A propósito del penoso escrito del comando de campaña del doctor cirujano Francisco Contreras, alcalde derrotado de Upata o del Municipio Piar del estado Bolívar con un contundente 48 por ciento a favor del abanderado del PSUV licenciado Gustavo Muñiz, es bueno recordarle al comando de campaña del PCV que el problema de fondo en ese espacio político reconquistado por la revolución bolivariana no era en modo alguno la fecha de entrega o del poder. Ese era un asunto formal que no tenía por qué generar toda la controversia que auspició el señor Contreras desde sus escondites y su ubicuidad radial.
Ese es un asunto menor. Lo importante en todo caso es que el pueblo de Piar expulsó de la Alcaldía a Contreras y a su PCV desligado del sentimiento del pueblo, ya que por el mencionado médico apenas votaron 2.524 personas, en su mayoría trabajadores a sueldo de la institución municipal, convertida en el 2008 en un enorme elefante blanco de burócratas aliados de su Partido Comunista, que irresponsablemente elevó la nómina del poder local de Upata, El Pao y El Manteco hasta más allá de las 600 personas, entre fijos, contratados, a destajo, cooperativistas, esto sin contar las contribuciones a amigos, los favores a los contratistas y los agradecimientos y lealtades familiares, que también producen votos.
Con este pequeño ejército de amigos e incondicionales repentinos integrantes del comunismo clientelar, sin sustento en las comunidades urbanas y rurales, sin ningún basamento real de conciencia de clase y lucha revolucionaria, el alcalde Contreras hasta el 23 de noviembre mantuvo su ilusión de pretender sumar cuatro años a su incompetente gobierno.
Por fortuna el noble pueblo de Piar le asestó la golpiza política que refleja el CNE en su informe de resultados, ya que el alcalde comunista apenas alcanzó el cuarto puesto, quedó bien lejos del nuevo alcalde del PSUV Gustavo Muñiz, quien le sacó más de 14 mil votos de ventaja y le demostró que toda la campaña de odio desatada por el PCV y sus acólitos contra el partido de la revolución no era sino un canto de sirena o un grito desgarrador de la derrota.
De nada le sirvió su empeño por descalificar al hoy alcalde y al Gobernador Rangel Gómez, y al pueblo chavista cansado de su pésimo gobierno. No tuvieron éxito sus insultos contra quienes adversamos su gestión ineficaz, quienes le denunciamos sus obras paralizadas, su falta de sintonía con el pueblo, su empeño por llenar la Alcaldía de burócratas provenientes de otros estados orientales y de amigos y familiares, su fallido intento por sembrar en Upata la desesperanza y la división en las filas del partido de Chávez, su fracaso en la atención de los problemas de servicios.
Un alcalde desligado del pueblo, ausente del calor de la gente, escondido en cuatro paredes, dedicado neciamente al perifoneo radial insulso, sin un proyecto de desarrollo social y productivo, sin una obra de envergadura que mostrar, que olvidó sus tareas primarias como la atención de la problemática de vialidad de Upata, convertida en una ciudad sin dolientes, repleta de huecos, obras sin concluir, sin un mercado bien atendido, con un servicio de aseo irregular, con un relleno sanitario a medio concluir, con terrenos ociosos y sin uso, con un alumbrado de avenidas deficiente y en franco deterioro, tomada por la anarquía del transporte y por la delincuencia, por la buhonería incontrolada, con su entorno natural de valles, serranías y reservas de agua asediado o destruido por los destructores del ambiente, una ciudad sin parques, sin avenidas atendidas, sin museos, sin polideportivos, sin casco histórico protegido, sin estadios nuevos, sin atención al deportista, sin boulevares, sin proyectos económicos, es un Alcalde con rostro de derrota, que no merecía el respaldo del pueblo. Esa era una verdad tan grande como la votación total del PCV a nivel nacional, que a duras penas sobrepasó el 0,5 por ciento.
En el caso de Piar por supuesto el PCV tenía cierto espacio de poder y de influencia como partido de gobierno, que le permitió sin duda al doctor Contreras elevarse de ese rechazo popular a su decadente partido comunista, para escalar hasta un 7 por ciento de los votos, cifra nada despreciable, pero a todas luces demostrativa de que su empecinamiento por mantenerse como Alcalde era producto más de su ambición de poder que de su racionalidad . Ahora lo obvio es que ese 7 por ciento de nada le sirvió sino para consolarse. Porque más allá de este resultado pírrico recibió un contundente rechazo colectivo, que se evidencia en el hecho de que el candidato de oposición más votado Américo De Grazia, abanderado de AD, Copei y la Causa R, obtuvo el 23 N más votos que el saliente al sumar un poco más de 11 mil votos.
Lo real, lo tangible, es que la Gente de Upata, de Piar, de El Manteco, de El Pao, valoró negativamente la gestión de este alcalde sin pueblo y no le perdonó jamás que tratara por todos los medios de dividir el voto chavista para beneficio de la oposición. Afortunadamente la votación del PSUV y de Muñiz, nuevo alcalde, fue tan contundente, que ni con la sumatoria de los dos opositores que le ganaron en votos a Contreras, fue posible que este político repleto de odio hiciera realidad su sueño de derrotar al partido de la revolución y al candidato de Chávez.
En relación con la queja de su comando de campaña debemos aclarar que si algo es bien penoso para los comunistas es el pretender darle lecciones de moral y de legalidad al pueblo. Para la gente de Piar lo importante después de aquella derrota del PCV no era centrarse en una estéril discusión con el señor Contreras sobre si la Alcaldía era o no suya. Porque esa discusión era necia, innecesaria, insustancial.
Lo que debió hacer entonces el doctor Contreras era salir por la puerta del frente como le corresponde a un supuesto revolucionario que debe entregar el poder. Debía por tanto entregar serenamente y con responsabilidad su cargo, en la semana siguiente a su derrota, tal como lo hicieron los alcaldes de Heres, de Caroní, de Cedeño, de Sucre, de Raúl Leoni, de Padre Chien, de Sifontes, de El Callao, de Roscio, de Gran Sabana, sin tanto pataleo sin tanta argumentación estéril.
Este alcalde derrotado recibió el rechazo de 93 de cada 100 electores de Piar que acudieron a las urnas. Con tamaña paliza lo racional era preparar una transición sin traumas, elaborar sus actas, inventarios e informes de entrega, que nos imaginamos debían estar listas hace una semana en las direcciones y secretarias, porque más allá del fanatismo o las ilusiones estamos seguros de que la mayoría de altos funcionarios ya las tenían elaboradas, así como se apresuraron a autopagarse sus beneficios salariales y contractuales como burócratas. Pretender quedarse en la Alcaldía como una trinchera absurda de la ambición desmedida de poder era una auténtica provocación, una necedad, una estupidez. Era provocar al pueblo. Era una invitación al desorden y la confrontación.
Afortunadamente el pueblo que votó por el PSUV, por el candidato de Chávez, Gustavo Muñiz, tuvo la paciencia, de esperar una semana. Estoicamente esperamos cinco días después de la juramentación del alcalde entrante el 26 de noviembre, para ver consumada la buena nueva de la reconquista de la Alcaldía de Piar, que esperamos sea colocada al servicio de la gente, para reconvertirla en una auténtica institución bolivariana y revolucionaria.
Tamaña irresponsabilidad de pretender enquistarse en la Alcaldía hasta enero, alegando razones legales, tenía claramente la intención de provocar la paralización de la gestión local, alterar el normal funcionamiento de los servicios, retrasar la continuidad administrativa, facilitar el trabajo de saboteo de sus cuadros internos aún en puestos claves en la Alcaldía. Porque si a leyes nos remitimos el señor Contreras debía recordar que a su PCV y a los suyos se les había vencido en Piar el periodo de Alcalde la penúltima semana de noviembre. Por lo tanto legalmente tampoco ya tenía derecho a pretender erigirse en el guardián del poder popular.
Por fortuna la espera culminó el lunes 1 de diciembre, cuando con la ayuda de la Juez de Distrito el alcalde Muñiz pudo por fin ingresar al Despacho de la Alcaldía, para encontrarse con unas cajas mal embaladas, con una pequeña hoja como acta de recibido, donde supuestamente se encontraba toda la información requerida para la transferencia del poder local. Ese día en la tarde el doctor Contreras seguía escondido. No dio la cara. Se dedicó a hablar desde la radio de su aliado el candidato de AD, Copei y Causa R Américo De Grazia, para mentir y pregonar que las huestes del PSUV habían ingresado violentamente a la Alcaldía y que El, el perfecto, el comunista, el sacrosanto, el marxista, el digno, el intachable, el leguleyo, el revolucionario, el izquierdo endógeno, lo que había hecho era defender el estado de derecho y salvaguardar los bienes de la Alcaldía de Piar.
Esta es la auténtica historia de un acto de cobardía y de necedad protagonizado por el doctor Contreras, el único alcalde saliente de Piar, que en los anales de las dos décadas de poder local electo por el pueblo, no se atrevió a dar la cara en la derrota, conducta que desdice mucho de su condición de supuesto revolucionario y que lo delata como lo que siempre ha sido. Un irresponsable que no estuvo a la altura del compromiso histórico y que cegado por su ambición y su soberbia pretendió socavar las bases de la revolución en Upata, en Piar, en El Manteco, en El Pao, para entregarle la Alcaldía en bandeja de plata a su nuevo aliado Américo De Grazia.
Por fortuna y por voluntad popular el tiro le salió por la culata. Le tocará ahora a la historia juzgarlo y ahora lo vamos a citar textualmente. “Porque la verdad florecerá señor Alcalde Saliente del PCV. La mentira tiene patas cortas”. La razón y el tiempo serán su jueces. Así como será también los jueces de las nuevas autoridades electas, el alcalde Muñiz, el Gobernador Rangel Gómez, quienes tienen el difícil, el complejo, el hermoso compromiso de consolidar el proceso de cambio y de revolución socialista en Piar. Una tarea ardua, que debe hacerse con el pueblo en la calle, con justicia, con honestidad, con compromiso, sin descanso, con solidaridad, sin burocratismo y con eficiencia revolucionaria.
(*)Periodista
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