Respeto a la Organización Mundial de la Salud y por eso tomo en serio las advertencias sobre la peligrosidad de la influenza porcina, rebautizada como virus del subtipo A-H1N1.
A pesar de la insignificante cantidad de víctimas reportadas, creo que todos los países deben declararse en alerta, e incluso en situación de emergencia.
Ello no me impide establecer comparaciones entre la proporción de muertos y enfermos con el escándalo mundial que se ha generado sobre esa enfermedad. Un país como México, duramente golpeado por la crisis financiera internacional provocada por su vecino norteño, con centenares de miles de emigrantes obligados a regresar al terruño y la consiguiente merma en el envío de remesas del extranjero, adicionalmente dejará de percibir miles de millones de dólares por concepto de su principal ingreso: el turismo.
Esa concatenación de factores adversos equivale a una debacle mayúscula para nuestros cuates mexicanos.
Mientras el mundo se hace eco de los boletines de la OMS, equiparables a profecías de Casandra, otro tipo de endemia nos está matando sin hacer dramas ni provocar reacciones de terror en el país.
El consumo de drogas en todos los niveles de nuestra población, con catastróficas consecuencias entre los más pobres, está aniquilando a nuestros jóvenes; a eso debemos añadir que sirve de acicate para la comisión de variados delitos que incluyen prostitución, hurtos, atracos, secuestros y sicariato.
Como si fueran pocos los problemas anotados, existe uno más grave y peligroso: el narcotráfico ha penetrado las esferas policiales, los organismos de inteligencia y las instituciones judiciales en Venezuela, creando una red de complicidades que lo hace inmune al poder del gobierno revolucionario.
Por si fuera poco, el asunto es subestimado o ignorado, al extremo de que debemos suponer la complacencia de los encargados de liquidar el funesto tráfico, a menos que los consideremos idiotas.
Cualquier resumen semanal en Venezuela sobre muertos y heridos a balazos en atracos y ajustes de cuentas ocasionados por el narcotráfico iguala las bajas actuales de la influenza porcina, o A-H1N1, a nivel mundial.
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