Borrón y cuenta nueva. Pasemos la página. Anverso y reverso: eso fue lo que el Presidente Hugo Rafael Chávez Frías le propuso a los empresarios venezolanos la noche del pasado miércoles 8 de septiembre, durante el encuentro que realizara con importantes miembros de grupos económicos nacionales. Clara invitación al diálogo que formuló el primer mandatario, luego de su ratificación como Presidente de la República Bolivariana de Venezuela.
Ese día el Presidente Chávez les habló a los empresarios con franqueza. Fue un diálogo sincero, abierto, emotivo, y sobre todo, transparente, sin medias tintas. Como testigos de excepción, los venezolanos pudimos constatar el agrado y beneplácito que esta acción del Presidente despertó entre los empresarios e industriales venezolanos. Sin distingos. Sin recriminaciones. Sin Roces. Así lo demostró la esmerada atención que cada uno de los presentes, en el repleto salón del Caracas Hilton, prestaba a las palabras del Comandante Chávez. Los gestos afirmativos en los rostros empresariales evidenciaban el apoyo a las propuestas del anfitrión. Convincentes fueron los argumentos de nuestro Primer Mandatario sobre la recuperación de la economía nacional. El presidente de la Ford Motor Company de Venezuela, durante su intervención en representación del sector, expresó confianza en el país. Para afirmarlo echó mano de cifras alentadoras en cuanto al nivel de ventas de automóviles en el primer semestre de este año, luego de la brutal caída que este sector experimentara, al igual que en otros renglones, como consecuencia de los atentados que tuvo que padecer la democracia venezolana, durante más de dos años de sabotaje y conspiración permanente. “La economía de Venezuela, anda literalmente sobre ruedas”, aseguró el presidente de la Ford. El Presidente Chávez les habló a los empresarios, como el mismo lo dijo, desde lo más profundo de su alma. Se sinceró con ellos y les señaló que él estaba consciente de que muchos de los que estaban allí, habían firmado solicitando su salida de la Presidencia. “No importa –dijo-. Para mí, agregó, eso no tiene importancia. Yo ya le di la vuelta a esa página. A partir de ahora, lo que importa es el país”.
Démosle la vuelta: anverso y reverso. La invitación es formal. Colectiva, pública. Pasemos la página del pasado. Cantemos la canción del futuro. Silbemos la tonada de la esperanza. Hagamos un balance y pasemos la hoja. Dejemos atrás ese periódico de ayer. Ese folio está obsoleto y periclitado. ¡ Ya basta !
Venga la página del trabajo. Venga la página de la construcción del futuro. Y venga la página del porvenir de nuestros hijos.
¡Eso es: pasemos la página!
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