La farsa de Domingo Alberto Rangel

Particularmente, nunca me ha sorprendido la dualidad de personalidad de muchos políticos venezolanos; ni sus falsas poses de hombres de izquierda, tales como los casos de Teodoro Petkoff, Manuel Caballero, Luis Miquilena, Américo Martín, Carlos Tablante, Andrés Velásquez i casi todos los integrantes del MAS, porque desde que estaba activo en la docencia en Medicina i en Filosofía en L.U.Z., observé que, al lado de un Luis Hómez Martínez –personaje íntegro e inteligente ciento por ciento- pocos podían situarse. En aquel tiempo vi, a la mayoría, como advenedizos, “esporulados” del Partido Comunista (cuyos principios realmente no compartían por falta de estudios) para tratar de buscar “puestos” en el gobierno. En AD, cuyo supuesto “padre de la democracia” es para mi juicio un verdadero dictador-dextrógiro (pues también fue comunista) i como mediocre disimulaba sus carencias con la petulancia, la arbitrariedad i el autoritarismo, respondiendo a la máxima de José Ingenieros de que “el mediocre tiene que rodearse de mediocres, porque los inteligentes lo opacarían”, tuvo en suerte la desaparición de Andrés Eloy Blanco, Rómulo Gallegos, Pinto Salinas, Adriani, Carnevali, Ruiz Pineda, etc., i al inteligente que le quedó en la secta, Luis Beltrán Prieto, lo apartó definitivamente, violentando la democracia interna de su partido, por órdenes de Washington, mientras se entregaba de corazón al Imperio del norte; por ello, mientras se quedó con otros insignes mediocres como Gonzalo Barrios i Raúl Leoni, o perros de presa incultos i matones como Carlos Andrés Pérez, los jóvenes adecos, honestos e inteligentes, se fueron retirando en sucesivas divisiones o separaciones en nuevos minipartidos. Uno de ellos fue el MIR, presidido por Domingo Alberto Rangel, a quien se le llamaba por sus denuncias i rebeldías, el “jurungamuertos”, o algunos compañeros le acusaron de haberlos dejados abandonados en las guerrillas; él quería seguir sobresaliendo en Acción Democrática; creía que se le reconocería su talento i ni lo tomaron en cuenta, pese a que algunos dicen que fue estímulo para aquella frase de Andrés Eloy, de “nada hace más ruido que un carro viejo y un diputado nuevo”.

Empero (i este es un arcaísmo que sobrevive i Domingo Alberto también usa) este columnista, economista, político i escritor de muchos libros, de los pocos que yo he admirado su posición en la vida (no ha hecho la triste bufonada de Pompeyo Márquez o de Petkoff) en los últimos años, confunde con sus análisis i escritos; no se sabe si es todavía un hombre de sólida formación marxista que ha evolucionado con las enseñanzas de la misma historia contemporánea i con el estudio, o es el hombre que anhela todavía ser un adeco de los comienzos del partido. Por eso, aunque a veces, al ver “con lectura vertical” algunos de sus largos artículos, no los leo, porque hasta se parecen en algo a las anacrónicas columnas de Luis Vera Gómez, que todavía esta viviendo a mitad del siglo XX. Sin embargo, otras veces, el título del escrito incita a leerlo, como este que publicó el domingo en PANORAMA, (único diario que leo, pues definitivamente me olvidé de El Nacional, Universal i otros “panfletos de gran formato”) titulado LOS PARAMILITARES DE LA FARSA.

Cuando leo, pienso ¿Este es el mismo hombre que escribió LA OLIGARQUÍA DEL DINERO? ¿Este es el mismo que junto a Pérez Alfonso es protagonista de la entrevista de Pedro Duno, en la obra EL DESASTRE? ¿El mismo que acusa a Rómulo Betancourt de estar en contra de la nacionalización del petróleo, pues lo había prometido al amo del norte? ¿Es el mismo combatiente por años, que no se ha doblegado a la tentación de un cargo público importante? De creer que sí, la edad lo ha afectado, aunque menos que a bufones equilibristas como Manuel Caballero, Américo Martín o Pompeyo Márquez. Todos parecen olvidar lo que hicieron i lo que escribieron. Eso pasa a todos; lo ha confesado Bertrand Russell quien dijo al final de sus años que le costaba entender el Principia Matemática (que había escrito a principios del siglo); lo ha dicho Ernesto Sábato, lo ha estudiado Laín Entralgo, etc., i es algo propio de la fisiología del cerebro humano. Alguien ha dicho que cultura es lo que nos queda, después que se ha olvidado casi todo, pero esa cultura, precisamente, es la esencia de la personalidad i a estos autores citados, se les puede haber olvidado mucho de lo que escribieron, pero nunca lo que fue la columna vertebral de su saber i su experiencia. Quizá por ello es hermosa la frase que se convierte en título de uno de los poemarios de Mario Benedetti: EL OLVIDO ESTÁ LLENO DE MEMORIA. Eso es lo que sostiene la recia personalidad de los grandes hombres, hasta el final de sus días. Mueren íntegros; su cultura i su saber, fue una pirámide; su pensamiento, un rayo de luz de rectitud infinita.

I es precisamente lo que otros no tienen. I es precisamente lo que a veces sorprende en hombres que estimamos, tienen fortaleza de pensamiento i rectitud de por vida. Quiero, todavía, seguir respetando a Domingo Alberto Rangel, pero en verdad, cuesta.

Mas, veamos lo que dice Rangel del grave problema de la presencia de paramilitares en Venezuela i realmente en la capital de la República. Comienza por decir que vivimos de escándalo en escándalo político i es cierto; esta oposición mediocre i sin talento, todos los días se aferra a algún acontecimiento para magnificarlo hasta lo irracional. Tienen muchos débiles sexuales i cacatúas en el coro. El escándalo más reciente –dice- es modelo de ordinariez i tosquedad, es el de unos militares arrebañados en una finca de los alrededores de Caracas; para él “es un cuento”. “Los supuestos asesinos del presidente –expone textualmente fueron escogidos en Colombia entre individuos que jamás habían estado en Venezuela o en su capital”. Según este criterio, los han debido traer antes de turistas para pasearlos i conocer bien a Caracas; es como si aquellos que atentaron criminalmente en las Olimpíadas de Alemania, se hacía necesario que previamente los llevaran allá para aclimatarse i conocer el terreno, o muchos otros atentados en diversas partes del mundo. Una observación trivial sin fundamento, pero va a ser necesario objetárselo a la películas de Hollywood, a las novelas de Ágata Cristhie o de Sherlock Holmes o a los asesinatos de presidentes en los Estados Unidos. Sin embargo, lo corrobora: “Nada más destinado al fracaso que un presunto asesino que no conozca el medio donde va a cometer o intentar su crimen”. Sin embargo, precisamente, lo compara a un montaje hollywoodense, los paramilitares descubiertos “por el olfato infalible de la Disip” dicho irónicamente, posiblemente los puso allí, el gobierno. En cambio, cuando la oposición lo atribuye a su policía metropolitana i a la municipal de Baruta, Domingo Alberto no analiza ese aspecto tan importante, señalado por el vice-presidente de su mismo apellido, José Vicente. Mas, no conforme con esta parcialización de su enfoque o visión del problema (no el disparate de “la problemática” tan de uso) defiende, no se sabe si a Colombia o a los Estados Unidos, cuando dice: “No se saca de un país a tal número de personas (diríamos “actores”) sin un requisito de complicidades con sus autoridades, con la ambigüedad propia del “su o sus”. De manera que su superficial i un tanto parcializado análisis, lo lleva a afirmar que “aquellos movimientos inesperados por lo claro y perentorios por lo inmediatos (sic) (¿?), derriban todo el castillo de naipes de la acusación ya pensada”.

El hombre de LA OLIGARQUÍA DEL DINERO, que pretendía hace décadas atacar i destruir con un simple libro que, ni lo leyeron o se burlaron de su esfuerzo los personajes locales hacia los que señalaba, tiene la osadía de apuntar que, refiriéndose a Chávez, “las prédicas suyas contra la oligarquía y el imperialismo suenan cada vez más huecas y grotescas. Ni la oligarquía ni el imperialismo han recibido el menor golpe efectivo”. Entonces, si haber creado una conciencia de todo un pueblo i desbordado ese sentimiento de soberanía i antiimperialismo por los menos en América del Sur i el Caribe, no le parece importante al menos como esfuerzo, sino hueco i grotesco, ¿Qué le parece fue el esfuerzo suyo, con su libro en el comienzo de la década del 70? Creo que ni un rasguño. Empero, de nuevo, ¿Ese liderazgo de Chávez (quiéranlo o no reconocer) ¿es la actividad de un sonámbulo que nada tiene que ver con la realidad? ¿Entonces por qué tanta adversión i ataque inmisericorde, de las partes privadas de sus privilegios, saqueos i corrupción que Domingo Alberto ha presenciado por más de 40 años, contra este sonámbulo? ¿Por qué ese terrorismo i esa preocupación maligna de Mister Bush? Aquí, esos porcentajes que cita, de dónde vienen i, además, no los ha visto mejorar? ¿Había visto Domingo Alberto Rangel, más atención a ese pueblo que sumieron en la miseria el bipartidismo infame i los incapaces, que soportamos por décadas? ¿Había visto en algún gobierno anterior, esa labor indiscutible de recuperar lo perdido, con las distintas, efectivas i formidables Misiones que se desarrollan actualmente? ¿Había visto a nuestros indígenas transformados en ciudadanos de verdad? ¿Había visto mejores cuidos a la educación i a la salud? ¿Había visto mayor respaldo de un pueblo para algunos de los títeres de presidentes (sin excepciones) que tuvimos, entre ellos crápulas i asesinos como Carlos Andrés i Lusinchi? ¿Dónde ha estado viviendo Rangel en estos años anteriores al 1999?

Como el olvido de Domingo Alberto no parece estar lleno de memoria, recurre a repetir cosas inciertas; ha absorbido veneno mediático, también. Chávez le parece un aprendiz de brujo, cosa que cuando él era adeco-adeco, no le pareció Rómulo, o más cerca en el tiempo, el paranoico, ladrón i asesino de CAP. El discurso agitador (es el verbo correcto) de los primeros años, dice, debía ir acompañado de “una política de quebrantamiento de la oligarquía y del imperialismo”, pero, para redactar mejor, no ocurrió ayer ni habrá de ocurrir ya.

El discurso “agitativo” fue patognomónico de Domingo Alberto. Yo lo empecé a admirar cuando, estudiaba medicina hace más de medio siglo, lo fui a escuchar en una conferencia-mitin en la Universidad, i vi su verbo fogoso, encendido, agitando brazos i recuerdo una frase: “esos políticos, están destruyendo físicamente al país; me asombré una vez al saber que, Joaquín Crespo en sus campañas, transportó tropas en embarcaciones por el río Guárico i, ahora, en este río no hai agua ni para retozar un cochino”. Era también, chabacano, pero sabía liderizar. Sin embargo su partido, lo enterró como líder.
(Continuará)


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Roberto Jimenez Maggiolo


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