Estados Unidos, fundamentalmente, no es ni ideológica, ni política, es económica y financiera. Ellos tienen puestos sus ojos en nuestros recursos y especialmente aquellos recursos energéticos, alimenticios e hídricos.
Mientras nos armamos política y militarmente, ellos van infiltrando nuestros sistemas económicos, financieros e industriales, porque a lo que más le temen los Estados Unidos y las trasnacionales, es a la imposibilidad de no poder acceder a nuestros grandes recursos naturales.
Los sectores de la oposición derechista y fascista, en nuestros países, saben que el pueblo ha decidido emprender la ruta de la transformación política, a través de los procesos revolucionarios que se vienen dando en cada uno de nuestros países. Ellos saben que el pueblo ha decidido por una vía nacionalista, verdaderamente democrática, de integración y socialista. Por eso acuden a la violencia como medio de poder derrocar a los gobiernos revolucionarios, que han llegado al poder por la vía democrática.
Están desesperados porque en nuestro continente, el pueblo ha tomado conciencia del papel histórico que juega en la transformación y en la lucha antiimperialista, y no permitirá la vuelta al pasado, a los tiempos del analfabetismo, de la imposibilidad de acceder a la educación y a la salud gratuita. Ante todo esto no les queda otra cosa que recurrir a la violencia y al terrorismo financiado por los cónsules y procónsules del imperio norteamericano en nuestro territorio.
Su incapacidad de ganar a través de las vías democráticas, recurren a la violencia a la desinformación y al terrorismo, apoyados por el imperialismo norteamericano, que se retuerce en los estertores de su peor y definitiva crisis en estos dos siglos. Pero alertamos que esto tan solo es la parte visible del témpano, porque los verdaderos objetivos estratégicos del imperialismo y sus financistas, las trasnacionales, está en la destrucción de toda nuestra economía, de nuestro sistema financiero y de toda nuestra industria.
Trabajemos lo político y lo ideológico como brazos fundamentales de la concienciación de un pueblo, pero no cometamos los mismos errores que se cometieron en la Unión Soviética.
¡El Pueblo Nunca Olvida!
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