Un primer análisis de los resultados electorales muestra que el PSUV es la más poderosa y primera agrupación política del país, credencial con más mérito por haberla ganado cuando todavía no puede decirse que ha completado su aprendizaje y madurez. Ahora corresponde a sus cuadros dirigentes la tarea de aprovechar los éxitos y reveses para mejorar la organización y los métodos de dirección.
No es propio de un partido revolucionario regodearse en el cómodo regazo de sus éxitos, sino por el contrario hurgar en sus errores y fallas para corregirlos. No debe olvidarse el sabio consejo de los viejos ideólogos socialistas: la crítica y autocrítica es la ley de crecimiento y desarrollo de los partidos revolucionarios. En donde los bolivarianos fuimos derrotados, sin duda hubo ausencia del coraje, la organización y la conciencia del PSUV y de sus cuadros, lo que nos obliga a una revisión autocrítica.
El PSUV ganó 17 gobernaciones y en donde se perdieron, fue por una mínima diferencia. Es una gran victoria. Sin embargo, no deben subestimarse las conquistas por la oposición de estados tan importantes como Zulia, Táchira, Miranda y Carabobo, además de la Alcaldía Mayor de Caracas y la Alcaldía del municipio Sucre.
No hay suficiente excusas por justificar estas pérdidas, sin embargo es indudable que en algunas de ellas influyó las faltas cometidas por alcaldías bolivarianas. En cierto sentido, fue un "voto castigo" el que condujo a la derrota del PSUV en algunos de estos lugares.
Cada caso merece su propio examen. No es posible desconocer que en Miranda está la mayor concentración de los sectores sociales adversos al proceso socialista. Nos referimos a las urbanizaciones del Este de Caracas y los Altos Mirandinos. Son los asientos de una clase media, a la que se le impregnó hasta los huesos de miedo al socialismo, por las propiedades acumuladas, por su identificación ideológica con la vieja política y con la burocracia partidocrática, han constituido bastiones de la contrarrevolución que el proceso revolucionario no ha podido desarmar.
Mientras se mantengan esos bastiones estarán ahí generando contrarrevolución día a día, conspirando activamente contra la estabilidad de la República, amenazando a la revolución venezolana.