Aunque a diario los medios de difusión masiva se esmeran en repetir que en Venezuela existe una Dictadura, del 28 al 30 de mayo se realizó en este país un evento que otorgó una segunda oportunidad a los grupos opositores al presidente Hugo Chávez, de reunir el número de solicitudes requeridas para activar la novedosa figura del referendo revocatorio, introducida por primera vez en la Constitución Nacional de la República Bolivariana de Venezuela aprobada mediante referendo popular en 1999, y establecida en su Artículo 72, de esta forma: “Todos los cargos y magistraturas de elección popular son revocables”.
Esta consulta, llamada Jornada de Reparos, le otorgó a las y los ciudadanos la posibilidad de:
· Ratificar su firma si ésta fue considerada dudosa de acuerdo a los reglamentos establecidos por el Consejo Nacional Electoral (CNE), o
· Excluir su firma sí: Cambió de opinión, fue coaccionado a firmar, o si su número de cédula de identidad o su firma fueron usurpados.
Una vez finalizadas estas jornadas de reparos el Consejo Nacional Electoral, tiene un lapso determinado para contabilizar el número de solicitudes válidas acumuladas en esta oportunidad. Cumplido ese proceso, el máximo ente comicial y única autoridad electoral, estará en condiciones de anunciar al país si los grupos interesados en activar la figura del referendo revocatorio lograron o no reunir el número de solicitudes para activarla.
¿Métodos democráticos?
El pueblo venezolano ejerció uno de sus derechos políticos establecidos en la Constitución Bolivariana: participar en una consulta que permite, en democracia, revocar o no el mandato al Presidente de la República. Dentro de ese pueblo, la porción que adversa al actual Primer Mandatario, anunció acciones –como de costumbre, según sus palabras- de carácter “democráticas” y “pacíficas”.
Sin embargo, apenas una hora después de haberse cerrado el proceso, cuando aún no habían terminado de llegar las actas de reparo a la sede del CNE, ya el gobernador del Estado Miranda, Enrique Mendoza (el mismo que cerró la televisora estatal el día del golpe de Estado de 2002), en rueda de prensa transmitida conjuntamente por todos los canales privados de Radio y TV, violaba la Constitución al desconocer al CNE como institución (pretendiendo usurpar su autoridad) y violaba los reglamentos establecidos por éste, que prohibían expresamente dar cifras totales o proclamarse ganador.
Tales acciones deben llamar a la reflexión -no sólo al país, sino a los observadores internacionales-, sobre el carácter de la oposición venezolana, ya que la práctica señala que los “métodos democráticos” de estos grupos opositores incluyen:
· El golpe de Estado (11 de Abril de 2002);
· El propósito de arruinar al país (mediante un paro patronal y sabotaje petrolero en diciembre de 2002 y enero de 2003);
· La generación de caos y violencia y secuestro de la población en algunas zonas (a través de la “guarimba de fines de febrero e inicios de marzo de 2004) y
· Un planificado enfrentamiento para los primeros días de mayo de 2004 entre militares en los cuarteles (para lo cual trasladaron grupos de “paramilitares colombianos” hasta nuestro país, algunos de los cuales fueron afortunadamente detectados a tiempo, antes de que cumplieran su cometido y provocaran una tragedia)
Coherente con esos “métodos democráticos” los dirigentes de los grupos opositores al Proceso Bolivariano resucitaron la consigna de “ahora o nunca”, la misma que han usado en repetidas oportunidades en el pasado cuando han querido elevar la conflictividad social y política, es decir, movilizar a sus seguidores para darle “apoyo popular” a sus métodos extraconstitucionales de retomar el poder.
Ahora dicen que la única decisión que aceptarán del CNE es la convocatoria del Referéndum Revocatorio del mandato del Presidente, especie de ultimátum que también desconoce las leyes, al CNE, y la Constitución de la República; en pocas palabras, desconoce la voluntad del pueblo.
El desconocimiento y la franca violación a la Constitución y a las leyes -prácticas que contradicen el discurso “democrático” de quienes adversan al proceso bolivariano-, así como el carácter de “ultimátum” que dan a sus posiciones sin importarles los resultados de una consulta popular, dejan de manifiesto la reducción que hacen los estrategas de los grupos opositores al centrar o focalizar el destino político de un país en la figura de una persona o una determinada situación: “salir de Chávez”.
Tal reducción no debe ser considerada como un “error de análisis” por parte de la reacción, sino como una estrategia cuyo objetivo es invisibilizar la realidad del rico proceso que vive Venezuela.
El despertar del pueblo
A través de la consigna de “ahora o nunca”, los grupos opositores al proceso de cambios buscan convencer a sus partidarios de que si “Chávez se va el problema se acaba” y que si no lo logran ahora, “no se logrará nunca”. Pero, en el fondo, el verdadero objetivo de dicho slogan es esconder el despertar del pueblo.
Un pueblo que cansado de sufrir en carne propia todos los días las carencias de sus necesidades no satisfechas, al igual que el resto de los pueblos del continente y el mundo, comprendió que la satisfacción de sus necesidades es un derecho y entendió también la necesidad de participar directamente en la solución de sus problemas.
Un pueblo que no conforme con eso, ahora sabe que su participación es necesaria no sólo en la exigencia de esos derechos sino en las decisiones que adopten las instituciones encargadas de implementar los planes y programas dirigidos a cumplir con la satisfacción de sus derechos.
Un pueblo que se armó con la Constitución Nacional, haciendo suyo un proyecto que consagra la satisfacción de sus necesidades como derechos, utilizándola ante quienes quieran oponerse a sus derechos, para exigirle a los funcionarios encargados de desempeñar determinadas obligaciones cumplir con sus obligaciones y sobre todo, defendiéndola, porque lo protege y la hizo suya le pertenece. Un pueblo que poco a poco aprende a valorar el trabajo en colectivo, descubre el servicio que le pueden prestar los Consejos Locales de Planificación en el diagnóstico y ejecución de las soluciones que propongan para resolver sus problemas y entiende que puede ejercer vigilancia en el uso de los recursos y la calidad de las obras a través de la contraloría social.
Ese pueblo que despertó encontró en Hugo Chávez Frías un interprete de las necesidades que anhelaba satisfacer Encontró a ese interprete que no pudo ser tentado por los ofrecimientos ni doblegado por las amenazas de los “amos del poder económico”, que sigue siendo leal al mandato encomendado. Ese pueblo le sigue reiterando su confianza y lo hará mientras siga siendo fiel y si algún día dejara de serlo, ese pueblo se la retiraría.
Los hechos confirman que este pueblo se agiganta cada día en el hombre o la mujer que aprende a leer, en el o la campesina que logra su sueño de cultivar unos frutos que no se los arrebatará el “patrón” o el comerciante, en las o los obreros que recuperan instalaciones industriales abandonadas por años para ponerlas a producir. Por esa razón reducir el despertar del pueblo a un “ahora o nunca” es intolerable.
A quienes por ignorancia política o por la ceguera que les produce la desmedida ambición de recuperar el gobierno para colocarlo al servicio de sus intereses y no logran ver lo que ocurre a lo largo y ancho de esta tierra, que no logran hacer una lectura adecuada de la realidad, este pueblo puede seguir propinando una derrota tras otra, porque el despertar de este pueblo va mucho más allá de Hugo Chávez.