Lo mejor que nos pudo pasar

De verdad no sé si un mapa “Rojo Rojito”, nos convierte automáticamente en un pueblo revolucionario. De lo único que puedo dar fe, es que las elecciones pasadas y recientes, nacionales, regionales y municipales la opción con más de un 54% en promedio de electores, ha sido la propuesta del presidente Chávez. Procesos que no nos hacen ser más o menos chavistas, más o menos revolucionarios. Sólo indica que votamos por una propuesta y no por otra. Endilgarse el nombre de revolucionario no es una decisión personal, es un estatus que se logra a través de un proceso de lucha de toda la vida que tiene como sus grandes objetivos la construcción de una sociedad de paz, de justicia, de igualdad y de libertad. Ser revolucionario no es sólo votar por la opción del Presidente Chávez, es apoyarle críticamente y construir con él y las grandes mayorías, el Socialismo del Siglo XXI o del Siglo XXII.

Nuestros resultados electorales, a mi humilde juicio, fueron una victoria pírrica. Hay evidencias numéricas que reflejan lo que cada sector político quiere ver o lo que los medios de información, de un lado o de otro, quieran construir. Estamos perdiendo terreno. Las victorias de la derecha en la región capital, fueron contundentes. El afianzamiento del rosalismo en el Zulia es una enfermedad real y contagiosa. La victoria en el Táchira replantea un problema geopolítico interno. Carabobo en un estado fracturado proclive al afianzamiento de sectores reaccionarios. Nueva Esparta impuso su fortaleza mercantilista, sobre nuestras políticas públicas. La situación del estado Barinas, emblemático por ser la tierra del presidente, deja mucho que desear; no es posible que allí nos estén latiendo en la cueva gracias a una diferencia de votos que hubiese dado como ganadora a una oposición unida. El caso del estado Bolívar es un calco de lo que pasa en el estado llanero. Y lo de Miranda y el distrito metropolitano prefiero no comentarlo, cualquiera de las razones que los compatriotas quieran hacer, son válidas.

Parecemos necesitar el látigo de la contrarrevolución, o dicho en cristiano aprendemos a coñazos. Creo que dadas nuestras costumbres, esto ha sido lo mejor que ha podido pasar para reiniciar un proceso de reconstrucción -4R: revisión, rectificación, reimpulso y recursos- de un camino que se inicio el 13A y fue amansado por sectores dirigentes, luego de la lucha de emociones más que de convicciones revolucionarias, que restituyó a Chávez en el poder. Recordemos a Herman Hesse cuando señalaba que ninguna persona puede ver y comprender en otros lo que ella misma no ha vivido. La verdad se vive, no se enseña. Bueno, vamos a ver que aprendemos siendo oposición política en las regiones dominadas por la derecha. Vamos a ver como fortalecemos el poder popular. Vamos a ver como defendemos los logros de bienestar social alcanzados. Vamos a ver que aprendimos en las regiones “rojas rojitas” para profundizar la revolución.


escarandy@hotmail.com


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