Ya terminó la campaña electoral, ya terminó la tristeza de rostros que se quedaron sin máscara, ya terminará la psicosis de disociación casi epidémica, adornada con la diabólica obra de algunos medios (radioemisoras, periódicos y canales de televisión) endemoniados, empeñados desde hace más de una década, en impedir a toda costa, al precio que fuere, el ejemplar quehacer revolucionario latinoamericano, que se iniciara aquí en nuestra amada Venezuela.
Con la complicidad de entes domésticos, que haciendo gala de sus odios, frustraciones, reniegos, envidia, y astronómicas limitaciones de diversa naturaleza, continúan aliados de otros entes foráneos harto conocidos y duchos en estos menesteres, porque lo han practicado hasta en los más recónditos parajes de nuestro planeta, en donde han dejado desolación, miseria, ruina, inimaginables daños a la misma naturaleza; practicado genocidio, sicariatos, narcotráfico y la más brutal explotación y saqueo de los recursos naturales. Y lo que es más sagrado, obstruído el camino de la superación y el desarrollo de generaciones enteras.
Juzgar por nuestra propia condición, es uno de los más despreciables criterios en todos los campos de de la vida.
Nuestro pueblo, por ejemplo, y tantos otros de nuestra América, ya no son los ingenuos de ayer, los pasivos de antaño, los estoicos de siempre. No están ya dispuestos a continuar aceptando con pasividad, que se les explote, se les margine, se les robe lo que les pertenece; que se les pretenda mantener en la ignorancia, en la marginalidad, subestimados y siempre menospreciados.
No en vano, muchos hombres y mujeres de estos mismos pueblos, han despertado, han abierto los ojos y han comprendido que llegó la hora de reclamar lo que les pertenece, de disfrutar de lo suyo, de defenderlo al precio que sea. O lo que equivale a construir la Patria de nuestros hijos y por ende de las futuras generaciones.
En lo que ha nosotros respecta, tenemos un Pueblo que ha demostrado su fibra, su voluntad, su disposición a la lucha sin cuartel, por rehacer nuestra amada Patria, deslastrarla de lo todo que ha sido motivo de todos sus males, y convertirla en la más hermosa, exitosa, progresista y adorable de todas. Tenemos líderes plenos de buenos propósitos, valientes, incansables, conscientes de las luchas que se ha de cumplir por alcanzar eso que deseamos. La Patria nos llama. La Patria lo requiere. La Patria nos necesita.
Afortunadamente, uno de esos líderes, que ya no nos pertenece en exclusiva, porque se trata de un Líder Mundial, que ya desearan otros hermanos pueblos agregar a los propios o nacionales, y que ha demostrado hasta la saciedad: valor, desprendimiento, arrojo, capacidad, talento y un amor tan grande por este pueblo, como la grandeza de éste, es precisamente nuestro Presidente Constitucional, nuestro Comandante Hugo Rafael Chávez Frías. Sí, sin la menor duda. Y así como él, gracias a Dios otros muchos, con cualidades extraordinarias y que tienen esos mismos propósitos.
La Enmienda Constitucional, simplemente nos “homologa” a otras muchas constituciones de otros países (Europa, América y otros continentes), que desde hace mucho tiempo, establecen en ella, la tan “mal entendida” por algunos entes, como lo es la postulación sucesiva, para los cargos públicos de elección popular. Da una profunda decepción, ver como algunas organizaciones que nos debieran merecer el mayor de los respetos: académicas, religiosas, gremiales. sindicales, industriales, etc. etc., pretenden tergiversarlo todo, y hablan de barbarismos como: reelección indefinida, presidencia vitalicia, dictadura, monarquía, etc.
Es inútil Señores, no lograrán su cometido. La suerte está echada. ¡La Enmienda va!
¡Viva nuestra Patria! ¡Viva la Revolución! ¡Viva nuestro Pueblo! ¡Viva Nuestro Presidente Chávez!
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