Un artículo del periodista Ernesto Villegas, titulado SI HUBIERA GANADO EL SÍ, describe sucintamente o puntualiza, los hechos desastrosos que habrían ocurrido en Venezuela, con toda seguridad; i siempre he pensado en lo mismo pero desde hace mucho tiempo atrás. Después de las elecciones del 98, cuando ya desde la campaña empezaron los acontecimientos de “guerra intestina” entre los partidos tradicionales i las nuevas ambiciones, vimos hechos vulgares como humillar o patear al candidato “un hombre serio” como decía Paulina K. Gamus en referencia a Alfaro Ucero, pues no tenía otra cosa que poder decir de un mostrenco que solamente tenía cuarto grado de primaria, a quien le cerraron las puertas de sus oficinas de presidente del partido, con un candado; o a la bella Irene que de casualidad no dijeron que hizo fraude en el Miss Venezuela i en el Miss Universo o hechos de corrupción en la Alcaldía de Chacao, si no se aparta a tiempo, para imponer un candidato que se les deslizó montado a caballo, el célebre Frijolito que no era el que ensució las calles de la capital, sino su jinete. Unidos a la fuerza, pero envidiándose u odiándose entre ellos, sufrieron una aplastante derrota i se salvó la patria. ¡Que desastre hubiese sido la continuación de la IV República, dictadura de partidos, con el barril de petróleo llegando a los 6 dólares, sucediéndose otros tantos Viernes Negros o Recadis, continuando una Constitución hecha en secreto, violada a gusto, i presidiendo un reyezuelo de aldea, como lo había hecho en el Estado Carabobo el señor Salas Römer!
Luego, con el golpe de Estado del 11 de abril, vimos algo parecido a lo sucedido antes de las elecciones del 98. La guerra intestina entre militares, tiranos en potencia, civiles depredadores del erario como pirañas repotenciadas, banqueros corruptos, empresarios de escritorios buscando prebendas, energúmenos como Daniel Romero –reencarnación feno i genotípica de Goebbels− o fieras irracionales como Molina Tamayo, Guacaipuro Lameda, Carlos Ortega. Alfredo Peña, Andrés Velásquez, Manuel Cova, Ramos Allup, i muchísimos más, dándose dentelladas, golpes, puñaladas o tiros, por buscar un acomodo “donde haiga” según la doctrina adecocopeyana; mientras un payaso de Fedecámaras, Pedro I El Breve, apretando el puño levantado i con sonrisa de hiena de auto juramentaba ridículamente, i ponía su Goebbels criollo, a leer el decreto de disolución de todos los poderes i todos los organismos e instituciones de la vida democrática. De haber triunfado ese golpe, que vejó a un ministro, atropelló a un diputado i a un gobernador, a la vista de todos, de seguido habría establecido, naturalmente, el Terror. I de ser posible hubiesen creado figuradamente, una “guillotina automática”, tecnológicamente más que eficiente i elegante que, la que le cortó la cabeza a Luis XVI i a María Antonieta, porque el método hubiese sido los fusilamientos, encierros, i las desapariciones. Sin embargo habría que cambiarle la hoja, porque quedaría amellada de tantas cabezas cortadas. Posteriormente, vendría la guerra de las galaxias entre los dueños de los medios, los todopoderosos medios televisivos, para quizá triunfar el más ambicioso i rico: Cisneros. I el decreto más ostentoso diría que ya no éramos Venezuela, sino Cisnerolandia i la capital, Don Diego en vez de Caracas, además de Estado Asociado como Puerto Rico, con una estrella más en la bandera de las barras blancas i rojas i una riqueza petrolera en las manos de sus auténticos amos, siempre pensando sí, en la felicidad del pueblo. Después de una “breve” dictadura de unos 10 ó 15 años como propondría el Honorable Senador Carlos Ortega, quizá el panorama sería todo lo que dice Ernesto Villegas en su artículo i la Historia, rescrita por barbudos i longevos historiadores como Ledezma, Juan Fernández, Pablo Medina o algún brillante discípulo de la nueva juventud adeca, hablaría de los grandes patricios que lucharon por la libertad como Pompeyo Márquez, Manuel Caballero, Enrique Tejera París, Eduardo Fernández, Claudio Fermín i muchos otros, i de las hordas chavistas, i aquel loco líder que, como Espartaco, trató de destruir las maravillas i bondades del imperio i pudo mantenerse algún tiempo, como Atila o Gengis Kan, al frente de sus “sarracenos i trogloditas sociales”, a base de fraudes i más fraudes. La Historia siempre dice la verdad. Los monumentos del Libertador i sus seguidores, serían sustituidas por las de Gustavo el Pacificador (acaso en una actitud como la del Lorenzo de Médicis de Miguel Angel, o El Pensador de Rodin) o algún héroe foráneo como el inolvidable George W. Bush una especie de Santo Patrono de la Libertad en el mundo. La prensa, los “periodistas” i los analistas, se concretarían a los elogios solamente i a recibir migajas, para saber desinformar o callar. Sin embargo, este pretendido sueño de la oposición, que sería como desviar todos los huracanes del caribe hacia Venezuela, no se cumplirá pese a que ellos lo sienten como “un designio de dios o de la naturaleza”, porque no olviden que un triste, rapaz i mediocre Cardenal dijo que, el desastre del Estado Vargas fue “castigo de dios” para el gobierno de Chávez. Tal parece, entonces, que el presidente Chávez recogió la frase del Libertador cuando el terremoto de Caracas en 1812, i ha dicho, “Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella i haremos que nos obedezca” i una sólida unión cívico-militar como se dio en la Independencia, no permitirá que “el sueño de la Venezuela que quiere la nefasta oposición”, sea una pesadilla para el pueblo de Bolívar que, ya ha despertado, i consciente de su papel en la historia i en destino de la patria, les responde: NO VOLVERÁN los traidores a la patria.