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En una interesante entrevista que ocupó dos páginas en el semanario TEMAS, el analista académico Heinz Dieterich –alemán-mexicano identificado así− i buen conocedor de la política latinoamericana, da una resumida respuesta a los lectores que, si en verdad les preocupa la política i la realidad revolucionaria que vive Venezuela, centro de las miradas del mundo por su pacífica revolución bolivariana, irían a las bibliotecas i a los libros actuales de política, para ilustrarse i comprender la importancia de este proceso que ha cambiado radicalmente al país i, para bien de todos, el destino de la patria de Simón Bolívar, cuyos sueños más allá de la independencia empiezan a hacerse realidad, precisamente frente a la amenaza que él vislumbró cuando dijo, además de la conocida i repetida frase respecto a cual era el papel de los Estados Unidos frente a la América, expresó esta otra menos conocida: “Los españoles para nosotros, ya no son peligrosos, en tanto que los anglosajones lo son mucho, porque son omnipotentes, y por lo mismo, terribles”.
Al preguntar el entrevistador –Oscar Palacios− ¿Es el chavismo en sí mismo una doctrina? ¿Se puede hablar de chavismo como una forma de hacer política, como una tendencia de hacer política? Dieterich le responde: − No, es que si la gente que no sabe que es chavismo y si algunos dicen que es populismo, y otros dicen que es castro-comunismo, etc., lo dicen debido a su incapacidad teórica (el subrayado es mío) no a la complejidad del fenómeno”. Esta respuesta correcta, aunque objetable la redacción o la sintaxis, especialmente por ese No de comienzo que puede confundir, plantea que la gente no sabe qué es el chavismo i por eso, especialmente los poco cultos de la oposición, creen desmeritar con el nombre o designación de “chavismo” de manera peyorativa. Saben poco de filosofía del lenguaje i de la historia.
Aquí recurro, entonces, a un ensayo del Lic. Néstor Francia, titulado Antichavismo y estupidez ilustrada mui adecuado a la ignorancia, no del común de la gente, sino de los políticos sociopáticos de la oposición que, si en la práctica, en la realidad i en los procesos políticos i electorales, no atinan a nada positivo, más estúpidos ilustrados lo son en lo teórico. Las pruebas de esta ignorancia –bien aclarada en esta obra−, i la falta de estudios i el dogmatismo que los obnubila, está a la vista diariamente en todos los medios de comunicación.
El sufijo “ismo o ismos” es mui empleado, hasta en exceso en el lenguaje de las corrientes de estilo artístico i de allí ha pasado a otros campos del saber. Si vamos a un diccionario de literatura, encontramos lo siguiente: “Se recogen con esta palabra, en concepto global, todas las tendencia literarias que han tenido lugar en el siglo XX”. Sucede lo mismo en pintura, existiendo un diccionario exclusivo para los ismos pictóricos i artísticos en general, encontrando Clasicismo, Neoclasicismo, Romanticismo (primeros estilos que llevan en sufijo ismos) hasta multitud de ellos que han ameritado diccionarios, pasando luego a los estilos históricos, como Historicismo, Idealismo, Naturalismo, Realismo, etc., porque pueden aparecer estos ismos, bien sea a partir de un sustantivo (abandonismo) o un adjetivo (individualismo) que incluye la idea de “partidario de”, de seguimiento o hasta secundismo (de secundar). Es saludable conocer estas cosas gramaticales, para que ciertos términos que, unos simplemente denotan, pero otros denotan i connotan (conocer a Stuart Mill) en política se mezclan con el sufijo “logia” (de logos, tratado o conocimiento) o lógica, i saber si se habla, entonces, de ideologías; aclarado esto, dejemos el ismo i pasemos a preguntarnos si es chavismo es una doctrina o, naturalmente, si es convertible en ideología. La doctrina es previo a la ideología, pues esta es simplemente ciencia de las ideas, según el creador del término, el filósofo francés Destut De Tracy.(1754-1836) I hemos visto que la palabra o término con el sufijo ismo, implica estilo, tendencia, seguimiento, partidario de, etc.
Dieterich dice, más adelante, que el fenómeno es bastante claro i comparable a otros fenómenos como el peronismo, cardenismo i otros ismos dados en diversos países de América; termina diciendo que, es un proceso de modernización que nace de la incapacidad del antiguo régimen de adaptar ese tema de la crisis estructural que vivió el bipartidismo y la dificultad que tienen muchas persona influenciadas por el pasado, de crear un Estado moderno organizado y que el Ejército pueda contribuir a lograrlo porque el militarismo del presente no es como lo imaginan.
Sin embargo creo que, como profesor de Filosofía de la Historia, puedo aportar algo más, porque todo, incluyendo el concepto de revolución, va cambiando, i me gusta como Néstor Francia inicia su capítulo sobre Razones y Hombres, advirtiendo que “Parece mentira que muchos hombres cultos mantengan aún criterios que suponen la eternidad de las formas que asume la conducta humana”. A esto agrego lo que siempre sostuve en mis clases i conferencias de Ética: la cultura es fuente de principios éticos, i la ética aclara los senderos hacia la Verdad.
Cuando ha aparecido el término “chavismo” en forma espontánea i popular, no se le asomó como un rebuscado ismo, pese a lo cual habían antecedentes entre nosotros como “bethancourismo” o “herrerismo”, o con denotación más baja: “adequismo”, “copeyanismo” i otras ridiculeces más, en los 40 o más años de pseudo-democracia, cuando la oposición no manejaba despectivamente esas designaciones, como hoi lo hacen con el chavismo; porque ni de aquellos disparates de ayer, ni este término de hoi, saben lo que pueden connotar, aunque estoi seguro que pocos saben lo que significa connotar i desconocen la filosofía de Stuart Mill. Por esto, el término chavismo me ha llevado a estas consideraciones pretendiendo, en sucesivos artículos, establecer de algún modo su sentido i su significado, dentro del contexto de la historia i la política.
(Continuará)