La victoria de la oposición en el
Estado Miranda, la Alcaldía Metropolitana de Caracas y la Alcaldía de
Sucre pone de manifiesto las redes que se han venido tejiendo contra el
proceso bolivariano. Pero la eficacia de esta nueva estrategia se
explica por la incapacidad para gestionar los graves problemas de
Caracas por parte de los alcaldes bolivarianos. La oposición en
Venezuela está cambiando las reglas del juego. Así ha conquistado la
capital.
¿Que es el Enjambre? ¿Que redes se han tejido en Caracas?
En
primer lugar hay que destacar que la oposición venezolana y la
intervención norteamericana han modificado profundamente su estrategia,
tal y como el profesor Miguel Ángel Contreras ha venido señalando. Y
hay que reconocer que les está funcionando. Su hito inicial fue
conseguir que tres millones de bolivarianos se abstuvieran en el pasado
referéndum para la reforma constitucional de 2007. Su éxito más
reciente: la retoma de la capital venezolana, centro neurálgico de la
revolución bolivariana. Tras la estrategia inicial de ataque furioso y
brutal concretado en el Golpe de Estado de 2002 y el Paro Petrolero, la
oposición ha adoptado cada vez más una estructura y un discurso más
complejos. Ya no son los viejos partidos y organizaciones empresariales
y sindicales del pasado. Ahora son redes que abarcan todo el espectro
de actividades sociales. De la misma manera que se organiza la sociedad
moderna: a imagen y semejanza de internet y sus redes sociales. La
oposición ahora es una red de redes semiautónomas que van desde los
medios de comunicación, la Iglesia Católica y las Evangélicas, los
partidos tradicionales y los partidos modernos, los movimientos
estudiantiles y los rectores, la clase alta y media y también sectores
desencantados de las clases media-baja y baja. La oposición tiene
nuevas caras, caras jóvenes: Leopoldo López, Capriles Radonski, Carlos
Ocariz, Yon Goicoechea, Stalin González, Ricardo Márquez. Ellos se
presentan ahora como la renovación, el cambio, la frescura y la
innovación. Y han hecho sus tareas, se han aprendido la lección. Tienen
una estrategia coherente y eficaz. Es parte de la llamada guerra de
cuarta generación que denuncia el sociólogo Carlos Lanz. Los herederos
de las élites y el poder tradicional se organizan y se presentan como
los resistentes, como los débiles frente al nuevo poder totalitario.
Tal y como hizo Otpor en Serbia y Pora en Ucrania.
¿Como la oposición llegó hasta esta nueva estrategia?
Por
un lado el asesoramiento de Think Tanks, o centros de pensamiento,
norteamericanos y europeos ha venido explicando a la oposición
venezolana que la sociedad ha cambiado estructuralmente y como debe
adaptarse a ella. Los grupos opositores están siendo asesorados en
técnicas de organización descentralizada pero coordinada, así como en
técnicas de comunicación y de marketing. Y finalmente se han estrellado
con la más simple lógica. Fracaso tras fracaso, la oposición ha tomado
conciencia de que no podía despreciar sistemáticamente a las mayorías
venezolanas de piel oscura y clase popular. Años de errores y derrotas
les han permitido volverse humildes y aprender del enemigo y de si
mismos. La debilidad les ha obligado a agudizae el ingenio. Y han
encontrado su piedra filosofal: apropiarse del discurso bolivariano.
Lanzarle al gobierno sus propias propuestas ahora en boca de las redes
opositoras. Globovisión, por ejemplo, tiene más programas sobre los
problemas de los barrios que las televisiones públicas. Los líderes
opositores están consiguiendo crear estructuras políticas en los
barrios más pobres. Su propaganda utiliza por primera vez y de manera
masiva la imagen de venezolanos negros y de los barrios. La
constitución de 1999, a la que se opusieron en su momento, es ahora su
carta de presentación democrática. Los estudiantes de clase media se
movilizan contra sus propios derechos como el voto paritario en nombre
de la democracia. Las élites criollas se pasean de la mano de los que
hasta hace poco tildaba de chusma marginal. La derecha se viste de
izquierda. Pero pareciera demasiado rápido el cambio de la oposición.
Demasiado evidente tal vez. Entonces la pregunta que cabe hacerse es:
¿Como es posible que sea tan eficaz toda esta estrategia? Pero para
contestar esta pregunta es necesario formularse otra.
¿Un éxito de la oposición? ¿O un fracaso de los líderes
bolivarianos?
Tras
diez años de gobierno bolivariano, la rigidez, la ineficacia y el
centralismo no son ya propiedad exclusiva de las élites opositoras. Y
esto explica que el problema no es solo una cuestión de estrategia
política. En Caracas solo hay que pasearse por las calles para
encontrar una respuesta a la victoria de la oposición. El fracaso de la
gestión de problemas fundamentales como la inseguridad, el transporte,
la vivienda o la basura hablan por si mismos. Solo hay que entender que
la muerte de cientos de personas a manos de la delincuencia, la
imposibilidad de alquilar o comprar una vivienda, las interminables
horas para trasladarse al puesto de trabajo y el caos urbanístico son
insoportables. Esa es la clave: los problemas son demasiado graves,
demasiado intolerables. Y los alcaldes bolivarianos no han podido
resolverlos. No han sabido solucionarlos. Eso ha sido un golpe fatal a
la moral y a la resistencia de los caraqueños. Tras diez años, la
ciudad sigue siendo un infierno para la mayoría de sus habitantes. El
fracaso principal es de estos alcaldes. A los cuales hay que sumarles
una muy inteligente campaña para capitalizar el descontento ciudadano
por parte de quienes fueron el origen de todos esos males y que ahora
se presentan como los salvadores.
Rigidez o flexibilidad. Redes o Centralismo. Eficacia o Fracaso.
Todo
esto nos lleva a reflexionar sobre el hecho que en la sociedad actual
la organización flexible, en red, es la única eficaz. Como alguna vez
expresó el presidente: el concepto de fortaleza de los bolivarianos no
está representado por una división blindada, por unos tanques. La
fortaleza no es la del roble, orgulloso y robusto que ante la tempestad
saca pecho y se enfrenta confiado. Esa fortaleza de los poderosos es
rígida y ese mismo roble termina partiéndose ante el viento invisible.
En cambio los humildes bambús, los discretos helechos se encuentran por
todas partes y ante cualquier tipo de viento huracanado se curvan pero
nunca se rompen. Rigidez es debilidad, flexibilidad es fortaleza.
Centralismo es ineficacia, la organización en red, participativa, es la
más funcional. El 13 de abril, como ha declarado el general Melvin
López, fue una guerra de redes. Miraflores, tomado por los golpistas,
fue desbordado por las redes sociales que rodearon los centros de poder
golpistas. Hay que volver a ser humildes y autocríticos, dinámicos y
eficientes como así fue el espíritu del Trece. La derrota ha de
servirle al luchador para reflexionar y para prepararse mejor. No hay
otra vía. Asumir las fortalezas y las debilidades. Y salir de nuevo al
combate.
Pero
sobre todo lo que queremos los que habitamos Caracas es mejoras
concretas, eficacia y hechos. Honradez, preparación y alcaldías
participativas junto a los consejos comunales y la ciudadanía. Hechos y
no palabras. Soluciones y no excusas. Esas fueron las razones del éxito
de 1998 y las razones del fracaso de 2008.
Conoce a tu enemigo, conócete a ti mismo y no serás derrotado. Sun Tzu
O inventamos o erramos. Simón Rodríguez
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