La ira, gigante del alma

¿Por qué perdimos Carabobo?

Miedo, ira, amor y deber son los "cuatro gigantes del alma" como los denominó Emilio Mira y López, reconocido pensador de la época de la guerra civil española. Son las emociones primarias que someten la voluntad del ser humano. ¿quién no las experimentó alguna vez en su vida y sufrió sus consecuencias?

Pero, como no pretendo escribir un tratado sobre las emociones, me voy a referir sólo a las indeseables consecuencias que la ira, justificada respuesta a la traición y el engaño, ha tenido para el pueblo revolucionario de Carabobo. En efecto, perdimos Carabobo por lo que a mi juicio fué un desacertado manejo del caso Acosta Carlez por parte de nuestro comandante en jefe.

Nunca debieron proferirse aquellos insultos y ofensas públicas contra el mandatario de Carabobo. El poder persuasivo que le sobra a su "padre político" y las pruebas existentes en su contra, hubiese sido suficiente para convencer en privado al general "eructo" que declinara su aspiración a un segundo mandato. No se necesita ser muy buen observador para uno darse cuenta de que todo lo que le sobra en estatura y buena pinta a Luis Felipe, le falta en coeficiente intelectual. El general es un típico caso de infantilismo en la edad adulta, ¿no es así "mi pueblo"?.

Pienso que Chávez, con su enorme poder de convencimiento, sumado al ascendiente que proyecta sobre el sujeto, fácilmente ha podido convencerlo en privado de que más le convenía viajar a China para que aprendiera el mandarín que permanecer por otros 4 años al frente de Carabobo.

Chávez no lo hizo así. La ira, uno de los cuatro gigantes del alma, dominó al presidente y esto en política constituye un pecado capital. Este hombrón aniñado, rochelero y travieso como todo muchacho, corrupto pero no el único, logró sacar de sus casillas al propio presidente y máximo jefe del proceso revolucionario.

El resultado se conoce y para explicarlo podemos apelar a esta exagerada simplificación: los 56.290 votos que sacó Acosta Carlez, sumados a los 381.950, bastantes para un candidato como Mario Silva, sembrado a los carajazos en una entidad que no era suya, totalizan 438.240 votos, más que suficientes para derrotar a Salas Feo, en una contienda donde todos eran malos candidatos.

El autor es economista y su email es jtrujillo@cantv.net


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