La cultura chata o los lectores quemados

Si hubieseis comprendido todo lo que habéis leído en vuestra vida, ya sabríais lo que buscáis.

P.D. Ouspensky


Con cierto interés he seguido unos boletines sobre la prohibición de publicar en los Estados Juntos que se le hace al Director de la Biblioteca Nacional, Fernando Báez, su obra "Historia universal sobre la destrucción de los libros", dato preocupante dado que un libro es un portal a otro mundo, éste en que nos apretujamos, para descubrirle su esencia de amor y belleza. Más cuando al lector le ha sido guiada su curiosidad hacia la búsqueda del saber que nunca perderá por toda su vida. El libro en cuestión, un compendio imagino yo, sobre la desfachatez que tienen los imperios vencedores sobre los vencidos cada vez que desean perpetuarse sobre territorios que les interesa sobremanera, que no sólo libros sino puntos y pautas vitales de la cultura invadida, son destruidos para imponerse sobre la derrotada.

Debe ser elocuente creo yo, conocer atropellos cuyo objeto es la imposición de la cultura –casi siempre- chata invasora, donde lo chato es más verdugo que juez y el proliferar la banalidad, el argumento para consolación y premio a la falta de camino. El enredo es el camino, mientras el invadido no encuentre la forma de salir de su laberinto. Por las explicaciones que Báez ofrece se puede concluir sin cortapisas que nuestro conocimiento hace largo rato sería de mayor magnitud si muchas tragedias sobre las bibliotecas quemadas no habrían acaecido. Claro, un sistema de dominación vencedor posee este atajo para eliminar una resistencia cultural e implantar la suya.

No obstante, creo que al respecto, más bien contados con los dedos los imperios que se imponen sin tocar un pelo del vencido, los moros en España por ejemplo. Casi diría que aquello es lo natural, y esto último la excepción. Lo ocurrido en Irak por ejemplo, verdadera tragedia, lo realizado por los invasores es de una barbaridad sin parangón, que hunde más que su dólar decaído la calaña del invasor, pues se trata de huellas que datan de los albores de la cultura mundial vista desde el lado occidental.

Ahora bien, esa cobertura prioritaria que arropa de forma fundamental el interés hacia su obra creo que ha sido desproporcionada al cotejarla con el interés básico que debe ocupar la labor ingente del cargo que desempeña: la dirección de la Biblioteca Nacional, que bien podría ser el sistema nervioso que la cultura en general no practica.

La Biblioteca Nacional es un mamotreto que aún no sale de su incapacidad, instancia que debería penetrar en las demás coordinando todas las variantes posibles de convenios con otras más, que, si no están hechos los caminos, el deber revolucionario es el de hacerlos, cual la Maga de Cortázar que tenía una biblioteca detrás de la poceta, espero que se entienda la metáfora, chaguando el monte a punta de llamados para uno u otros planes creativos de modo que revolucione la labor agigantando el objetivo que esta infinita veta de la revolución aún no ha descubierto. La labor conectiva que puede tener u ofrecer Báez para la mencionada institución, puede ser de tal magnitud que muy cabría la imagen de pebetero de la potencia que se pretende irradiar, que vaya de la mano con el propósito de grandeza que so;aba Bolívar en cuanto a que la grandeza de sus valores la haría más centro del universo que por las riquezas que posee.

La Biblioteca bien puede ser el laboratorio para la construcción de la nueva sociedad, de los valores que se deben conculcar. Una grandeza que dejaría en paños menores la fama que cree pueda conseguir con las denuncias de los libros quemados. Enganchar a la Biblioteca Nacional con PDVSA o con el fondo chino, qué sé yo, con los entes financieros privados, que más de uno estaría más que interesado. Pero creo que el reto es de dedicación y de seguro ve cuesta arriba lo que otro vería horizonte prolífico. Y no es que cada escuela deba tener una biblioteca, sino que cada hogar, oficina de recepción, debe poseer sus anaqueles que la enorgullezca, hemeroteca para la sala de espera. Esa instancia apuntalaría el hombre y la mujer nuevos como la potencia que se pretende irradiar.

La dirección a cargo de Báez no dudo que haya dado pasos en pro de este proceso de cambio, pero pregunto, si son pasos revolucionarios? El interés con que saltó y promete proseguir saltando denunciando lo cometido en contra de su obra que tengo entendido, rumbo a best seller mundial, refleja un gran desequilibrio al cotejar los intereses de la nación, dígame qué dirá el presidente que si se atreve a entrar al país de Whitman, lo tasajearían sin contemplaciones. No veo nada de importancia honestamente que apuntale al venezolano a ser lector, o mejor, hacer un best reader (el mejor lector) del venezolano, tarea más importante que los best sellers (los mejores vendidos). Su obra en inglés por re o por fa llegará al lector interesado, cuál es la impaciencia? Habida cuenta que el interés expresado en su texto es un punto en el universo que debe calar en las conciencias de los pueblos, pero antes que ese punto están los mismos pueblos, desamparados de las herramientas que por suerte otros disfrutamos; las prioridades de su gestión se pierden de vista en el horizonte del libro, estamos hablando de la transformación, cuidado si no de TRANSMUTACIÓN del venezolano, cuánto nos gustaría saber que Báez llame a los medios con el mismo interés de su libro, para hablar de convenios con este o estos y aquellos ministerios, con otros países, propuestas que haya estudiado y no que salga con que la Biblioteca no puede, no está en capacidad o que su objetivos son estos y no estos otros. Los sótanos mientras tanto se atiborran de moho y comején de libros no difundidos, represados.

Una imprenta gigantesca a la orden de un proceso que se supone debe ser revolucionario, que deberá estar en funcionamiento para estos menesteres, aprovechada -no es que esté en contra de ello- para la divulgación de discursos presidenciales o de la AN. Al no verle un fin realmente revolucionario que sea transformado y colmar los noticieros con su interés particular, en lo personal me cayó bastante mal. Su fuerte crítica a la hija de Betancourt, no tiene la altura de lo que hace la cabeza de tamaña empresa cuyo objeto debe casualmente ser la moral, e impulsar las luces que tanta falta hace a nuestro gentilicio.

En fin, un plan agresivo que sacuda al interés del venezolano a otras vertientes, lo induzca a otros niveles, lo saque de esa modorra cuarto mundista, le provea herramientas para la cacería de su creatividad, libros para la creatividad. Creo que con sólo hacer un chasquido y brotan como hongos los autores, armarse de un verdadero equipo creativo, nada que ver con egos piratas, con verdadera vocación de servicio, armar colecciones de bolsillo, colecciones que se puedan vender en los Mercales, cuadernos para escolares que suplanten esa gringolada de portadas, colecciones de cuadernos de todo tipo, agendas, sacar de esa pesadilla en que se encuentra esa institución Plagar las librerías de anaqueles de la Biblioteca Nacional. Creo que se quedó corto el camino de Báez al pretender pelear un libro cuando la pelea es un millón de títulos para mis hermanos, pues la denuncia la formula la misma historia, la que necesita reivindicación de un pueblo que tome la institución y la vuelque hacia los intereses de esta nación que despierta. Inconcebible que mientras el Presidente logre millones para el desarrollo interior, las esquinas se bañan de reggaetón y cuanta insulsería lo empujen hacia el quinto mundo. Un cargo que podría tener el valor de todo Barrio Adentro, a cambio de un libro que no le publican, fin de mundo.


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Arnulfo Poyer Márquez


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