Otros eran los caminos de las reflexiones que pensaba compartir con mis queridos compatriotas, no obstante, la dinámica de los acontecimientos indica que la reacción fascista está preparando un nuevo asalto. No se exactamente por que caminos vendrán. Acaso, el desconocimiento de unos resultados que serán contundentes a favor de la revolución; actos de violencia poco antes del referendo o quizás mediante sabotajes el día mismo de la elección, no se. La experiencia enseña que, cuando las gallinas cantan como gallos es porque se saben bien protegidas. En la confrontación histórica entre los Florentinos y las huestes de Lucifer, hemos llevado con orgullo la carga de nuestros principios. Nadie sobre esta tierra puede acusar a un revolucionario verdadero de algo más que, ser una persona quien hipoteca su vida y se hace rehén del amor por los más pobres.
El revolucionario, para serlo, requiere albergar en el pecho una enorme suma de amor, una ética superior, una generosidad y entrega gratuita tales que, en no pocas oportunidades es vulnerable a la maquinación desalmada y amoral de los mercenarios y sátrapas al servicio del poder oligárquico e imperial. A estas alturas de nuestra revolución no creo que hemos triunfado en esta dura guerra, al punto que, aún me emociono y lagrimeo como un niño cuando veo las borracheras de alegría revolucionaria que con facilidad afecta a los más jóvenes, pero me repongo, sobre mis propios sentimientos y me recuerdo a mí mismo que todo esto podría no ser más que un espejismo. Ciertamente, en el balance final, la sangre revolucionaria generosa va ganando batallas por alcanzar espacios más humanos para el hombre, pero esas victorias ocurren sobre el martirio de hombres y mujeres buenos y sobre océanos de dolor.
¿Como no asociar nuestros pequeños-grandes logros de participación y organización popular al sacrificio de Livia, Jorge, Argimiro, Lovera, etc.,? El revolucionario tiene que saberlo. Tiene que conocer el costo de sus victorias. Tiene que vivir con la alarma puesta: La reacción tiene el poder, el verdadero y aplastante poder, el poder ejercido sobre el hombre enajenado, tiene inmensos medios y ningún escrúpulo. Para dar el zarpazo no necesita razones, solo la oportunidad. Es un depredador de baja ralea, no conoce la piedad sino el oportunismo cobarde.
El revolucionario hace bien en no desmontar las conductas y hábitos de la clandestinidad. Si se descuida será derrotado y con ello atascará con sangre el reloj de la historia. En ocasiones, tentado por el cantar de los camaradas sueño despierto, siento el impulso de ver auroras luminosas y unirme a los cantos, pero, más temprano que tarde se me dispara la alarma y no creo del todo lo que sueño, no creo que estamos al mando, -porque no es verdad- y conservo el buen juicio, veo la posibilidad de que nos den un zarpazo y me horroriza que no tengamos capacidad de respuesta.
No hay necesidad de recurrir a la historia, es suficiente con la que estamos haciendo, ¿alguien duda de la masacre, campos de concentración, torturas y dolor que tenían reservada para los revolucionarios los fascistas del 11A?, ¿alguien duda que aquellos son estos, acaso más peligrosos y mejor apoyados? En esos momentos son fieras desalmadas sedientas de sangre demandando vidas y humillaciones.
Hoy, a pocos días de la batalla de Santa Inés, la algazara descontrolada de las hienas, sabiéndolas cobardes, disparan en mí la alarma revolucionaria. Van jugando a Rosalinda y tienen cartas marcadas, dados cargados, hiel en el corazón y veneno en las arterias. Camaradas: permítanme compartir con Uds., un viejo recuerdo que conservo como talismán encantado. Tenía yo, los 17 años de todos, colores, amor, nubes de algodón de azúcar y un mural de la Sierra Maestra impreso en las retinas del alma. En la tardecita corría presuroso a la Plaza Pérez Bonalde, para oír extasiado a un viejo “rojo” español y sus cuentos de la guerra. Un día, como el viera la dificultad que yo tenía para reconocer tanta maldad en el fascismo. El fascismo de los dos tiros en las nalgas a Federico, “por maricón”. El fascismo de Millan Astray, o José Antonio Primo de Rivera, o el de Franco. Este viejo luchador, viendo mi desconcierto, me preguntó:¿Qué te pasa?, yo le respondí:
No aspiro sino a ser realista en esta lucha, pero hay algo en todo esto que me herirá el resto de mi vida sin solución ni respuesta sino lo digo. ¿Cómo hemos permitido que los mismos, -no sólo los mismos intereses, no, sino los mismos hijos de p…- sean los que hoy conspiran?, ¿Nadie recuerda las boletas con el auto de detención firmado en blanco para allanar, torturar, apresar, de las huestes de la Digepol o la Sotopol?. Vamos a ver. ¿No han sobrado argumentos para haber metido en cintura a los dueños de medios, auténtica punta de lanza de la conspiración?, ¿No los vemos, incansables, hacer propaganda de guerra y llamar por activa y por pasiva a golpe militar? ¿No hay un juez revolucionario que haga valer el estado de derecho? ¿Para que sirve CONATEL?, ¿No son públicos y notorios los delitos cometidos por el Sr. Granier de RCTV, el Sr. Cisneros de Venevisión, el Sr. Garzón de Consecomercio, el Sr. Lope Mendoza, de Conindustria, el Sr. José Luís Betancourt de Fedenagas, y todo los demás conspiradores?, ¿Es que habremos de esperar a que sean estos mismos señores los que con total impunidad masacren al pueblo bolivariano de nuevo?.
Compatriotas, seamos cándidos como palomas, -eso está en nuestra vocación- pero sagaces como serpientes para dar un escarmiento inolvidable a estos delincuentes. Vamos a movilizar las organizaciones y redes populares. Alerta hoy más que nunca.
J. Martín Guedez
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