Los Derechos Humanos i el proceso revolucionario bolivariano (III)

“El derecho es el conjunto de las condiciones
bajo las cuales la voluntad individual de uno, puede
unirse y asociarse a la voluntad individual de otro
conforme a una ley universal de libertad”.

Inmanuel Kant
***
Si, como hemos visto en anteriores exposiciones, el fundamento de los derechos humanos es la dignidad, en cuanto toca ya a una ciencia como el Derecho en su aspecto jurídico, lleva implícita la idea de libertad. “Un derecho o lo que corresponde de derecho expresa Lalande es lo que es conforme a una regla precisa, y que, por lo tanto, es legítimo exigir” i precisamente agrega, es exigible porque las leyes o reglamentos lo prescriben, o porque resulta de contratos hechos en conformidad con estas leyes. De esta manera, los derechos que tenemos los venezolanos, acompañados de deberes, es porque están en una lei fundamental, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, inspiradora o guía de todas las otras leyes posibles; Constitución que fue elaborada a la vista de todo el pueblo venezolano, pudiendo opinar todas las instituciones o ciudadanos, para luego ser confirmada o legitimada por un referendo libre i soberano; absolutamente lo contrario de todas las anteriores, especialmente la de 1961, realizada a escondidas de todos, por las cúpulas partidistas que, mantuvieron una dictadura de partidos, hasta irrespetando en mucho a aquella Constitución, para saquear al país i llevar a la pobreza a más del 75% de los venezolanos.

Dignidad i libertad son entonces, dos parámetros fundamentales, para con buena voluntad, sabiduría i conciencia del deber, armonizar la vida civilizada hacia una sublime aspiración: la justicia i la justicia a la vez, conducirnos a por lo menos soñar con la casi utópica idea de la paz. Se dice que la perfección no existe i eso es cierto, pero que debemos tender hacia la perfectibilidad, lo cual a mi juicio como el de muchos, es igualmente otra utopía. El mundo es imperfecto por naturaleza, lo que cuesta pensar que pueda ser obra de un dios, supremo, inteligente i omnipotente; o porque nosotros mismos somos tan imperfectos que jamás viviremos en paz, llevándonos a pensar con Nietzsche: “¿Cómo? ¿El hombre es sólo un error de Dios? ¿O Dios es sólo un error del hombre? Lo derivado lógicamente de estas dudas es pensar científicamente (pensamiento reflexivo científico) i que sencillamente no podemos estar imaginando soluciones ficticias en un más allá o en una suprema justicia divina, sino que, con los pies asentados en el planeta, simple tercer cuerpo material alrededor del sol (el “punto azul pálido” que señaló Carl Sagan), pequeña estrella de un lánguido brazo de Orión en una galaxia (Vía Láctea), insignificante como tal entre millones de millones de galaxias en el cosmos infinito, tenemos que afrontar la convivencia planetaria entre seres humanos de carne i hueso que, nos volveremos polvo en tiempo relativamente breve, i buscar los modos, las leyes, los convenios, para sobrevivir i para retardar la misma finitud del planeta Tierra, al cual cada día le matamos un trozo. Esta es la cruel realidad de nuestro mundo. He aquí la importancia de la vida civilizada; he aquí la importancia del Derecho para la justicia social i discretos espacios de felicidad i de paz.

Allí radica ese “milagro” de convivencia pensante, como señala Kant en el epígrafe de este artículo: las condiciones bajo las cuales unifiquemos voluntades, por lo menos entre habitantes de una nación i al menos también, entre algunos o muchos países del globo. Mas, lo que falta es voluntad; las minorías privilegiadas del mundo, piensan que el derecho es solamente de ellos i que gran parte de los otros seres humanos distintas Humanidades carecen de todo “porque ellos lo quieren”. Jamás han analizado la historia universal. La Historia, como la misma geografía del planeta, o más todavía, la geografía humana, es algo desconocido o de mui poco interés para los políticos que comandan el imperio norteamericano. Muchos no saben a ciencia cierta si Venezuela está en América o en el África; en cuanto a los problemas, muchos opinan como el senador Nelson, con tal deshonestidad intelectual por ignorar la realidad sobre la cual opina, o como aquel que dijo, como solución para contrarrestar los problemas del agujero de la capa de ozono (que destruye el inicio de la cadena alimenticia del planeta) que para evitar el cáncer de piel o la ceguera, los habitantes del cono sur afectados, usasen sombreros amplios i lentes negros.

Existe obviamente una profunda injusticia humana, o mejor inhumana; Hernando Valencia Villa al referirse a la realidad de la injusticia planetaria: “Se dice que el derecho internacional está dedicado a la legitimación del reparto del mundo por las grandes potencias”. Es, sobre todo, el llamado “mal inglés” iniciado por Inglaterra principalmente (o todas las potencias civilizadas de Europa) patrón heredado en América solamente por los Estados Unidos de Norteamérica. Por cierto que, este autor, en un pequeño libro fácil de tener a nuestro lado, expone de manera concisa las ideas de Kant respecto a la búsqueda de la paz perpetua, fundada en el derecho i en tres ideas básicas, siendo la primera la “reducción del mundo” gracias al progreso del transporte i las comunicación (que en su tiempo prácticamente apenas era una posibilidad incipiente) aunado a una conciencia ética, difícil de entender o lograrse, por las diversidades culturales de la Humanidad o las Humanidades. En segundo término, la creación de un derecho interestatal, cosmopolítico o de la humanidad, como otros han pensado o como las ideas sobre un gobierno civil en Locke, que tuviesen carácter ecuménico; i, tercera idea, lo más difícil: creer en la posibilidad de una nueva perspectiva de la persona humana “entendida como fin y no como medio, a cuyo servicio debe ordenarse la comunidad internacional en su conjunto”. Esto no solamente es objetable, o mejor, difícil de creer por la disparidad que existe entre todos los seres humanos, principalmente entre los que creen en otra vida i tienen ideas religiosas. Esos son adversarios más feroces i dogmáticos, aunque todavía en el presente parece haber esperanzas en algunos autores, respecto a esa utopía kantiana, la cual podemos ver parodiada en una obra genial como LA ISLA DE LOS PINGÜINOS de Anatole France que se dice es la historia parodiada de Francia o de toda la humanidad. De esa obra, los Estados Unidos han interpretado bien al Pingüino poderoso que apachurra al débil en el surco de la agricultura i se posesiona de la tierra (primer terrateniente) i del delincuente disfrazado de héroe, Kraken, quien inicia el secuestro i el terror para dominar a todos i su dragón se conoce como Dragón de ALCA. A la iglesia católica le tocaría interpretar la estupidez del Santo Mael, desde el comienzo bautizando pingüinos i sumándose por conveniencia al poder, creando o inventando Santas Patronas.

Así, como podemos ver, sean ideas bien concebidas o pensadas como las del filósofo alemán, o sea un anhelo casi universal, el buscar la paz i la felicidad de todo el género humano, el poder corrompe i, por primera vez en la historia universal, el mundo o el planeta tierra tiene únicamente un imperio que le domina i oprime, razón por lo cual, hablar realmente de Derechos Humanos respetados, es otra especie de utopía.
(Continuará)


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Roberto Jimenez Maggiolo


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