"La fiebre chavista se manifestó primero en Venezuela, donde se regó entre diferentes estratos de la población, en particular los más pobres, cuyos mecanismos inmunológicos eran casi inexistentes."
Este virus apareció hace pocos años y los expertos consideran que es una mutación de cepas ya conocidas, entre ellas la influenza fidelista, cuya máxima dispersión ocurrió en la década de 1960, causó grandes estragos y contagió a millones de seres.
La fiebre chavista se manifestó primero en Venezuela, donde se regó entre diferentes estratos de la población, en particular los más pobres, cuyos mecanismos inmunológicos eran casi inexistentes. El brote fue controlado durante un tiempo por las autoridades locales, pero la inexistencia de medidas profilácticas le permitió transformarse en epidemia, contagiando a la mayoría de los electores, incluidos sectores débiles de la clase media.
Los organismos transnacionales decretaron una alarma temprana cuando el virus apareció en otras regiones. En Bolivia una mutación local conocida como el virus EVO-1 comenzó a echar lavativas, particularmente entre los indígenas.
Poco después se supo que en Argentina había casos de influenza que los expertos panamericanos denominaron CHAVEZ1-EVO1.
El CH1-E1, para abreviar, hizo estragos en Buenos Aires y se extendió al resto del país. Entre las primeras víctimas figuró Diego Armando Maradona y se asegura que Néstor Kirchner y Cristina son portadores del virus.
Ecuador cayó con la fiebre de Correa, que es la misma influenza con otro nombre.
En Perú, la cosa se puso fea, pero se evitó la pandemia mediante la fórmula de Alan García, que es un remedio peor que la enfermedad.
Actualmente, el CH1-E1 lo porta el presidente Zelaya, quien actúa como transmisor, dispersando el virus dondequiera que va. En Nicaragua no causó problemas, pues el sandinismo los afecta con síntomas parecidos.
En cambio, El Salvador no se salvó, como se vio en la última elección.
El colmo de Zelaya fue acudir a los Estados Unidos, donde cundió la alarma general.
El presidente Obama se encerró en la Casa Blanca y la secretaria de Estado fingió tener una fractura para evitar el contagio.
Aún así algunos aseguran que Obama da muestras de portar el virus o, por lo menos, una variante benigna que resulta igualmente aborrecible para los tercios que dejó Bush en el Gobierno.