Arrepentidos… yo te aviso


Si de algo no puede pecarse con la oposición venezolana es de ingenuo. Suficientes demostraciones de irracionalidad, odio y ambición han dado como para que estemos alertas ante cualquier actitud por ellos asumida.

A riesgo de ser considerado radical, soy de los que expone que cuando lucen silenciosos, derrotados o arrepentidos es cuando más peligrosos son. Normalmente en esa actitud esperan agazapados por una mejor oportunidad para dar un zarpazo.

Sino, recuerden como actuaron las primeras semanas después del golpe del 11 de abril, mientras en la oscuridad preparaban el sabotaje petrolero de diciembre.
Hago este planteamiento después de leer una entrevista realizada a Julio Borjes, en la cual pide perdón por haber formado parte de la carmonada que acabó con nuestra democracia por cuarenta y siete horas, y por los daños causados a la nación con el sabotaje a la industria petrolera.

Como hecho aislado esto no tendría mayor importancia; sobre todo si consideramos lo torpe que suele ser este aprendiz de político. El problema es que cual virus contagioso, Liliana Ortega, Antonio Ledezma, frijolito y otros "líderes" de la oposición se muestran ahora partidarios de mantener, en el gobierno de transición con el que ellos sueñan, algunos de los planes creados por la revolución, como Misión Róbinson, Mercal y Barrio Adentro, etc.

No hay un ingenuo en este país que crea en el arrepentimiento de Julio y en la toma de conciencia de Liliana, Ledezma y compañía. Sin embargo, como he tanto muerto cargando basura; me permito expresar en esta nota mi apreciación al respecto.

Esa actitud es una consecuencia del desespero que en la oposición produce el leer sus propias encuestas y su convicción de que engañar este pueblo es una tarea sencilla.

Ellos desataron una campaña infame contra las mencionadas misiones. Que si los cubanos no son médicos, que si la mala praxis, que si las caraotas son duras, que si la harina de trigo tiene coquillo, que si la alfabetización es un plan para ideologizar. De pronto como, por arte de magia, la cosa les parece que vale la pena y están dispuestos a preservarla.

¿Y que decir de Julito? ¿arrepentirse de su participación en el golpe casi dos años después? ¿y considerar un error el sabotaje petrolero después de haberlo defendido con tanta pasión por más de un año? … que tarde piaste, pajarito.
Estos actores de pacotilla saben perfectamente que la mayoría del pueblo venezolano los culpa por las consecuencias de sus actos antidemocráticos y que muchos de quienes creyeron en sus mentiras, hoy ven con recelo el ataque desatado contra unos planes sociales de los cuales son beneficiarios.

¿Cómo explicarle, por ejemplo, a un humilde venezolano que compra productos baratos y de calidad en Mercal, que sus familia es atendida por los médicos de Barrio Adentro, que su esposa aprendió a leer a través de la Misión Róbinson y que su hijo consiguió cupo en la universidad Bolivariana, que esos planes son dañinos para la nación y que en consecuencia hay que eliminarlos?
Torpes (como de costumbre) fueron al atacarlos. Creyeron que bastaba con repetir la mentira un millón de veces a través de sus medios de comunicación, para que el pueblo los rechazara.

La realidad los obliga ahora a cambiar de estrategia. A la luz de los excelentes resultados y de la inmensa receptividad que han tenido las mencionadas misiones dentro de población; ahora cambian el discurso e intentan decirle al pueblo que hay que salir de Chávez pero preservar sus programas sociales.

No hay arrepentimiento ni reconocimiento sincero a nada. Derrotados y fracasados intentan una vez más engañar a un pueblo que ya no "come cuentos" y no cree en los farsantes del pasado ni en sus derivados actuales.

El pueblo sabe que si los mercaderes de la política llegaran al poder nuevamente, las escuelas bolivarianas desaparecerían, los estudiantes de la Universidad Bolivariana serían echados a la calle, los Mercal serían cerrados, los pescadores artesanales tendrían nuevamente la pesca de arrastre como competencia, los campesinos serían desalojados de las tierras que les han sido entregadas, los médicos no entrarían a los barrios, nos saldríamos de la OPEP y luego venderíamos PDVSA, las empresas de Guayana darían pedidas nuevamente y los empresarios volverían a dejar de pagar impuestos, a las cooperativistas les quitarían los contratos para dárselos nuevamente a las grandes empresas.
¡Ah! se me olvidaba, los canales de televisión volverían a pasar comiquitas y los obispos se retirarían a sus aposentos a echar una rezadita.

No amigos, no hay arrepentimiento ni nada que se le parezca; sólo siguen pensando que somos pendejos.





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Alexis Arellano


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