Charles es fanático de las intrigas y la desestabilización de cualquier sitio habitado que no tenga apariencia gringa. Cuando contaba ocho añitos de edad, experimentó por primera vez la sexual sensación de un estallido provocado por la pólvora que fue acumulando en una lata vacía de Campbell Tomatoes, a la que le agregó una mecha de dos metros y encendió para salir corriendo y sentarse a ver televisión con sus padres, mientras su hermanito de diez años se encontraba meciendo en un caucho Good Year en el patio… ¡BUM! Sonoro carajazo que levantó de sus muebles a papá y mamá…
¿Resultado? Mami y Papi le encendieron el culo a correazos al hermano de Charles y éste jamás supo quien fue el que encendió la lata con pólvora debajo de la casa. Charles, retoño fascista, tampoco aflojó nunca la lengua.
En su prontuario oficial, Charles comienza su carrera en 1977 cuando ingresa en el Departamento de Estado Norteamericano, según biografía escueta señalada por la página web de la embajada americana. Pero, su bautizo de fuego como miembro de la CIA lo ubica en Chile, cuando es derrocado Salvador Allende por el “aconsejado” Augusto Pinochet. Después regresaría a este país nuevamente ocupando el cargo de Ministro Consejero de la embajada norteamericana. Y así, ministro consejero en Trinidad y Tobago y otros cargos en Dinamarca, El Salvador, etc. hasta llegar a Venezuela en tiempos de revolución… ¡Ustedes saben! Para seguir “aconsejando” en materia de intrigas y desestabilización de aquellos gobiernos que no son “afines” a la política WASP del imperio.
Este personaje de sonrisa permanente y cara de inocente carajito, vuelve a la carga con unas supuestas “amenazas contra los intereses estadounidenses en Caracas”. Así mismo, aparece en Globovisión, ese canal que parece portavoz del sistema americano, estas amenazas se repitieron en la embajada de Gran Bretaña y la de España. Curiosamente, ambas embajadas, forman parte de la trilogía del terror que terminaron apoyando las invasiones de Afganistán e Irak.
Tomando en cuenta la advertencia hecha por el Comandante Hugo Chávez; advertencia que por cierto se expandió al mundo desde Monterrey, no es difícil sacar cuentas y encontrarnos con una posible denuncia Amerrikana de encontrarnos ante un nuevo reducto de “armas de destrucción masiva”, ahora en Venezuela (léase bombas molotov, triqui-traquis, fosforitos, saltapericos, cohetones o cualquier vaina que contenga pólvora y le de urticaria emocional y comercial a los gringos).
Cualquier mortal en este país que conozca la dirección de la embajada norteamericana, sabe que una bomba molotov (“artefacto incendiario” según Charles y reseñado por Globovisión), no pasaría de incendiar la pajilla que está en los límites de la embajada; muy lejos del bunker que Charles habita y sitio en exceso custodiado. Pero como Ereli, Powell, Condoleezza y el tarado Bush ya montaron su película de vaqueros, a Charles no le queda otra que ponerle el “The End” a esta mamarrachada que persigue derrocar a Hugo Chávez.
Charles, en complicidad con los embajadores inglés y español, está preparando nuevamente su lata de Campbell Tomatoes y provocar así una excusa para que el tarado del norte reaccione en una de sus locuras guerreras. Charles tiene dos buenos aliados; un inglés plegado desde hace tiempo a los intereses norteamericanos y un representante del baboso Franquista Moderno, que sueña con irse del gobierno español, siendo socio de una Repsol instalada en los campos petroleros venezolanos.
El problema de Charles no consiste en montar su lata de Campbell Tomatoes; en eso es un experto. La vaina es como hacer para que el pueblo venezolano que se mece en el caucho de su patio, se trague el cuento de un Charles que ha repetido sus explosiones por toda América Latina. Porque, si bien es cierto que tenemos a un sector de la clase media que sueña con estados asociados similares al de Puerto Rico, también es cierto que aquí hay un pueblo que ha despertado a tantas explosiones, mediáticas y reales, y no va a aceptar que le enciendan el culo así no más.
Charles estaba calladito después que le jorungaron la fiesta aquella cuando invitó a una Marta Colomina de caricatura. Todo indicaba que a su estadía en este país soberano, solo le faltaba el boleto de salida a los “yunai estei”… Pero, como buen hijo de gringo, prefirió mantenerse de bajo perfil en espera de tiempos mejores y, previa consulta con la Marta Colomina de carne y hueso, experta en bombas molotov preparadas en botellones de agua Clarita, ahora prepara esta estúpida maniobra de supuestos ataques incendiarios de “Grupos Radicales”…
Es probable que lancen una botella de Coca-Cola con gasolina en los predios del bunker americano… El peo, si explota, es quien se va a quemar con esta nueva embestida del gobierno norteamericano.
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