“La mentira es la ofensa más directa contra la verdad;
mentir es obrar contra la verdad para inducir
al error al que tiene derecho a conocerla. Lesionando la
relación del hombre con la verdad y con el prójimo, la
mentira ofende el vínculo fundamental del hombre y
su palabra con el Señor”.
Santa Sede (1992). Catecismo de la Iglesia Católica



“La verdad os hará libres”
Jesús de Nazaret
(Jn 8,32)

"La mentira, creyentes acríticos"
Pepe Rodríguez


Con estos pensamientos, o mejor, escritos o testimonios, comienza su
formidable libro Las Mentiras fundamentales de la Iglesia Católica, el periodista, ahora consagrado escritor español, Pepe Rodríguez, autor de numerosos otros libros de calidad, entre ellos también, La vida Sexual del Clero, problema puesto de manifiesto, repetidas veces, en el mundo de hoi.

No voi a comentar este primer libro citado, lo que ameritaría otro mayor, sino recomendarlo a mis lectores; lo leí o lo estudié, comprado personalmente en Madrid, tan pronto apareció la primera edición, en 1998; pero lo he convertido en otro libro de cabecera junto al Quijote, la poesía de Machado o de Neruda, i la doctrina del Libertador Simón Bolívar. Por ello las referencias que encontrarán en estos artículos, dedicados a rechazar la actitud o posición irracional, anti patriótica i, paradójicamente, anti cristiana, de los sacerdotes i obispos que encabezan o dominan, la triste Conferencia Episcopal Venezolana; en franca oposición a la opinión i actitud verdaderamente cristiana de otros sacerdotes no contaminados de poder, ni por el dinero foráneo; al igual que opuesta al pueblo venezolano, por primera vez atendido por el gobierno nacional, pueblo que, según los mismos jerarcas politizados i opositores feroces, dicen que “cada uno es iglesia”, aunque al ser asesinadas “muchas iglesias” en la masacre del año 1989, no hubo ningún escándalo ni ninguna crisis como la que actualmente exponen a gritos. Las nuevas mentiras siguen naciendo.

En cuanto al propósito de estos artículos, parto de dos premisas o conceptuaciones, respecto a una iglesia que pretende ser una cuarta parte de la población del mundo o unos mil millones de cristianos, pretensión verdaderamente falsa. En realidad, si estimamos que la población mundial es casi de 6.000 millones de seres humanos, los cristianos en teoría (que no en la realidad) no llegan a 450 millones (hasta hace poco la estimaban en 350.000), de tal manera que los chinos son, dos o tres veces, más numerosos que los cristianos, pero para la iglesia romana, todo es ecuménico o universal. Sin embargo, esto es una disquisición o una nota al margen. Las dos premisas son: primero, la iglesia es una asociación capitalista, neoliberal i siempre ultra conservadora, no compatible con la libertad, igualdad i soberanía de los pueblos, pese a todo el maquillaje que le ponen a su doctrina en lo social. La iglesia romana, desde el primitivo inicio, se separó de la ortodoxa i la judea, cuando por la influencia de su madre, el emperador romano Constantino, la hizo religión oficial i le dio inmensas riquezas, de manera que, como explica Eric Forma en su obra El Dogma de Cristo, la religión de los pobres, de los desposeídos, de los apóstoles i, naturalmente, de Cristo, pasó a ser la religión de los poderosos. Siempre echo de menos que, el libro prometido por un antiguo administrador del Vaticano no se publicara (por imposición del Estado Vaticano) en el cual demostraría las inmensas riquezas que atesora, al punto de considerársele, el más pequeño, pero el país número uno del capitalismo en el mundo.

La segunda premisa es que la iglesia está dividida por siempre, jerárquicamente. Existen élites poderosas económicamente, que durante siglos combatieron entre ellas mismas; hubo exilios como el de Avignon, guerras, asesinatos i todo cuanto pasa en la vida seglar, sólo que encerrado en profundos misterios i esta es una historia tan larga que algunos libros que la narran se lleva varios tomos. Por otro lado, una plebe sacerdotal esparcida por el mundo i que pudo lograr más adeptos, porque como enunciaba Cristóbal Colón con su firma -al respecto tengo un cuento que fue premiado- él se trajo a Cristo hasta la América dormida i los misioneros se encargaron de esparcir las mentiras de la iglesia entre los aborígenes. Esa plebe vive bajo una tiranía de “pensamiento impuesto” i se le ha tratado de dominar en sus instintos con el celibato eclesiástico que, sus resultados son más que dudosos, escandalosos.

En realidad, los primeros, los poderosos, los superiores, continúan la tradición o la experiencia de dos mil años “en el arte de hacer maldades impunemente” según expresa Pepe Rodríguez (M.F de la I. Pág. 19) i muchos añoran los tiempos de la Inquisición, como creo que lo hacen actualmente Porras, Castillo Lara i el afortunadamente ya desaparecido, Cardenal Velasco. Los otros, la plebe, el sacerdote común que le costará mucho ascender o lo hará apenas a los primeros escalones, son hombres sencillos consustanciados con el pueblo; son los verdaderos seguidores de Cristo i por ello, entre nosotros, mientras se oculta i se defiende a uno que violó menores, se le reclama a otro que hizo una misa en un acto gubernamental o chavista. I mientras la iglesia, la institución que más coerciona o reprime la libertad de expresión, se da el lujo de violar todo principio de convivencia i de derechos humanos (parten del supuesto de que el presidente de la república i sus hombres de gobierno no tienen derechos humanos), un connotado Monseñor Baltasar Porras –el célebre adeco con sotana- sale al exterior a despotricar i mentir (sobre todo mentir) contra el gobierno de su país, con absoluta libertad de expresión. Para eso tiene el respaldo absoluto de la Conferencia Episcopal Venezolana, pues excepto los que mienten cada día, no se ha escuchado la voz de otros que discrepen de esa posición conspiradora, golpista i desestabilizadora, contraria a la paz i felicidad del pueblo venezolano, que mantiene esta lamentable Conferencia Episcopal, para descrédito de la iglesia de Roma.
(Continuará)