La práctica del periodismo en Venezuela es un caso que seguramente será estudiado por años en las escuelas de comunicación de las grandes universidades del mundo. De cómo el periodista pasó a ser el protagonista de la noticia al "matizarla" con su opinión; de cómo llegó a convertirse en elemento de dominación y manipulación, y de cómo perdió la ética y el concepto de responsabilidad social es algo de lo que habrán de hablar por mucho tiempo los investigadores de las ciencias sociales y del comportamiento humano.
Obviamente no nos estamos refiriendo a todos los periodistas venezolanos, pero es innegable que se trata de la gran mayoría de ellos; aunque justo es reconocer que el resto libra una dura batalla en defensa de la verdad y la ética.
En Venezuela, a mi entender, el problema comienza cuando universidades de tercera categaría comercializan con títulos en carreras como la de Comunicación Social. Creo que todos recordamos como los "artistas" de los diferentes canales de televisión asistieron en bandadas a hacerse de un título en estas "ilustres universidades" Visitar una de esas escuelas de periodismo era lo más parecido a estar en el estudio cuatro de Venevisión. La frivolidad, el gusto por la moda y la transculturización que allí se respiraba ( o se respira) contrastaba con la actitud crítica, rebelde y convativa que carácterizó las escuelas de periodismo de las universidades públicas por muchos años.
Creo que un hecho que demuestra bastante bien esto que he afirmado, es la actitud asumida por los estudiantes y las autoriddaes de una de esa escuelas de periodismo, donde se presentó hace poco más de un año el excorresponsal de CNN en Venezuela, Otto Neustald, para afirmar que el estuvo en los ensayos de una alocución que un grupo de generales preparaba antes de que se produjera el primer muerto de aquel fatídico 11 de abril; y que los militares hablaban de seis muertos con francotiradores, cuando aún el hecho no había ocurrido.
Que un grupo de jóvenes reciba esta información y no sólo guarde un cómplice silencio, sino que hasta aplauda la misma; evidencia que el periodismo en Venezuela anda por caminos de la oscuridad.
Esta situación promovida y aprovechada por los dueños de los grandes canales de televisión ha prostituido el periodismo al hacerlo parte de un medio donde la droga, el sexo y la carencia de valores son el pan nuestro de cada día. Hoy se hacen "castings" para seleccionar los periodistas que en la televisión trabajan e incluso se usan artistas o escritores de telenovelas con voces engoladas para ejercer actividades propias del periodismo.
El periodismo ha sido convertido en una mercancía y carece de importancia cuan poco preparado se esté y que nivel cultural se tenga para desempeñarlo. Lo verdaderamente importante es que estén dispuestos a hacer lo que el amo ordena y a representar actores capaces de poner cara de asombro, de dolor o de indignación cuando la noticia lo requiera.
El periodismo en Venezuela es hoy un gran teatro. Pocos deben haber olvidado, por ejemplo, aquellas escenas que proyectaron nuestros canales de televisión en las cuales se veía a periodistas con mascaras y chalecos antibalas intentando crear la matríz de opinión que ellos ejercían su trabajo a riesgo de sus vidas en medio de una guerra civil. De risa morirían los periodistas que trabajan en Iraq o Afganistán de llegar a ver esas imágenes.
En la televisión venezolana el periodismo se ejerce hoy con un guión preparado con antelación. Napoleón Bravo es quizás uno de los mejores exponentes de este "periodismo de estudio". Recientemente fue desalojado por los vecinos del 23 de Enero, cuando intentaba hacer su programa desde esa localidad, y en la huida dejó el guión del programa que pretendía hacer. Da lástima ver el libreto no sólo contenía las preguntas que él tenía que hacer y las respuestas que los "entrevistados" tenían que dar; sino indicaba cuando estos últimos deberían llorar para hacer más dramática la entrevista.
Si uno ve a una periodista como Martha Colomina trabajar por más de cinco años en un programa de opinión y no encontrar durante las más de 1500 ediciones del mismo un sólo hecho positivo que resaltar del gobierno, tiene que llegar a la conclusión de que la ética y la verdad dejaron de ser los valores que guían los periodistas venezolanos.
Ahora, lo más triste de esto es que periodistas, locutores y animadores del interior del país, a pesar de tener un poco más de libertad de acción caen en la mima práctica que los ya mencionados. Es tal el grado de disociación que los embarga que no pueden entender que hacen ese tipo de periodismo, gracias a la existencia de una verdadera democracia que privilegia la libertad de expresión. Ellos, por el contrario, se creen el cuento que son paladines de la justicia que, armados de gran valor y a riesgo de sus vidas, se enfrentan a un tirano para defender sus ideales.
Pero la oscuridad siempre ha de ser vencida por la luz. Al mismo tiempo que sucede lo anteriormente descrito hay en el país un renacer del periodismo alternativo. Este como ha sucedido a lo largo de toda la historia ha brotado del vientre del mismo pueblo y enarbola hoy su bandera de lucha en defensa de la profesión, de la libertad, de la verdad y de la ética.
Alexis Arellano