Nuevos intentos de desestabilización en Venezuela y Bolivia.

EE UU organiza nuevos golpes de estado en América Latina

El siglo XX fue testigo de varias invasiones y golpes de estado en América Latina, informes desclasificados del gobierno de EEUU, han confirmado la veracidad de esas agresiones, una verdad irrefutable de su política intervencionista. Coincidencia fatídica que el 11 de septiembre 1973, hace 35 años el golpe militar contra el presidente Salvador Allende anegaba en sangre al pueblo chileno, que se había atrevido ha instaurar un gobierno popular por la vía democrática.

Nuevamente septiembre se vuelve emblemático para las fuerzas de la derecha, un grupo de militares retirados y otros activos, se reunieron para organizar una conspiración contra el gobierno de Venezuela, con el objetivo de asesinar al presidente Hugo Chávez, para lograr una intervención internacional. Casi simultáneamente en Bolivia, se lanzaba un plan de violencia generalizada contra las instituciones y contra objetivos económicos, grupo paramilitares financiados por prefectos opositores, el objetivo central de estas acciones, desarticular Bolivia, destituir al presidente Evo Morales, separar a la zona de la media luna del resto de la nación.

La falsa apología de EEUU sobre la democracia

Los gobiernos de Estados Unidos han predicado en su historia una falsa política de democracia y libertad, la cual ha acuñado en América Latina invasiones, como la de México en el siglo XIX, Cuba a principios del siglo XX, para luego acuñar varias invasiones en Centroamérica y El Caribe. Luego de estas experiencias intervencionistas, ampliaron sus acciones a golpes de estado y planes de desestabilización, creando en el continente latinoamericano casi 3 décadas de dictaduras.

La nueva estrategia económica del gobierno de George Bush, de diseminar los Tratados de Libre Comercio (TLC), como garantía de su dominio comercial sobre los países latinoamericanos sufrió importantes derrotas en la cumbre de Mar del Plata, donde los países del Mercosur y Venezuela no aceptaron adoptar ese modelo unipolar. Pero la administración de EEUU no acepta alternativas a su modelo dominante, si no se aplican sus reglas de juego, apela a su arsenal de mentiras, de medios de prensa, al trabajo de sus embajadas y la CIA, hasta lograr un golpe de estado o crear una fuerza intervencionista, como lo hicieron en Haití, para secuestrar al presidente Jean Betrand Aristide.

Venezuela ha sido el centro de las agresiones estadounidenses

El nuevo plan orquestado por un grupo de militares en Venezuela, de dar un golpe y asesinar al presidente Chávez, ha sido desestimado por los medios privados de prensa y los grupos de oposición. La misma prédica del golpe militar del 2002, cuando fueron derrotados y asumió nuevamente el poder el mandatario venezolano, hablaban de que no fue un golpe, sino que el presidente había renunciado.
La política de "tira la piedra y esconde la mano" ha sido la actitud de la oposición y sus medios, con el apoyo irrestricto de la embajada de EEUU, que financia a partidos, militares y periodistas, los cuales arman su show mediático.

Esta nueva intentona no es un plan del gobierno bolivariano para atacar a la oposición, está bien documentada en las declaraciones de dirigentes opositores, en militares retirados que han llamado a la rebelión y al golpe de estado. Como lo afirmó, el ex ministro de Defensa Baduel, de que si se aprobaba la reforma (diciembre del 2007) eso significaba un golpe de estado, lo cual ameritaba una acción militar en su contra.
La expulsión del embajador de los Estados Unidos en Caracas, Patrick Duddy, en solidaridad con la agresión a Bolivia por la ultraderecha y con el apoyo de EEUU, no es un hecho descabellado. Es la reafirmación de la nueva solidaridad latinoamericana. Ausente en la décadas de los 60,80 y 90 en nuestro continente, donde se producían atrocidades contra los pueblos, bajo la mirada indiferente de un mundo capitalista que solo buscaba la ganancia de sus trasnacionales, sin importarle el costo humano de las mismas.

Bolivia también en ojo de la tormenta

Las acciones de bandas fascistas en Bolivia contra la población indígena, contra instituciones y empresas económicas, son la avanzada de un golpe de estado, o una intervención internacional, bajo el concepto de una sublevación popular, lo cual permitiría la intervención de la OEA. Los intentos del gobierno del presidente Evo Morales de llegar a un acuerdo con los prefectos opositores, han sido imposible de lograr, porque aquellos sólo quieren separarse de Bolivia, apoyados por EEUU.

La expulsión del embajador de Estados Unidos en el país, Philip Goldberg por el gobierno del presidente Morales, que afirmó "No queremos gente separatista ni divisionista ni que conspire contra la unidad, no queremos personas que atenten contra la democracia". Este Sr. Goldberg fue el padrino imperialista, el la balcanización de Yugoslavia, no con una prédica humanista para la minorías étnicas, sino para lograr el control económico de esta península europea.

Bolivia ha decretado un estado de sitio en la región de Pando, lugar donde la bandas fascistas asesinaron a 8 campesinos indígenas, en una ola de racismo contra la mayorías indígenas bolivianas, las que ratificaron al presidente Morales con un 64% del electorado. Pero este apoyo masivo, no significa nada para la derecha y EEUU, acostumbrados a ganar con fraudes y sistemas segregacionistas electorales.
Hoy Bolivia necesita el apoyo de los latinoamericanos, como lo expresaron Venezuela, Brasil, Argentina, Paraguay. La reunión de UNASUR debe sentar las pautas de la defensa de los gobiernos democráticos en América Latina, así como el derecho de cada nación a elegir su modelo político y económico de desarrollo.



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Diego Olivera

Periodista. Director de Barómetro Internacional

 diegojolivera@gmail.com

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