Tal parece que el proceso evolutivo impone con frecuencia un salto atrás, como sucede con las enfermedades recurrentes cuyos síntomas se esfuman largo tiempo, para volver a fregar la paciencia cuando nos disponemos a gozar una metra.
El 2008 fue pródigo en fenómenos retrógrados. El periplo se inició bajo la amenaza del recalentamiento global, lo que a simple vista parecería favorable en un mundo donde el frío causa estragos, al punto que en Siberia viven en instalaciones bajo el hielo y en Finlandia los hombres pasan afuera el verano pues las féminas se mantienen gélidas todo el año.
Los casquetes polares se derriten y, mientras los osos saltan entre témpanos, el nivel del mar se eleva, amenazando con invadir espacios habitados.
No obstante, los Estados Unidos y sus panas industrializados siguen contaminando la atmósfera, echando más humo que prostitutas encarceladas.
Pero las noticias ingratas no se limitan al clima. El petróleo iba en vías de costar más que el whisky, lo que acarreaba un menor consumo y por ende menos contaminación, mas de repente se abarató como si lo hubieran sustituido con algo más eficiente y menos costoso. Con razón lo llaman “excremento del demonio”, pues en ese negocio hasta la méritocracia petrolera se embarra de mierda.
En Wall Street la bolsa de valores se desplomó en medio de una secuela de quiebras monumentales, bancarrotas y desfalcos que afectan bancos, aseguradoras y conglomerados transnacionales.
Lo que no me alegra, pero me refresca el ánimo, es que las calificadoras de riesgos, esas firmas aparentemente pulcras e infalibles, cayeron en la estampida financiera, sin anticipar el riesgo que les aguardaba. Aún así, hay gente que respeta sus evaluaciones como si recitaran el evangelio.
Entre los sucesos gratos se encuentran la Olimpíada de Beijín que culminó con un espectáculo fastuoso y derrochador, que tuvo cierto tufo a socialismo salvaje. Allá se destacaron las rotundas peas de George W.Bush, quien luego reapareció en Irak, esquivando zapatazos.
Finalmente el 2008 se va y el 2009, ¡uh, ah!, sí traerá felicidad.