Pareciese una locura ficcionada lo que ocurre en Venezuela con la penetración de capitales e individuos procedentes de Colombia con un pasado dentro de las filas del paramilitarismo y el tráfico de drogas. Sí, ha sido una invasión silenciosa que hoy vivimos en los territorios fronterizos.
Específicamente en el Zulia podemos observar que estos señores con grandes capitales se vienen asentado en la ciudad de Maracaibo, eso no es todo, el problema radica en que han penetrado el sector comercio, inmobiliario y de la construcción. Van comprando todo a su paso y transformando la ciudad en una segunda Cúcuta, además, de ser agentes financistas de la construcción y el comercio. Todo bajo la mirada complaciente y, conveniente, del Gobierno Regional y la omisión, negligencia e indolencia del Estado Nacional. Esta situación es delicada y no hemos asimilado los problemas que está generando y podría generar.
Si los revolucionarios no enfrentamos esta realidad, estos que pareciesen unos inversionistas que contribuyen desinteresadamente con el país pasarían a ser los verdugos del proceso, ya que financiarían la contrarrevolución y aportarían el capital humano necesario para producir conflictos sociales y terrorismo que socaven las bases de la revolución.
Ya lo estamos viviendo, ejemplo claro son los escuadrones de la muerte y los panfletos que han circulado en el Zulia para aterrorizar a los ciudadanos, los prestamistas que amenazan y persiguen a los deudores en las zona comercial de Maracaibo causando un clima de zozobra.
El Gobierno Nacional no puede estar a
espaldas de una problemática tan grave como esta, ya que esta significando
un foco de perturbación y apoyo a la oposición terrorista y antidemocrática
de este país. Por tanto, se debe tomar en serio esta dinámica suscitada
con la penetración narcoparamilitar hacia Venezuela porque sino corremos
el riesgo de trasladar el conflicto colombiano a nuestro país.