Bogotá, agosto 16 de 1004
Presidente
HUGO CHAVEZ FRIAS
Palacio de Miraflores
Caracas - Venezuela
Mi muy querido y respetado Presidente,
El pueblo de Venezuela, en la jornada de ayer, me ha hecho revivir el 8 de marzo de 1947 cuando el gaitanismo barrió en su conjunto a la oligarquía colombiana, liberal y conservadora, en las elecciones para Congreso y Asambleas, obteniendo un triunfo avasallador gracias a la mística y la lucha populares.
Con esa victoria electoral el gaitanismo se impuso de manera contundente dentro de las filas del Partido Liberal y la oligarquía se vio obligada a aceptar, a regañadientes, que mi padre, Jorge Eliécer Gaitán, fuera proclamado jefe único de esa colectividad política, paso que lo llevaba, indefectiblemente, a la Presidencia de la República.
El discurso suyo, de esta madrugada del 16 de agosto de 2004, querido Presidente, me hizo recordar con lágrimas en los ojos las palabras de victoria de mi padre cuando dijo que para él, a partir de ese momento, ya no existía una corriente gaitanista y una corriente oficialista: 'solo liberales que obtuvieron, todos, una victoria conjunta con el respeto a la voluntad de las urnas y a la democracia'. Y concluyó diciendo: 'los que votaron en oposición a nuestras listas no deben sentirse derrotados... etc., etc.
Y a Ud., mi muy querido Presidente, le oigo decir algo tan similar que me dio escalofrío: 'Los venezolanos y las venezolanas que fueron también desde muy temprano a los centros de votación a votar por el Sí no deben sentirse derrotados de ninguna manera. Yo quiero que les enviemos un mensaje de respeto, de saludo y de aliento; nuestro reconocimiento a los que, con su conciencia clara y con su voluntad firme, aguantaron igual que nosotros largas colas de una jornada memorable. Ellos tienen derecho a pensar distinto.'
'No es para nada cierto que tengamos un proyecto de país que los excluya, y es un mensaje que quiero hacerle llegar a quienes militan en la oposición. Esta es una victoria que también los abarca a ellos.'
'Creo que la gran victoria de la oposición venezolana de hoy --y ojalá por lo menos alguno de sus dirigentes reconozca la gran victoria de la oposición-- es que han vencido la violencia, han vencido el golpismo, han vencido el fascismo y se ha venido con nosotros al camino democrático y constitucional.'
Para algo debe servir la historia y es aquí donde quiero decirle que hay que tenerle mucho cuidado a estos brazos abiertos que Ud. extiende con tanta generosidad como lo hizo mi padre, porque es el momento que la oligarquía aprovecha para infiltrar a los que los gaitanistas llamamos 'los plinios' y que los cristianos reconocen como 'los judas'. Voy a contarle la historia que a ese propósito vivimos los colombianos, para ejemplo de lo que con Ud. puede suceder:
Después de aquel 8 de marzo de 1947 los oligarcas liberales se auto exiliaron: Alfonso López Pumarejo se fue a vivir a Londres, Eduardo Santos a París, Alberto Lleras Camargo a Washington y así sucesivamente, mientras que en Colombia dejaron a su 'picas en Flandes' camuflados de 'unionistas' para penetrar la organización gaitanista y debilitarla.
Plinio Mendoza Neira, entre otros, se acercó a mi padre hasta hacerse nombrar en las filas directivas del partido y el 9 de abril de 1948, cuando mi papá salía de su oficina a almorzar, lo tomó del brazo pidiéndole a los demás acompañantes que les permitieran a él y a mi padre adelantarse porque tenía algo privado para decirle. Los demás amigos, al quedarse rezagados a pedido de Plinio, no presenciaron el momento mismo del atentado, sino que se precipitaron a la calle cuando escucharon los disparos. Encontraron a mi padre tendido en el suelo. Plinio había desaparecido. Luego relató - tanto a los investigadores del crimen como a la prensa - que había salido corriendo para buscar un taxi que condujera a mi papá a la clínica, después de que vio que mi padre había caído de espaldas por los tiros que le dio el asesino en el pecho. ¡MENTIA! Porque mi papá, al percatarse de que un hombre lo apuntaba con un arma, para protegerse se dio vuelta, intentando regresar al edificio de donde salía. De modo que Plinio salió corriendo ANTES DE LOS DISPAROS puesto que no fue testigo del giro que dio mi papá, lo que hizo que el asesino lo baleara por detrás(1) y no por la espalda, como testimonió Plinio.
Plinio, entonces, al sacar a mi papá del brazo, estaba cumpliendo el oficio, cual Judas, que le habían encomendado sus amos: los autores intelectuales del crimen y lo pudo hacer gracias a la cercanía de última hora que tuvo con la nueva organización del Partido Liberal.
Mamá le había advertido insistentemente a mi papá sobre la peligrosidad de esos 'nuevos' adeptos diciéndole: 'Jorge, deja a los PLINIOS y vete con los tuyos'. Pero mi papá no le puso atención a esas advertencias. Creyó que era capaz de 'convertir' a los enemigos, alentado por la avalancha humana que su nombre despertaba en las plazas y las urnas. Creyó que esa misma capacidad de fervor que despertaba en el pueblo podía convertir a los enemigos. FALSO DE TODA FALSEDAD, LA OLIGARQUIA Y SUS SECUACES NO TIENEN REMEDIO.
Hoy le digo a Ud., con el corazón latiéndome de preocupación, que debe cuidarse de los Plinios que se le van a acercar a adularlo y, como Ud. es un auténtico cristiano, que de verdad ama al prójimo como a Ud. mismo y que perdona a sus enemigos como quisiera Ud. ser perdonado, pues los va a recibir creyendo que sinceramente han hecho acto de contrición. ¡MENTIRAS! Si se acercan a Ud. es para traicionarlo.
Por favor, Presidente, que su bondad y capacidad de amar no vaya a ser el filón por donde intenten carcomer la Revolución Bolivariana los enemigos de ayer, de hoy y de siempre.
Conozco plenamente su bondad, ya que me ha transmitido una energía de sinceridad y de calidez que rara vez he conocido en otro ser humano. Cuando Ud. me ha abrazado diciéndome que tiene Ud. a mi padre en el corazón y que por ello Ud. me quiere tanto - corrigiéndose luego para no ofenderme, diciéndome que también lo hace por mis méritos propios... - he sentido, casi físicamente, la sinceridad que lo embarga. Esa sinceridad y bondad que es su gran virtud pero que también es, paradójicamente, su talón de Aquiles.
Ojalá las palabras de advertencia de mi madre, que en mi padre no tuvieron cabida, calaran hoy en Ud. y llevara siempre en mente estas palabras llenas de sabiduría:
'Deja a los Plinios y vete con los tuyos'
Con la ternura, el afecto y la admiración que siempre le he profesado, me suscribo de Ud. con un abrazo cariñoso ya que, como se lo he dicho en infinidad de ocasiones, en Ud. veo la resurrección de mi padre y la dicha de saber que la lucha continúa,
GLORIA GAITAN
(1) ¿Querrá decir por delante?