Seamos como Gastón

“Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: ésos son los imprescindibles”.

Sin duda, Gastón Luís Parra Luzardo, fue uno de esos hombres imprescindibles para el desarrollo integral de un país. Su reciente y lamentable fallecimiento ha significado una sensible e irreparable pérdida, que ha enlutado al país entero, en especial al mundo académico vinculado con las ciencias económicas y sociales.

Ciertamente, fue Parra un catedrático y un ser humano de excepción, consecuente hasta el final del camino con sus ideas genuinamente socialistas. El alcance de su vasta obra se pierde de vista. De hecho, sin consultar su abundante bibliografía es sencillamente imposible comprender el alcance real de las múltiples batallas libradas, para lograr una verdadera nacionalización del petróleo, que –a su vez- permitiera colocar al servicio del desarrollo nacional la renta proveniente de nuestro recurso fundamental.

Primero desde las aulas universitarias y luego desde diversos cargos públicos, Gastón Parra asumió como propia la causa de la plena soberanía petrolera y dedicó todas sus capacidades y su brillante intelecto a la defensa de una concepción que, hoy por hoy, resulta fundamental para poder acometer los grandes cambios que reclama la República.

En tiempos en que ser revolucionario significaba el destierro académico y también político, Parra denunció los limitados alcances de la nacionalización petrolera y luchó a brazo partido por un proceso más justo y beneficioso para la Patria. Más tarde se opuso valientemente al descaro de la privatización enmascarada de Pdvsa, bajo la pantomima de la apertura petrolera. En esos tiempos junto a otros hombres, también brillantes, como Alí Rodríguez Araque, mantuvo su lucha en favor del interés nacional.

En 1999, cuando llega al poder el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Rafael Chávez Frías, a Gastón Parra le correspondió desempeñarse como Constituyente y gracias a su trabajo tesonero, la soberanía nacional sobre el recurso petrolero quedó garantizada con los artículos 302 y 303 de la Carta Magna. En ambos apartes del Texto Fundamental queda taxativamente conjurado el fantasma de la privatización.

En el año 2002 le tocó vérselas cara a cara con el fascismo tecnocrático y criminal de la vieja Pdvsa, cuando fue designado por el Ejecutivo como presidente de la corporación estatal. Allí debió resistir con estoicismo las embestidas irracionales de la ultraderecha más reaccionaria. Sin embargo, no se amilanó y mucho menos se acobardó. También en ese escenario supo dar nuevamente la batalla con coraje y valentía.

Finalmente, al frente del Banco Central de Venezuela (BCV), logró encauzar su gestión hacia el resguardo de las Reservas Internacionales y un mejor aprovechamiento de esta riqueza. Puso su empeño en la reforma a la Ley del BCV a fin de introducir conceptos más audaces para la captura y aprovechamiento de la renta petrolera. Gracias a su trabajo ha sido posible conformar un fondo de inestimable valor como el Fonden. Adicionalmente fue el timonel de la reconversión monetaria. Todo el que le conoció sabe que a pesar de su alta estatura intelectual y moral, nunca perdió la humildad, la ética, la incorruptibilidad y la sencillez que siempre han caracterizado a los grandes de la historia. Por ello, como bien ha dicho el Comandante Chávez: “Seamos como Gastón y tendremos Patria”.


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Daniel Córdova


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