Más allá de las interpretaciones sobre la constitucionalidad o no de la iniciativa para aprobar la enmienda que permita la reelección presidencial, todo parece indicar que en el primer trimestre del venidero año 2009 estaremos nuevamente acudiendo a las urnas para rechazar o aceptar que el presidente Hugo Chávez Frías pueda postularse nueva y repetidamente al cargo que detenta desde hace una década. Sólo una decisión en contrario del Tribunal Supremo de Justicia impediría la realización de la consulta. Y, francamente, no veo ese panorama, aunque la vida te da sorpresas, como lo reafirma el coro de Pedro Navaja.
La activa y protagónica participación del presidente Chávez en la campaña para escoger alcaldes y gobernadores era, como en el béisbol, parte del libreto que estamos viendo en pleno desarrollo. Chávez fue el eje de la campaña porque de esa forma garantizaba el triunfo en unas cuantas regiones en las cuales, sin su participación directa otro gallo cantaría. Y los ejemplos sobran. Pero también porque ya se dibujaba el paso siguiente. Las elecciones regionales constituyeron la precampaña de cara a la enmienda.
Asumir el apoyo o el rechazo a la enmienda planteada tiene sus bemoles y sus vericuetos. En primer lugar, es obvio que en las actuales circunstancias y, por ahora, no hay dentro del chavismo una figura con el arrastre y el liderazgo del Presidente. Los potenciales precandidatos de cara a 2012, Aristóbulo y Diosdado Cabello, salieron derrotados. Y, sinceramente, aunque hubiesen ganado, sin duda alguna estaríamos ante el mismo cuadro político, a las puertas de un referendo. Chávez no tiene sustituto dentro del chavismo. Ni ha trabajado para tenerlo. Esa es la verdad.
En este análisis también cuenta lo que piensa el pueblo chavista, ese que vota no sólo por Chávez sino por lo que él encarna y por las cosas y los nombres que propone. Ese pueblo que defiende las misiones sociales, que se siente representado por el liderazgo del Presidente, que tiene temor a perder sus logros, pocos o muchos, absolutos o relativos, según la óptica de cada quien. Ese voto chavista e incondicional, que acaba de elegir, por fidelidad a su líder, alcaldes y gobernadores sin peso propio, salvo excepciones como Henri Falcón o el Gato Briceño, por mencionar sólo dos ejemplos, pesa y mucho. Esto le da al Presidente una base de apoyo muy sólida, pero será suficiente?
La discusión sobre la pertinencia o no de la reelección va más allá de que sea o no un deseo de una mayoría. Un sistema político en el cual un hombre es imprescindible indefinidamente lleva en sus bases el virus de la debilidad .Por eso dije en una reciente entrevista, publicada en Noticias24.com, que el mayor éxito de Chávez sería lograr que el proceso de cambios pueda trascenderlo. Por lo demás, quienes creemos en la transformación de la sociedad apostamos a la promoción de un liderazgo colectivo, sin mesianismo, que no haga concesiones a la humana tentación de aferrarse al poder. Si luego de diez o catorce años la única carta capaz de impedir que la oposición tome o retome el poder es Chávez, ello es un signo de que lo que se ha construido en este tiempo está basado en el carisma o el liderazgo paternal de una persona y no en el avance y el crecimiento consciente de la sociedad. Y ya sabemos lo que la historia recoge sobre experiencias de esa naturaleza.
Y otro asunto se refiere a la reelección hecha a la medida de un cargo o de una persona, como es el caso actual. ¿ Por qué se invoca el derecho del pueblo a elegir cuantas veces quiera a un presidente y se le niega cuando se trata de reelegir a un buen alcalde, diputado o gobernador?
Dado que el Presidente carece de un estado mayor o de una dirección política capaz de plantearle un debate de fondo sobre estos temas, lo invito a una reflexión, aunque sea individual, sobre las implicaciones de su modelo de propuesta reeleccionista en las actuales circunstancias. Si la revolución no puede seguir sin la reelección ¿será una revolución verdadera?
Lenny Manuitt. Rechazo la cobarde agresión contra Lenny Manuitt. Ojalá haya castigo para sus atacantes, y para los autores intelectuales de este vil atropello, que a todas luces tiene trasfondo político.