La oposición venezolana sabe perfectamente que perdieron. Lo sabían antes de
que se diera el acto comicial. No sólo las encuestas les anunciaban el
fracaso que cosecharían fruto de sus errores y los aciertos que en políticas
sociales mostraba la revolución bolivariana, la calle se los confirmaba.
Frente a esta realidad la oposición tenía dos alternativas: Aceptar, con
talante democrático, el resultado, abrir un proceso de autocrítica,
renovación de su dirigencia y formulación de programas alternativos o,
continuar corriendo la arruga del enfrentamiento radical, la
desestabilización y la conspiración.
Absolutamente desprovista de liderazgo y vacía de contenidos ideológicos y
programáticos, la oposición sólo actúa como operadora material de los planes
y proyectos de la inteligencia estadounidense.
Medios de comunicación, partidos políticos, organizaciones no
gubernamentales, sectores gremiales y sindicales, ejecutan las líneas de
acción que les transmiten los verdaderos mentores del plan oposicionista.
La realidad de una derrota contundente en el proceso de referendo era
conocida a la perfección por estos amos de la
estrategia. Hace, aproximadamente, un mes, el aparato de inteligencia de la
CIA se reunía en Chile para establecer las líneas de acción posteriores al
referendo. Allí, ante la aplastante evidencia de la derrota se desechó la
estrategia que conducía a la manipulación de los resultados. Los grandes
centros de poder económico mundiales encendieron las alarmas ante el costo
demoledor que tendría, para el equilibrio de los mercados mundiales,
especialmente el petrolero, después de la declaración de los obreros del
sector afirmando que cortarían el suministro de petróleo. La orden fue Plan
"Sombras".
Walll Street, si se revisa la prensa de los días previos al referendo, envió
una clara señal a todos los factores involucrados en
el asesinato del proyecto bolivariano. Incluso el poderoso sector petrolero
estadounidense, tan bien posicionado en la Casa Blanca, advirtió sobre el
costo de una aventura semejante. La actitud del Dr. Gaviría (OEA) y del ex
Presidente Jimmy Carter (Centro Carter), en quienes estaba puesta toda la
esperanza de éxito para el Plan Venezuela I, que pasaba por un
desconocimiento de los resultados ha sorprendido a toda la oposición
callejera. No han tenido oportunidad, ni cerebro, para digerir el cambio de
luces. Gritan a los cuatro vientos, sumidos en el desconcierto, que Carter,
Gaviría y ahora Powell y Bush están con Chávez y los han dejado solos. Los
más cercanos a la verdadera estrategia simulan estar sorprendidos. No lo
están. Saben a donde van, que quieren y como hacerlo.
El periodista de El Nacional y acérrimo opositor a Chávez, Manuel Felipe
Sierra, acaso en un descuido esbozó, el mismo día 16, la estrategia
desestabilizadora para los días siguientes. Junto a otro no menos rabioso
antichavista, Leopoldo Castillo, en su programa de propaganda terrorista
emitido cada tarde por la punta de lanza de la guerra psicológica,
Globovisión, afirmó: "Ahora hay que endurecer las acciones. Hay que ponerle
"plomo en el ala" al triunfo de Chávez. El "plomo en el ala" que derribó a
Fujimori: EL FRAUDE. Hay que lograr que el fraude lo lleve a la historia
junto al Pérez Jiménez del 57 y a Fujimori. Si lo deslegitimamos el mandado
está hecho".
El "Sombras" está claro. Un Presidente "tramposo" sobre cuyo triunfo exista
la sombra del fraude es derribable. Contra un
Presidente deslegitimado a punta de propaganda cualquier acción militar e
incluso terrorista, - incluyendo el magnicidio - se explica.
Todo el clima de agitación social posterior estaría claramente justificado.
El proceso bolivariano tiene entonces la dura tarea de
impedir que, la honestidad, rectitud y pulcritud revolucionaria sea manchada
por nadie. El revolucionario no es caimán de la misma charca que los
politiqueros corruptos tradicionales. Una revolución verdadera, - y la
bolivariana lo es - no puede, ni por un segundo, ser salpicada por el fango
hediondo de sus cochineras tradicionales.
Estos miserables vienen a cargarse aquello que nos es más caro: Los valores
profundos de humanidad, limpieza y veracidad que acompañan al revolucionario
como la piel al cuerpo. Históricamente ese es nuestro único capital. A lo
largo del tiempo ser revolucionario sólo acarrea intolerancias,
persecuciones, encarcelamientos, desempleo y muerte. Aún así, en un mundo
absolutamente hostil a sus ideales, el verdadero revolucionario sobrevive
aferrado a su verdad. La verdad de su lucha por un mundo justo. La verdad de
su amor por todos, pero especialmente por los marginados, los pobres, los
excluidos. Ese es el capital histórico del revolucionario y contra ese
supremo valor es que arremete la estrategia del imperio. Quieren dejar la
revolución sin el
yelmo de la justicia, el escudo de la verdad, la espada de la paz, las
sandalias del amor y una vez desarmada aplastarla como a cualquier mentira.
Esa es la estrategia concertada en Chile por el Comando Sur de la CIA. De
esa brutal estrategia concertada y millonariamente financiada tenemos que defender a nuestra aún niña revolución bolivariana.
Ese es el escenario que han armado para lo que han denominado la estrategia
"El Plan Sombras" post referendo. De modo que saben muy bien que no tendrán éxito, - acaso ni quieren tenerlo - en revertir los resultados. Están concertados en arrojar basura sobre el más hermoso ejemplo dado por el pueblo venezolano en defensa de su revolución. A todos, dentro y fuera de Venezuela, yo me permito alertar sobre esta nueva "pica en Flandes" que la CIA y el Imperio está clavando en las limpias playas de este proceso.
Esperan forjar la matriz de opinión que les permita arremeter con todas sus
fuerzas contra la revolución bonita. Hemos de poner todo nuestro empeño
porque esta canallada no les funcione. Nuestro proceso es revolucionariamente honesto y además, -como la mujer de César- también ha de parecerlo.