Cuando llegué a la Asamblea Nacional Constituyente, ajeno al trajín complejo i solapado o misterioso de los políticos de oficio, conseguí diversos personajes que he ido describiendo en unos artículos de mi página WEB (por los momentos suspendida por problemas con un técnico-servidor, irresponsable) titulados “Los conocí en la Constituyente”. De unos, aprecié su valía e integridad; de otros su aparente importancia social que luego desvirtuaron, o me convencí de que eran falsos; de otros, vacíos, incultos i absurdos desde un comienzo. Sin embargo, se necesitaba tiempo para irlos conociendo i catalogando a todos i de algunos absolutamente nuevos para mí, esperaba valorarlos por sus actuaciones i discursos. Empero, de quien me dijeron era el constituyente más joven, tenía noticias por haber leído su libro CUANTO VALE UN JUEZ i hasta me parecía una especie de héroe en el periodismo, cuando tuvo que soportar, creo que más de un año de prisión durante el gobierno de Rafael Caldera, por esa valiente denuncia de la total descomposición del Poder Judicial. Su libro, no mui bien escrito i organizado, tenía al menos la importancia de atreverse a denunciar la corrupción ética i comercial de ese poder, llamado a ser garantía del estado de derecho de una nación civilizada. Aunque soi médico i filósofo, no me inscribí para comisiones que trataran los problemas de la salud, considerando que había muchos médicos que podrían aportar en ese campo; en cambio, por mi experiencia i padecimientos personales en el campo de la justicia, así como en ese tiempo el atropello que se hacía contra una distinguida i honorable abogada amiga, me inscribí en las comisiones de Administración de Justicia i en la del Poder Moral (había tratado ese tema en la Academia de la Historia del Zulia i en conferencias i foros) i pude conservarme en las dos comisiones, pues muchos renunciaron a una (nos tocaban dos) por el excesivo trabajo continuo, hasta los fines de semana. Me sorprendí, sí, de no encontrar en esta primera comisión que trataba sobre el Poder Judicial, al constituyente William Ojeda (que debía tener otras preocupaciones), después de haber padecido prisión por su denuncia en un libro. Aquel gobierno le había encarcelado arbitrariamente i le había mancillado su honor profesional i coartado su libertad de expresión. Le observé como comprometido con el proceso que nos había llevado a una Constituyente i en ocasiones, conjuntamente con Carlos Tablante otro de los que me defraudaron denunciamos a una abogada nombrada provisionalmente al frente del Consejo de la Judicatura, pues en Caracas decía una cosa (lo declaró en nuestra comisión presidida por Elio Gómez Grillo, respecto a lo corrupto e ineficiente que era el Poder Judicial) i en Maracaibo otra (que el gobierno atropellaba a unos honrados, inocentes i “buenecitos” jueces) como se lo escuché en un foro en el Colegio de Abogados del Zulia.
En verdad, no recuerdo mucho de las intervenciones de William Ojeda, pero en general siempre estaba del lado de proceso revolucionario, aunque quizá su meta era sacar de allí, una designación para un cargo gubernamental, como lo estaba haciendo Peña, Escarrá, Puchi, Olavarría, Miquelena, i muchos otros. Para algunos, esto sencillamente era otro cambio de gobierno, como sucedía en tiempos del bipartidismo i era el momento del “quítate tú, para ponerme yo”. Sobre todo a Miquelena i a Peña, los diagnostiqué desde el principio: tenían el fenotipo i el dintorno de genuinos traidores. Al primero lo he calificado i descrito en un largo artículo, como “el traidor mayor”; para mí, desde que lo conocí en el alto honor de “presidente” de la ANC, lo consideré como un mediocre político, analfabeto cultural i rico disfrazado, pues me dijeron que, financió parte de la Campaña Electoral del presidente Chávez, quien lo consideraba como un padre i una mente “primaveral”, para realmente comprar un cargo, acomodar a sus secuaces i planificar su “monumental” traición. Según hablábamos en ocasiones i cuando me regaló otra edición de su libro CUANTO VALE UN JUEZ, “armado” con barras, conociendo mi posición acorde al proceso i, sobre todo, deseando cambiar el Poder Judicial desde la Constituyente (impedido por Manuel Quijada i otros) me puso esta dedicatoria: “Para RJM, como una muestra de identificación con la Reforma Profunda del Poder Judicial. Afectuosamente, W.O.” I en ese libro, todos conocemos sus denuncias, los cobros ilegales i los fraudes; los jueces corruptos i los brutos; los jueces perversos hasta en lo sexual; los diálogos indecentes; los grandes magistrados manipuladores i falsos, o “grandes personajes” del foro, algunos en la Constituyente, citados con nombre i apellido. Igualmente el nepotismo, las tribus judiciales, los grandes negocios, las resoluciones cocinadas en los restaurantes, e infinidad de atropellos i humillaciones a la justicia i a la ética. Un verdadero desastre judicial i sus mejores protagonistas. Obviamente eso le abrió las puertas de la cárcel i se le humilló, tanto como a otros periodistas que fueron expatriados, humillados o despedidos cerrándole todas las puertas, a veces solamente por referirse a las célebres barraganas de la dictadura de partidos. Lo suficiente para que, si William Ojeda, íntimamente no se sintiera identificado del todo, con el proceso revolucionario bolivariano, (pero presumo que llegó a la ANC bajo el ala de Chávez) al menos conociese bien el fascismo de aquellos cuarenta años o más, de una Venezuela falsificada, como fue una de las series de artículos titulados así, que yo publicara en PANORAMA, en aquellos años.
Empero, un joven con las discretas credenciales que expone en las solapas de su libro, entre ellas haber trabajado en Radio Caracas i en Últimas noticias i efectuado algunos viajes, encontrarse en una Constituyente i con el vigor para cambiar radicalmente un poder tan importante como el judicial, representaba quizá la mejor oportunidad de su vida, para iniciar una carrera pública recta i honesta. Mas, su ambición lo hizo desear ser Alcalde de una parroquia de Caracas i al perder en los comicios, toda la furiosa ambición que ocultaba, lo transformó en un energúmeno opositor al gobierno, acusando al triunfador, José Vicente Rangel h., de fraude i convertirse en un detractor del proceso, donde exhibe su incultura inmaterial i política. La cultura inmaterial es la del intelecto i eso, no es solamente inteligencia, sino estudios, razonamiento, juicios bien estructurados, i en esto recuerdo cómo es la explicación del conocimiento kantiano. Este periodista, apenas recibe “lo dado” en la sensibilidad, pero no sabe razonar en absoluto. El esquema kantiano de S.E.R. (sensibilidad, entendimiento i razón) tiene más goteras en él que, un techo viejo de cañas i tejas, como se construían antes. Por eso, me ha motivado a escribir este artículo, sus impresionantes razones i conclusiones, cuando “de paso” por un canal escuálido, le escuché decir que el Alcalde-delincuente Capriles Randonsky, es un preso político, pero ordenado por Fidel Castro a través de la Embajada de Cuba, la misma que fue asediada i atropellada por “la sociedad civil” con el apoyo decidido del Alcalde de Baruta. Se necesita ser medio cretino i mui poco preparado culturalmente en el inicio del siglo XXI, para que un joven periodista pueda tener en su cerebro, en la parte de las emociones, unos trombos o núcleos de “macarthismo agudo”; realmente es deplorable i que, un país que lucha frente al imperio más grande del planeta i de la historia, por su gallarda soberanía, vaya a recibir esas órdenes de otro país, así sea de la Cuba, que es ejemplo de dignidad en América, como lo ha dicho hasta Amnistía Internacional que, en realidad, está un tanto contaminada de imperialismo. Para mí, uno de los test más fáciles para saber que estoi frente a un autómata o un clon del imperio, es cuando hablan de Comunismo; a todo el que me ha dado la oportunidad de interrogarlo: Dime, ¿Qué es el comunismo? O ¿Qué es el marxismo?, ninguno ha sabido darme una respuesta ni aproximada. Es un “sello” que le han puesto en la mente; tan “sello” como el de la religión. Se es incondicional, de lo que no se sabe qué cosa es. El Sr. William Ojeda –dejo de llamarle joven porque es ya un adulto obnubilado sabe mejor que muchos, de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en la cual participó para su realización, i sabe que allí está el programa de gobierno del Presidente Chávez, i que me diga donde hai allí comunismo, i si lo hai, se le coló la bola entre las piernas, pues él ha debido denunciarlo i oponerse antes de su aprobación. ¿I quien no pensaría que su ambición de ser Alcalde (o cualquier otro cargo público) no sea en última instancia, afán de poder i de riquezas? ¿Quién no pensará que, aprovechando su irracionalidad política, le hayan pagado algunos dólares para su micropartido i sus ambiciones, a fin de utilizarlo una “oposición” a la que le llueven dólares gratuitamente? Realmente, repito, es deplorable ver a una persona que desde tan temprana edad, entra en el terreno político por la puerta del fondo i actúa como uno de tantos dinosaurios que se mueven en terrenos fangosos i pútridos. Su libro i su posición del principio, parecen apenas el comienzo de la actuación teatral de un Tartufo. Venezuela está necesitada de un Molière, que aproveche cuanto payaso traidor está a su disposición, para protagonizar nuevas obras teatrales.
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