En otras ocasiones hemos reflexionado en torno a las evidentes, contrapuestas, irreconciliables y lógicas diferencias de las concepciones económicas que sustentan al sistema capitalista y las que sirven de fundamento al sistema centrado en el bienestar social, con el ser humano como eje fundamental de la sociedad, es decir, la economía Socialista. Igualmente hemos dicho reiteradamente que una genuina revolución, en cualquier ámbito, implica transformaciones radicales y la obvia reacción de quienes se oponen al cambio.
Las recientes medidas económicas del Gobierno Bolivariano, con el ajuste cambiario a la cabeza, y las mediáticas reacciones de los intelectualoides tarifados aún más allá de los mismos empresarios y consumidores, nos dan pie para calificarlas además de revolucionarias, como de significativo avance hacia el socialismo, en tanto y cuanto se sustentan y orientan en pro de la mayor suma de felicidad posible para el pueblo, amén de encaminar la sinceración y fortalecimiento de nuestra economía. Evidentemente que las razones, procedimientos y resultados esperados no pueden ser analizados bajo los parámetros de la economía neoliberal, por cuanto la ilógica del capital obnubila la racionalidad conducente al bienestar social.
Los paquetes y agendas económicas que los neoliberales cuarto republicanos nos impusieron en el pasado y que hoy añoran, se sustentaron siempre en la adoración fetichista del dólar como moneda fuerte internacional, doblegándose a sus designios para mantener la economía de puertos por las ingentes ganancias que les generaron las importaciones, lo que indiscutiblemente limitó el desarrollo y consolidación de un sistema productivo nacional, con verdadera conciencia progresista en beneficio del país y del colectivo. De ahí su apego al principio de no intervención del Estado en la economía para dejar que el Dios Mercado fuese el regulador de la vida y muerte del pueblo.
Ciertamente que ninguna política cambiaria ni monetaria surtiría efecto real dejada al libre albedrío de las aspiraciones personales y el desenfreno de los inversionistas privados. Así las cosas, tal como las pintan los opinadores tarifados y resentidos políticos de Globovisión, analizando bajo la ilógica del capital los ajustes cambiarios conducirían a mayor inflación, entendida ésta como el aumento constante y generalizado de precios al consumidor, con la consecuente pérdida del poder de compra de los/as ciudadanos/as. Obviamente que sin medidas protectoras al pueblo, ellos tendrían razón, pues no olvidemos que para los neoliberales el Estado sólo debe auxiliar a los banqueros, aseguradores e inmobiliarios corruptos y auto quebrados, como quedó demostrado con la crisis financiera capitalista agudizada en 2009 y que origina nuestras actuales medidas económicas.
Para comprender el alboroto mediático es necesario entender que, por obra y gracia de la globalización, el capital no tiene nacionalidad ni fronteras sino oportunidades para ser reproducido y acumulado al menor costo. No obstante los humanos que, además de Patria, tenemos muchas necesidades y limitadas posibilidades, estamos supeditados a las condiciones de nuestro país o del exterior para satisfacerlas, requiriendo en consecuencia fortalecer nuestras potencialidades nacionales para reducir la dependencia foránea y ser cada vez más soberanos en nuestras decisiones internas sobre el modo de organización social y forma de vida que decidamos en mayoría.
Si nos remitimos a los numeritos entenderemos que el dólar petrolero a Bs. 4,30 será usado primeramente para la venta de nuestros productos en el exterior e incrementará nuestros ingresos nacionales en bolívares (que es nuestra moneda nacional), lo cual permitirá disponer de más recursos para realizar inversiones productivas en el país y generar los bienes y servicios que satisfarán nuestras necesidades, reduciendo la importación de los mismos que sólo deja ganancias a las empresas en el extranjero. Asimismo el dólar a 4,30 se utilizará para viajes al exterior e importación de productos no indispensables, con la evidente intención de que éstos sean reducidos a favor de los intereses nacionales. No obstante la importación de productos que constituyan necesidades vitales, así como los envíos de dinero a estudiantes y familiares en el exterior serán con dólares de 2,60 lo que implica un aumento de 0,15 Bs.F. en relación con el dólar anterior a 2,15 que representa un aumento de sólo 6,98% aproximadamente.
Entonces… ¿Cómo puede un venezolano racional y consciente decir que estimular la producción nacional, el turismo y la inversión interna sea dañino para el país? ¿Cómo es que la gente se pone frenética por comprar electrodomésticos que aún no necesita? ¿Para qué seguir con importaciones que serán cada vez más caras? ¿Cómo es que los empresarios no ven la gran oportunidad para desarrollar tecnología y productos propios, si tenemos talento humano, materia prima y energía aún abundante? ¿Por qué una señora del barrio se pone brava porque el dólar viajero subió, si ella jamás ha pensado ir al extranjero? ¿Cómo es que los economistas en diciembre 2009 cuestionaban un bolívar sobrevaluado y en enero 2010 patalean por la “maxidevaluación” del bolívar?...
Son preguntas para reflexionar sin buscarles respuestas con la ilógica del capital y el libre mercado. Sólo el gatopardismo de cambiar para que todo siga igual, justificaría un socialismo sin intervención económica del Estado para garantizar el bienestar colectivo. La transformación del país y la economía sólo es posible con medidas económicas revolucionarias...
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