Han transcurrido dos semanas largas desde que el pueblo venezolano infligió la madre de todas las derrotas a Mr. Bush, a los medios de desinformación privados, a los políticos de estudio de televisión, a los sindicaleros corruptos de la CTV y a la Federación que agrupa al sector más retrógrado del empresariado venezolano, los revocó con una lluvia de votos. En gesto magnánimo, coherente con su filosofía humanista e integradora, el Comandante Chávez abrió un espacio para el diálogo y la reconciliación nacional, un valioso gesto, especialmente dirigido a los sectores víctimas de la brutal campaña de propaganda que, incansablemente, ha sembrado odio y rabia enfermiza entre ellos.
Fedecámaras no podía quedar al margen del gesto. ¡Faltaría más! Una agrupación que ha estado presente en todos los despropósitos y aberraciones soportadas heroicamente por el glorioso pueblo venezolano no ha sido excluida, a priori, de esta posibilidad de diálogo. Una organización que estuvo activamente en todos los procesos de desestabilización y terrorismo de los últimos cinco años, como: las primeras acciones de Fedenagas y Fedeagro, quemando, rompiendo las leyes habilitantes y convocando a la desobediencia y la resistencia al rrrRrégimen. Que planificó, en connivencia con la CTV, los medios y los sectores reaccionarios dentro de la Fuerza Armada, la primera huelga general el 10 de diciembre de 2001, reconocida como subversiva por sus directivos más conspicuos (léase conspiradores). Que planeó, junto a militares gorilas, -los mismos socios de siempre- la gerencia de PDVSA y su campaña de “Ni un paso atrás”, la jerarquía de la Iglesia Católica, las policías asesinas de Peña, Radonsky y Leopoldo López, nada más y nada menos que la huelga insurreccional de abril de 2002, la marcha genocida desde Chuao a Miraflores, el asesinato de decenas de compatriotas, con francotiradores traídos al efecto desde Colombia, El Salvador y Guatemala, y el golpe de estado, el secuestro del Presidente y espectacular coronación de un dictadorzuelo cuyo edicto real culminaba declarando nulas todas las leyes que colidieran con el “espíritu o la letra de este decreto”. El Fernando VII redivivo era nada menos que Pedro Carmona Estanca, presidente a la sazón de FEDECÁMARAS.
Una organización que planificó y secundó las “gloriosas jornadas de resistencia” a lo largo de todo el año 2002: “agosto caliente”, “septiembre negro”, “octubre rojo” y al fin el paro-sabotaje criminal del 2 de diciembre del mismo año que infligió graves daños a la principal industria del país, que dejó a la gente sin gasolina para los automóviles o gas para las cocinas, sin alimentos, sin cines, sin béisbol, sin cerveza y además, con una campaña de 24 horas al día de todos los canales de televisión, emisoras de radio y prensa escrita, sin propaganda comercial, sin programación recreativa, totalmente volcada a una guerra total, nada más y nada menos que durante 64 días, que produjo pérdidas por más de 10.000 millones de dólares gringos y la fuga de unos 6.000 millones de los mismos dólares a través de banca. El cabecilla, junto al “sindicalista” Carlos Ortega y el meritócrata Juan Fernández, fue Carlos “de qué” Fernández, presidente sustituto de Carmona en FEDECÁMARAS.
Una organización que apoyó y secundó, “batallas finales”, “referendo consultivo con el objetivo de ¡Vete Ya!”, Guarimbas, importación de paramilitares, presión contra los obreros en las jornadas del Firmazo y el Reafirmazo, asesinato de unos ochenta dirigentes campesinos con sicarios, y paremos de contar para no cansar, también ha sido convocada al diálogo.
Ahora bien, veamos los riñones de estos señores, su ciega torpeza y su arrogancia irremediable: Rafael “maicina” Alfonso, el mismo que al día siguiente del referendo llamó a la gente a protestar a la calle, llamado que causó muertos y heridos, el mismo individuo que acaba de invertir una millonaria suma de dólares para escribir en el Wall Street de Washington un edicto panfletario contra el gobierno bolivariano, este mismo “señor” afirma en el medio más reaccionario de todos (¿será esto posible?), Globovisión: “El diálogo es una trampa, no voy a dialogar con el gobierno de Chávez porque eso implica reconocerlo, la condición tiene que pasar por el desconocimiento a la legitimidad del rrrrRRrrrégimen”. ¡Habrase visto!. De modo que ellos le harían el favor de dialogar al gobierno si éste admite que lo desconocen. Un diálogo con nadie. Un monólogo pues, lo único que saben hacer.
El presidente de FEDENAGA José Luís Betancourt (sicariato y paramilitarismo), añade estas perlas por el canal televisivo de marras: “O el diálogo es abierto a todos los temas o no hay diálogo. Por ejemplo, para nosotros es un tema central el de los perseguidos políticos. Para nosotros no hay diálogo sino se arregla el problema y la persecución política de Pedro Carmona, la de Carlos Fernández, la de los valientes militares de Altamira, la prisión política de Capriles Radonsky, la los héroes de Mérida y Táchira, la reincorporación inmediata de los trabajadores de PDVSA y por supuesto la anulación inmediata de la Ley de Tierras, la Ley de Hidrocarburos, la Ley de Pesca, así como una revisión a fondo de las 49 leyes habilitantes”. ¿Qué tal?. Le faltó decir: “para nosotros no hay diálogo a menos que se vaya Chávez y se restablezca la legitimidad del glorioso decreto de Carmona.
Es difícil hallar en los anales de la estulticia política muestra más acabada de arrogancia y soberbia. Los derrotados en la lid democrática solicitando como condición de su aceptación la rendición incondicional del triunfador. Por allí vienen los tiros. El “diálogo”, del mismo modo que el iniciado después del golpe de estado en abril de 2002 será sólo una nueva excusa para profundizar el objetivo trazado por la CIA para la Revolución: El Plan “Sombras”, bien aderezado con una campaña de ataques generalizados a la intolerancia castro-comunista del régimen con rebotes en la gran prensa internacional y algún que otro pronunciamiento del democratísimo Departamento de Estado. Más de los mismo, que debe encontrar en el gobierno y la organización popular revolucionaria más y mejor de lo “mismo” que ya le dimos.
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