Los Estados Unidos de Norteamérica, país de anglosajones que no tolera la mezcla humana propia de la naturaleza, para fortalecerse i superarse, i sin mucho disimulo tiene los mismos defectos del Estado nacionalsocialista de los tiempos de Hitler (el Tercer Reich) –creer superiores a su gente, “racialmente”– i por ello conservan fuertes e inobjetables prejuicios raciales (lo vemos cuando a las guerras mui lejos de su territorio, envían fundamentalmente negros i latinos, como los que están muriendo diariamente en Irak); tiene, además, una democracia imperfecta o incompleta. No es en nada, gobierno del pueblo. El pensamiento de los integrantes del Ku Klux Klan, no ha desaparecido en muchos políticos o gobernantes, sino que se ha mimetizado. El pueblo norteamericano no elige directamente i, en ese mecanismo electoral, es fácil deslizar manipulaciones, componendas o compromisos i quizá hasta fraudes. Vimos recientemente, hace mui pocos años, cómo los resultados electorales de las elecciones presidenciales, pese a la maravillosa tecnología i medios de comunicación formidables, tardaron más de un mes en conocerse i, absolutamente ningún país del mundo, pretendió inmiscuirse en los asuntos internos de esa nación. Sin embargo, llama la atención de esta parte de América Latina, donde todos somos i admitimos con gusto, ser “café con leche”, unos con más leche que café, i otros, con más café que leche, como decía nuestro gran humorista, Leoncio Martínez “Leo”, tener aquí en Venezuela, una auténtica democracia participativa i protagónica, con una Constitución Bolivariana de las más avanzadas del mundo, que contempla los Derechos Humanos, que no existe discriminación alguna, que ha hecho por primera vez, verdaderos ciudadanos, a los seres humanos de las etnias indígenas i que ha puesto énfasis en lo social, para combatir la marginalidad, la pobreza i otras lacras, impuesta por el neoliberalismo económico, cuyas recetas casi han destruido a países tan importantes, como la Argentina. Esa Constitución, bella i esplendorosa, por primera vez, incluyó los revocatorios. Los encontramos en la Sección Segunda del Capítulo IV. Allí están plasmados los Referendos Populares, el consultivo, el revocatorio de los funcionarios por elección popular i los referendos a las leyes, como se hizo con la misma Constitución: realizada de frente a la nación i aprobada mayoritariamente por un referendo popular, ganado igual al modo, como ganó la presidencia en presidente Chávez: con una extraordinaria mayoría del voto popular. El revocatorio es precisamente un logro superdemocrático, propuesto i establecido por la Revolución pacífica bolivariana. Eso no existe allá en el norte i en los días que corren, si se hiciese un revocatorio al presidente Bush, lo más probable sería tener que dejar el poder, pues, hasta el eminente filósofo, lingüista i escritor norteamericano, Noam Chomski, ha escrito en un libro que, ese mandatario es un peligro para el mundo, como creador e impulsor de guerras, especialmente por su invasión a Irak, un genocidio sin otra razón que la de apoderarse del petróleo, ya que las otras motivaciones esgrimidas, resultaron falsas i, en Inglaterra, propiciaron el suicidio de un hombre justo, engañado. Bush, es uno de los presidentes que más ha hecho odiar a su país, en el resto del mundo.
Pues bien, ese hombre sin autoridad ética para ello, manda a sus funcionarios de Estado, a meter la nariz donde no les compete. Por cierto, Powell i la Rice (los dos, mezclados, son el arroz con mango) parecen una especie de disidentes de su “raza” negra; no han hecho lo que Joe Louis, ni Jack Robinson en el boxeo i el béisbol, muchísimo menos de lo que representó Martin Luther King, sino algo parecido a lo de ese raro espécimen que, desertó de su piel i de sus rasgos, llamado Michel Jackson. Estos dos incondicionales del presidente, que hacen el ridículo, pero tienen el gran apoyo del hombre que, como su padre debe tener más muertes injustas en su conciencia (el padre, como gobernador i presidente, dice Amnistía Internacional, firmó más de 1.600 ejecuciones, fuera de las guerras), están “preocupados” por que se cumpla el revocatorio. Empero, como tienen un embajador que, no es realmente embajador sino un agente de la CIA, la misma agencia que lo formó, igual que a Bin Laden o a Hussein; un “embajador” sin cultura, a punto de llevar a un mequetrefe de humorista a burlarse del presidente de Venezuela en su embajada, parodiando a una deplorable i desacreditada periodista (ayer, casi comunista) o que, realmente, es quien dirige a la oposición venezolana i la ha llevado de fracaso en fracaso; posiblemente lo vayan a pasar a otra labor que necesite menos talento.
A ese presidente que habla de democracia, de combatir la pobreza i especialmente el terrorismo (aunque su país es “un terror” para los países del mundo que tengan riquezas como el petróleo), le encontraron un familiar en problemas sociales graves, i con esa magnífica libertad de expresión que fomenta, ordenó no decir una sola palabra más, i se ha cumplido. A ese presidente lo compararon con Hitler en un aviso publicitario, i en seguida se dio el escándalo i la supresión de toda alusión. Aquí, en cambio, en El Nacional, en ese periódico que avergonzaría a Miguel Otero Silva, un pseudo-hombre de izquierda, como pregonaba antes, el malísimo dibujante Zapata, no sólo compara en palabras, sino con sus lamentables dibujos, al Presidente Chávez con Adolfo Hitler.
Conservo los periódicos. Aquí, no hai insulto posible, calumnia, mentira, difamación, injuria, atrocidad, etc, que no se haya dicho del presidente, pero como en los tiempos del Padre de la Democracia Venezolana, Isaías Medina Angarita, no hai un detenido por eso, (penalizado por el Art.148 del Código Penal) i mucho menos los golpistas, terroristas i realizadores de múltiples delitos, amparados en un vergonzosa impunidad, derivada de un Poder Judicial “cuartarepública” i un Ministerio Público adormecido o viciado. Por eso existe tanto vende patria, como los que salieron de PDVSA, que sueñan i se masturban con la idea de una invasión de “los marines” norteamericanos, o las atrocidades cometidas en muchos países del continente, especialmente el asesinato de uno de los hombres más grandes i valientes de la Historia contemporánea, como lo fue Salvador Allende. Igual sucede con la Iglesia, transformada en partido político sectario, con energúmenos difamadores, golpistas i agresores, como el fallecido Cardenal Velasco i el adeco con sotana, Baltasar Porras, un verdadero terrorista de la palabra.
Los gobernantes petroleros del país del norte, saben mejor que muchos que, esa desquiciada oposición, sin líderes, con mediocres al por mayor, con terroristas comprobados, con “sindicaleros” de pacotilla o hasta con juristas que antes inspiraban respeto i que ahora cuesta creer hayan escrito o propiciado tantos disparates. El presidente norteamericano ampara en su territorio a delincuentes como Carlos Andrés Pérez, Carlos Fernández i otros; ha recibido al dictador Carmona Estanga i permite que en sus medios de comunicación, se “venda” una imagen falsa, deformada o especialmente maquillada, para desprestigiar al gobierno de Venezuela, i naturalmente, seguir apoyando disimuladamente conspiraciones o golpes de Estado. El Sr. Bush, se debe preocupar i ocuparse, de los asuntos de su país; instituya un revocatorio en su Constitución, haga elecciones directas, deje de ser policía del mundo i no quiera imponernos cosas como el ALCA, por el temor que le ha despertado el crecimiento del euro. Por ello necesitan un gran mercado, no de seres humanos, sino de consumidores esclavizados. Respete, Sr, Bush, la soberanía de los otros países del mundo; el pueblo norteamericano, no merece que se le odie por los desafueros de sus gobernantes. Que la Cumbre Extraordinaria de la América entera, sea para desenmascarar a una política agresiva, casi terrorista, contra los países del mal llamado “tercer mundo”, pero especialmente para los que tienen petróleo. El pueblo de Venezuela que valora el sacrificio de sus libertadores, ha recogido i puestos en alto, las banderas de Carabobo, Junín i Ayacucho i sabe defender su soberanía, hasta de los propios compatriotas que la mancillan. La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela i el pensamiento del Primer Ciudadano del Mundo –Simón Bolívar– son su inspiración.
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