Mientras el Presidente se mata por nosotros, una corriente fúnebre y horriblemente capitalista florece dentro del PSUV

En revolución, uno de los lastres más terribles es todo ese funcionariado que conforma la maquinaria del Estado. En nuestro caso, se trata de una maquinaria, casi en su totalidad, adeco-copeyana. Al frente de ese lastre, siempre coordinando a la contrarrevolución, está Globovisión quien con argucias y mañas de todo tipo y color logró el milagro de derrotar al chavismo el año pasado. Porque Globovisión representa un estado mental, una forma de vida; no es un partido político, no es una organización social de base. Como lo dijo ayer Manuel Rosales con todo el desparpajo de su alma: “A mí sí me gusta el imperio. A mí sí me gusta ir a Disneylandia, visitar sus grandes parques de diversión y lanzarme por la montaña rusa; y tengo dos hijos que sí son pitiyanquis…” ¿Y quién dentro de la administración pública chavista, sinceramente, con todo corazón, conciencia, alma y cojones está contra esta posición de este zángano de Rosales?

Este grito clamoroso, firme y decidido de Rosales recibió candentes aplausos en la mayoría de los maracuchos que seguían su sainete por televisión, porque esta gente ama el estilo de vida pro-gringo de los adeco-copeyanos. Ese estilo que consiste en “no ser pendejo”, en robar, en “vivir bien” y en madrugar al amigo, al padre o a la madre para sacarle lo que se pueda. Si los disociados continúan creciendo producto del estilo de vida importada cuya difusión se hace de manera delirante a través de los centros comerciales, de la radio, prensa y televisión; imponiéndose de forma desaforada a través de los nuevos malls que avasallan ahora a las grandes ciudades, digo, esta revolución no podrá tener ningún futuro. Un mall atestado de chamos que se quedan fríos ante unas vitrinas que ofrecen iPhones, playstations, laptos, virguerías digitales, destroza en un segundo mil llamados delirantes de lucha de nuestro querido Presidente Hugo Chávez. ¡Y con la plata que está corriendo desde hace tres años! ¿Quién va a estar pensando en socialismo en gente embutida en imágenes de carros de lujos que le provocan espantos y orgasmos; gente metida en intendos, en juegos lúdicos, en los últimos gritos de la moda, entre barahúndas de tetas y traseros recién hechos?

Por ejemplo, Barquisimeto es una de las ciudades más frívolas, más fatuas y cursis de América Latina, y el triunfante gobernador allí, Henry Falcón, que ha obtenido el más alto porcentaje de todos los gobernadores triunfantes, ha calado precisamente en esa gente porque entre otras cosas ha promovido con toda su alma la construcción de dos Sambils. Barquisimeto es la ciudad con el mayor número de centros comerciales en Venezuela. En Barquisimeto casi nadie lee libros, y la incultura es espeluznante. En una encuesta que se hizo entre cien personas de la clase media sólo una sabía quién fue Lisandro Alvarado. De todos estos lodos no puede venir nada bueno socialistamente hablando. ¿Cómo carajo podíamos ganar nosotros en la alcaldía de Petare, en la gran Caracas y en la gobernación de Miranda, cuando quienes allí gobernaban eran unos señores sin real conciencia socialista ni bolivariana? Yo, por Dios Santo, que nunca le vi nada de revolucionario a José Vicente Rangel Ávalos, quien parecía sólo un paralizante y petrificado muñeco e’ torta. El caso de Juan Barreto, un hombre inteligente, resultó terriblemente desolador y frustrante para la patria. Barreto salió con aquellos desafíos de que iba a expropiar los terrenos de Country Club, ridículo, coño, pero al mismo tiempo se dedicó a llenar su Alcaldía con copeyanos y adecos. Para completar tenía nexos administrativos con una querida (o querido) de Bobolongo, razón por la cual la Alcaldía Mayor colocaba cientos de anuncios, pagando miles de millones a “El Nacional”. Al inicio de su administración, Barreto celebró la coronación de una reina de la Alcaldía con la presencia de Osmel Sousa y toda la parafernalia y cursilería burguesa. Qué bolas. Y lo peor fue que Barreto nunca saltó la talanquera, sino que como muchos otros, se quedó allí en el PSUV, chupando de lo grueso y de lo caro. Creándonos dentro de las comunidades un descrédito espantoso. Lo mismo que nos pasó en la alcaldía de Mérida donde un pastoso infiltrado llamado Carlos León, se unió con el clero ultraderechista de Baltazar Porras y se dedicó a las repugnantes prácticas frívolas (las que le provocan goces indecibles al nuevo alcalde Lester Rodríguez, el ex rector opusdeista, padre del bandido Nixon Moreno): coronación de misses, promover ferias del ron con sus juegos de envite y azar, y corridas de toros. La verdad es que todas las comunidades de Mérida odiaban a Carlos León. Yo personalmente le envié un informe a la Dirección del PSUV, para que a tiempo se considerara la posibilidad de sustituir a este tipo, porque su derrota era evidente; la gente se vería obligada, con harto asco, a darle el voto. Quedó en venir una comisión y nunca vino nadie. Yo tuve que hacer campaña por él y darle mi voto. Qué más. Ahora, a tragar grueso y a pasar las de Caín. Cosas que arrechan y lo dejan a uno frío y sin habla. Yo me animo y me lleno de amor patrio cada vez que habla el Presidente, pero entonces, coño, a la vuelta de la esquina me encuentro con un hijo de puta que dice estar con nosotros, y que está encumbrado en un cargo, y allí poniéndonos una redundante y descomunal plasta. Y eso cunde por todos lados como hierba mala. Atornillados como dioses sin que realmente el pueblo pueda encontrar un mecanismo para sacarlos porque se crea el temor de que podemos perder poder y votos. UN ERROR GARRAFAL, porque es todo lo contrario: todo lo dañino lo que hace es debilitarnos y destruir lo fuerte. Y lo que ha de caer debe además ser empujado. Y persona que no eleva, rebaja. Así, pues, al carajo con toda esta basura, con toda esta mierda que nos está ahogando, que nos está frustrando, que nos está perdiendo.

Y así mismo proclamo que si a Globovisión no la sancionan con severidad, por allí comenzarán a verse los primeros signos de las costuras de una gravísima derrota. Se ha probado que cuando el gobierno actúa sin cortapisas, la derecha retrocede tremendamente; de lo contrario se envalentona y sale a coger espacio. Ya Globosivión no sólo está tratando de arrinconar al gobierno en lo interno sino que ha disparado todas las alarmas internacionales para aprovechar el supuesto triunfo que obtuvo el 23-N. Así su guerra es frontal, y la SIP, quinientos medios regionales, la Iglesia (con la voz directora de Urosa Savino), CNP, AIR, las degeneradas ONG’s, Reporteros Sin Fronteras, la mierda esa de 2-D y otras corrompidas instituciones gremiales tratan de neutralizar el procedimiento iniciado por Conatel.

Coño, ni un paso atrás, CARAJO. Patria, socialismo y carajazos al fascismo O NO VENCEREMOS.


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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