La inocencia no mata al pueblo, pero tampoco lo salva. Lo salvará su conciencia, y en eso me apuesto el alma. (Alí Primera)
Comenzaré este artículo parafraseando a Simón Bolívar: “Nos han dominado más por el miedo, que por la fuerza”…
Recientemente en una clase de Post Grado en la UVB, en la cátedra de la Prof. Nidia Cárdenas “Pensamiento, Estado, Democracia y Políticas Sociales”, se suscitó un pequeño y acalorado debate sobre el comportamiento humano y su posición ante el miedo.
En este contexto, cabe preguntarse lo siguiente: ¿Existe o está latente el miedo en el común de la gente que defiende el actual proceso revolucionario venezolano?
La naturaleza del materialismo y la economía de consumo, así como las fuerzas de la mercadotecnia y la propaganda que manipulan la mente de la masa en nombre de este sistema, nos llevan a creer que esta forma de vida es el único futuro para la humanidad. En ese sentido pensar lo contrario, es caer presa del temor, la duda, la incertidumbre y el miedo. El miedo anula, bloquea, no permite discernir las situaciones en su justa dimensión y las reacciones carecen de congruencia con la realidad.
Engel en su libro “El papel de la violencia en la historia” muestra que no es la violencia la que funge como motor de la historia y forjador del orden económico, sino por el contrario que la violencia nace de determinado orden económico y conforme a sus necesidades.
El miedo es hoy uno de los elementos constitutivos más poderosos de las relaciones sociales y de los procesos de producción de subjetividades, que buscan la homogenización y la desaparición de las diferencias; así sea a costa de la liquidación de los diferentes.
El miedo es incertidumbre de lo porvenir, que emplaza el imaginario de una vida estable que se plasma como una subjetividad dominante y como oferta suprema del capitalismo.
En el caso de Venezuela el miedo todavía hace mella en la psique de los venezolanos, por cuanto todavía no se ha deslastrado del subconsciente de las mayorías el formato made in USA que nos han inoculado durante tanto tiempo, y que traducido en un tiempo de penetración diurna y nocturna de 24 horas (caso Globovisión) nos invaden, transculturizan e infunden miedo, a través de ondas hertzianas y mediante enlatados goobelianos, teleculebrones y formatos cinematográficos, en donde el bueno es el estereotipo blanco-sajón norteamericano, y los malos, el estereotipo de color o zambos criollos y mestizos.
Todo eso configura una soterrada guerra subliminal que va minando el subsconciente del venezolano, y de hecho va creando la cultura per sé del temor, la duda y del miedo en los individuos.
La derecha burguesa política-empresarial y religiosa, viene descalificando el proyecto socialista de Chávez señalándolo como un "comunismo disfrazado". Lo etiqueta como rezago de la fracasada experiencia marxista-leninista de los soviéticos y del "tormentoso" castrocomunismo de Cuba, y vaticina que acabará con la propiedad privada, con las libertades individuales, con el Estado de Derecho y someterá a la población al desabastecimiento y al "racionamiento" estilo cubano.
A todo esto se le sumó en fecha reciente que, de aprobarse la Enmienda del 15Feb, ésta serviría de igual modo para que Chávez se entronizara eternamente en la presidencia y asumiera un sinfín de poderes autocráticos ¡y mucha gente lo creyó! En otras palabras, el oposicionismo hizo uso como es costumbre en la conducta fascista, y con suficiente eficacia, del expediente del miedo.
De modo, que cuando no hay solidez de pensamiento, palabra y acción, y no se entienda al socialismo como una propuesta de vida más que como ideología, o no haya en conciencia una firme determinación por el ideal de servicio que se profesa, no habrá en consecuencia armonía o tranquilidad de pensamiento, y solo habrá en los individuos manipulación, temor y duda o el sentirse asediado y manejado mediáticamente desde la subliminal mentira.
José Agapito Ramírez
joseagapo@cantv.net