La cohorte
de vampiros y profetas del desastre no se halla. El Comandante Chávez,
en una sustanciosa alocución, hizo públicas un conjunto de medidas
para afrontar los posibles coletazos de la crisis global del capitalismo
en Venezuela, pero lo anunciado por el Presidente no se le parece ni
siquiera remotamente al panorama tan sombrío y desesperanzador que
se encargaron de alertar los “sesudos analistas”, a toda hora y
por todos los periódicos, televisoras y radios de la oligarquía, que
vaya que son bastantes.
En primer lugar,
es de destacar que en medio de una “crisis perfecta” de las principales
economías del mundo, el gobierno bolivariano no sólo ha ratificado
su firme compromiso con los sectores más pobres y desfavorecidos, sino
que además con seriedad y responsabilidad asume el reto de realizar
los cambios necesarios sin apartarse de la senda de la justicia social.
No se incrementó
la gasolina en 400%, tampoco se aplicó el Impuesto al Débito Bancario,
no se liberaron las tarifas de los servicios básicos, no se creó el
impuesto al amor, ni a las comunicaciones privadas, no se crearon tributos
especiales para los vehículos, ni los espectáculos públicos, no se
congeló el salario mínimo, no se crearon los temidos corralitos financieros
y mucho menos se devaluó irresponsablemente la moneda nacional, para
favorecer los intereses de la oligarquía apátrida.
Para nada las
medidas que se propone ejecutar el gobierno se parecen al paquetazo
neoliberal aplicado por el nefasto CAP II o a las políticas espasmódicas
diseñadas por Caldera II y sus flamantes ministros Petkoff y Matos
Azócar; quien así no lo crea, con darse una paseadita por la Biblioteca
Nacional y realizar una consulta hemerográfica podrá hacerse una idea,
más o menos, completa del horror, la incertidumbre y la irresponsabilidad
de aquellos días de oprobio.
En forma inteligente,
y con el suficiente margen de maniobra para ello, el gobierno ha realizado
una reestimación de la cesta petrolera venezolana, para ubicarla de
$60 por barril a $40, con ello el presupuesto es reconducido de Bs. F. 167,47 millardos
calculados inicialmente a Bs. F. 156,38 millardos.
El
plan anticrisis incluye además la firme disposición del gobierno de
optimizar el rendimiento de los recursos, realizando una poda importante
a los gastos suntuarios y metiéndole la lupa a los salarios obscenos
de algunos altos funcionarios del Estado. Igualmente, se anunció un
incremento del endeudamiento interno a 34 millardos de bolívares fuertes,
cifra perfectamente manejable en función del Producto Interno Bruto
de nuestro país. Aunque el IVA sube a 12% sigue siendo uno de los más
bajos del mundo y el incremento del salario mínimo -que según los
mavitosos- no existiría será escalonado de 20%.
Pero
lo más importante, el gobierno venezolano ha reiterado que los ajustes
no tocarán el gasto social en forma de misiones y demás programas
educativos y asistenciales, y tampoco se frenará el avance de proyecto
estratégicos para el desarrollo nacional, como las grandes obras de
infraestructura. En los próximos 4 años esta previsto desembolsar
100 mil millones de dólares para apuntalar diversos desarrollos.
En
medio de una coyuntura tan compleja como esta, Venezuela es uno de los
pocos países que se puede dar el lujo de ver disminuir su tasa de desempleo,
al tiempo que ha mantenido una considerable tasa de crecimiento de su
PIB, durante 21 trimestres consecutivos.