Con retortijones de barriga inocultables, el Centro Carter representado por Jimmy Carter y la OEA por esa guabá peligrosa que es César Gaviria concluyeron avalando un proceso electoral limpio y transparente como no hubo ninguno antes en esta tierra del Arauca vibrador. La estrategia utilizada por estas dos organizaciones durante la recolección de firmas no era posible ahora. En esa oportunidad, frente a la denuncia de irregularidades flagrantes, avalaron “la pulcritud del proceso” y dijeron “no haber visto nada irregular”, esto mientras otros observadores independientes denunciaban cosas como: firmas falsas, colocadas a partir de base de datos de bancos y transnacionales cómplices; fallecidos firmando, en adelanto a la parusía soñada; personas firmando hasta 35 veces, con cédulas de identidad y nombres distintos; menores de edad; extranjeros (incluido el alcalde de la ciudad colombiana de Cúcuta, limítrofe con Venezuela); empresarios exigiendo a sus obreros el comprobante, -entregado a tal efecto por la organización SÚMATE financiada por la CIA- de haber firmado contra el Presidente so pena de ser despedidos de sus empleos y toda gama posible de trampas, o cuando colocaron todo el peso de su “observación” del lado de los delincuentes dando opinión favorable a la aceptación sin demoras ni “tecnicismos” de todas las firmas. Esta actitud fue inalterablemente sesgada durante el proceso de “Reparación de Firmas”.
El cambio de actitud en ambas organizaciones no es fruto de un redescubierto equilibrio. La posición asumida en la observación del proceso electoral es consecuencia de la fatalidad. No pueden tapar el sol con un dedo. Tanto ellos, como los operadores criollos y sus jefes de guashinton sabían que el precio a pagar por una jugada escamoteadora de la victoria popular sería extremadamente alto, más aún, en momentos en que el jefe supremo en la oficina oval está perdiendo su posibilidad continuista y los precios del petróleo son una tara insostenible para su candidatura. Todos sabían que habían perdido. Se los decían todas las encuestas, incluyendo aquellas ordenadas por las grandes transnacionales y centros financieros. Se los gritaba la calle y ellos son soberbios, arrogantes y malparidos pero no sordos.
¿Cambio de objetivos? De ninguna manera. El ejemplo de revolución humanista, pacífica, democrática, latinoamericanista, igualitaria, participativa y protagónica debe ser erradicado del planeta. El objetivo final no ha cambiado ni cambiará. En la denunciada reunión en Chile del Comando Sur de la CIA no se modificó ni un ápice del objetivo irrenunciable, se cambió la estrategia. Se puso en marcha una nueva forma de matar al burro. Los pellizcos planeados para matarlo no conducían al fin propuesto. Se planificó la desestabilización de la Revolución Bolivariana a partir de las nuevas realidades. El Plan “Sombras” contiene la semilla que les permite mantener el clima de ingobernabilidad que de otro modo sería absurdo después de una victoria democrática como la alcanzada por el bolivarianismo: Dejar al proceso con “plomo en el ala”, arrojar “sombras” –un eufemismo para decir excremento, finuras del imperialismo que algunas tiene- sobre la legitimidad del gobierno.
En los “avales” a la limpieza del proceso electoral ambas organizaciones se cuidaron de dejar abierta la rendija para la nueva conspiración. Gaviria afirmó: “No puedo asegurar que no hubo irregularidades”; Carter lo secundó con esta joya a la ambigüedad: “No hemos visto nada hasta hoy, si la Coordinadora Democrática posee pruebas del fraude debe presentarlas y el CNE aclararlas”, como guinda exquisita, el propio Departamento de Estado reconoce la victoria sin pruebas de fraude “hasta ahora” y pide más de lo mismo, “que el CNE aclare cualquier duda”. Una tronera abierta a cualquier aventura que incluso salva las apariencias ante la comunidad internacional de modo que, cuando creyeron en la legitimidad del proceso lo avalaron, pero todo el mundo sabe que…(Uds., saben, no hay que precisar)
Los obedientes operadores criollos encabezados por los medios de comunicación no han descansado un segundo en la siembra de estas “sombras”. No hay forma de atenuar la crispación. Ellos se encargan, a tiempo y a destiempo, por activa y por pasiva de mantener la calle caliente y proporcionar argumentos a los talibanes más radicales. Inyectan sobre dosis de disociación psicótica a sus locos. Las pantallas de los televisores, los titulares de la prensa y las ondas hertzianas están saturadas de “opositores” gritando frases tan prepotentes como disparatadas, tales como “sabemos que hubo fraude porque perdimos en lugares donde no podemos perder”; “Las máquinas tienen topes”; “Cambiaron los resultados con un satélite ruso” y pare Ud., de contar. Han puesto en marcha el “Plan Sombras”: calificar las elecciones de fraudulentas para deslegitimar la permanencia de Chávez, -al menos entre sus propios consumidores- y abrir el camino a mediano plazo a nuevos intentos de derrocarlo por la fuerza. El mismo lunes por la tarde, los llamamientos opositores a protestar en las calles terminaron en incidentes sangrientos. Tratan así de abrir un nuevo capítulo en el libreto de la “lucha democrática” contra la “dictadura castrocomunista”.
Con esta estrategia claramente definida el griterío opacará cualquier reflexión. Para cada concesión que pudiera hacerle, -o les haga- el CNE, ellos tendrán montado el coro. Para la auditoria realizada con total éxito contrapusieron el argumento de que las máquinas habían sido escogidas. Cuando se les demostró que entre las máquinas escogidas en forma aleatoria estaban máquinas denunciadas por ellos como “manipuladas” y habían resultado perfectas en la comparación de votos contra actas respondieron que: “las boletas tenían varios días en las manos del CUFAN. Cuando se les ofreció revisar el software de las máquinas respondieron que: “Ya las huellas de los cambios han desaparecido”. Más claro el agua clara. Necesitan nuevos escenarios de violencia para desprestigiar al gobierno democrático bolivariano. Tienen la gente y los recursos para hacerlo. Tienen varias policías regionales totalmente cuadradas con la conspiración. Tienen, aún, varias gobernaciones con sus recursos. Tienen el 98% de los medios de comunicación para montar “situaciones”. Tienen el loco que juega garrote. Tienen una ambición desmedida. Tienen toda la arrogancia y soberbia del mundo, tienen muchas cosas más y, me temo, que las usarán.
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