Este artículo es en respuesta al artículo de Miguel Angel Hernández: "Ante cualquier gobierno: defendemos el derecho a huelga de los trabajadores".(http://www.aporrea.org/dameletra.php?docid=9889)
Me siento realmente halagado por haber escrito un pequeño artículo, titulado "Señor Vicepresidente, no se deje chantajear por terroristas sindicales", criticando merecidamente a los empleados del Metro que causaron el caos este viernes, y que, aún siendo leído por apenas 500 personas, ha levantado algo de polvo.
En cambio, la propuesta hecha por el intelectual y profesor universitario Luis Britto García --aparecida en Últimas Noticias este domingo-- donde el influyente escritor pide una enmienda constitucional nada más y nada menos que para eliminar el derecho a huelga a los empleados públicos, parece que no es tan importante. ¡Y eso que Últimas Noticias tiene una circulación dominical de 150 mil ejemplares! Pero no leo ninguna respuesta de OIR respecto a tan delicado tema, con el cual hasta yo, un "burgués de clase media" (como me califican ahora aún cuando tengo problemas hasta para comprar zapatos) está en rotundo desacuerdo a pesar de admirar al susodicho personaje.
Tampoco entiendo por qué OIR no arremetió contra Mario Silva García, otro ex miembro de Aporrea, cuando calificó este lunes de terroristas y delincuentes a aquellos empleados del Metro (que son minoría, por fortuna) que causaron el caos ocurrido ese día. ¿Será que mis artículos son más vistos que La Hojilla? Coññññ... ¡se me va a subir la autoestima!
LO QUE SÍ PUDO SER EL PARO
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Profesor Hernández, yo hablé el martes de la semana pasada con un empleado del Metro que me anunció que el viernes posiblemente habría paro total del Metro. Me explicó cuales eran sus reivindicaciones (bastante justas a mi parecer) y le animé a que siguieran adelante, aún cuando él y sus amigos tenían muy malas opiniones sobre el Sr. Coronado y el resto de los líderes de Sitrameca y tenían serias dudas sobre su liderazgo.
En efecto, para mí un paro del Metro consistía en que, a determinada hora, todos los trenes se pararan en sus estaciones, dijeran por los parlantes que por motivos de fuerza mayor no se podía seguir prestando el servicio, se desocuparan todas las estaciones y se cerraran las puertas de las mismas, por varias horas o, tal vez, por varios días. ESO, SR. HERNÁNDEZ, ES UN PARO REIVINDICATIVO JUSTO.
En vez de eso, ¿qué tuvimos?
-- Tuvimos trenes que se detuvieron repentinamente en los túneles, donde se apagaron las lunes y el aire acondicionado de los mismos y los conductores simplemente abandonaron el tren y salieron corriendo, según testimonio de testigos entrevistados por La Hojilla en Venezolana de Televisión. Recordemos que los trenes tienen reservas de energía que les permiten llegar a la estación más cercana aún en caso de un apagón, lo que hace señalar la INTENCIONALIDAD de estos empleados.
-- Tuvimos EMPLEADOS del Metro quienes cerraron las puertas de las estaciones con cientos o miles de personas en su interior, ¡por horas! Sr. Hernández, ¿le ha preguntado usted a algún funcionario del Cuerpo de los Bomberos si eso es legal? ¿Le recuerdo lo que pasó en Paraguay hace unas semanas cuando el dueño de un supermercado ordenó cerrar las puertas de éste para "evitar saqueos" cuando comenzaba un incendio? ¿Cuántos muertos hubo, Sr. Hernández? ¿O es que OIR también va a defender a ese empresario? ¿O es que OIR también va a justificar la muerte innecesaria de personas inocentes para lograr reivindicaciones laborales?
En fin Sr. Hernández, sí puedo darle el beneficio de la duda en algo: tal vez los directivos de Sitrameca que estaban hablando con María Cristina Iglesias no tuvieron nada que ver con estos incidentes. No así los empleados que sí trancaron las estaciones, que sí pararon los trenes en los túneles, y quienes claramente NO SON LA MAYORÍA de los empleados del Metro, pero contra quienes sí se podrían tomar acciones legales una vez sean identificados, pues su conducta es claramente CRIMINAL.
Hubiera agradecido que su artículo hubiera tomado ese matiz, y no el que tomó finalmente, a saber: el de promover la censura en Aporrea, el de negar los derechos de una gran parte de los trabajadores a quienes OIR también debe defender, y el de fortalecer la tesis de que el "chavismo de clase media" no entiende la lucha de los trabajadores.
LUCHA RADICAL... CONTRA NOSOTROS MISMOS
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El problema es que la larga lucha contra los sectores de la derecha radical nos ha convertido en radicales en todas nuestras propias luchas, y al llevar dichas luchas an interior del chavismo, terminamos despedazando a antiguos hermanos como a fieros enemigos. La lucha lado a lado contra la derecha terminó el 16 de agosto a las cuatro de la madrugada, cuando Carrasquero anunció la victoria del Presidente Chávez. Ahora, parece que la lucha es contra nosotros mismos.
Es por ello que ahora llamamos "traidor" a aquel que está en desacuerdo con una candidatura. Pedimos la cabeza de aquel que hable mal del postulado a gobernador, y si alguien ataca la conducta de un sindicato o de un ministerio, inmediatamente hay que tildarlo de burgués, escuálido o divisionista.
Ahora bien, en su artículo noto matices tan peligrosos como los que usted notó en mi artículo (aunque usted colocó en mi boca palabras que nunca he dicho).
¿PROPONER CENSURA EN APORREA?
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Usted afirma que "Aporrea tampoco puede caer en una actitud muy común entre las clases altas y medias altas de la sociedad, de desmeritar la lucha de un sector del pueblo y de la clase trabajadora arguyendo la defensa de la mayoría."
¿Y los usuarios del Metro no son un sector del pueblo? El Metro, en estos momentos, es el medio de transporte suburbano más barato que existe; Bs. 350, en comparación con los Bs. 500 de una camioneta por puesto. Si se echa una rápida paseada por el mismo cualquier día a las 6.30 de la mañana, verá que sus usuarios, en su mayoría, son estudiantes, oficinistas, obreros y trabajadores, terriblemente apretujados entre sí. Particularmente estos últimos (los obreros y trabajadores) también son el objetivo de la defensa de una organización como "OIR".
Francamente esperaba otra cosa de su artículo. Creía que usted, como persona mucho más cercana a los sindicatos y a los trabajadores que yo, escribiría un interesante texto explicando las profundas divisiones --que sí existen-- entre los trabajadores y sindicalistas del Metro de Caracas, y tal vez nos informaría más exactamente sobre lo que ocurrió ese día.
Tal vez una facción de sindicalistas decidió sabotear las negociaciones de Sitrameca. Tal vez los ejecutivos del Metro planearon la huelga a propósito, con algún oscuro fin. O tal vez Sitrameca sí decidió utilizar el paro como chantaje, como muchas pruebas parecen indicar, ordenando a los trabajadores a pararse, trancar las estaciones del Metro y detener los trenes en medio de los túneles, aún estando muchos de ellos en desacuerdo con esta medida.
¿Quién defiende a los trabajadores, mujeres embarazadas, niños pequeños y ancianos que el viernes se quedaron encerrados en vagones y estaciones del Metro, y luego expusieron sus vidas al caminar por los rieles buscando una estación que estuviera abierta? Y los trabajadores del Metro que no estaban de acuerdo con el lado terrorista del paro del viernes, ¿quién los defiende? Sería interesante escuchar la posición de OIR respecto a estas personas.
En vez de eso, encontramos un artículo que incluso propone que Aporrea censure los artículos de opinión y las noticias que atenten, de forma justificada o no, contra algún sindicato. Leemos que "Aporrea no puede jugar un papel de esquirol, despotricando agresivamente contra los trabajadores y sus organismos gremiales, los sindicatos". De esta manera, quedará prohibido denunciar en Aporrea que algún sindicato está vendiendo puestos de trabajo al mejor postor, o que un sindicato ordenó caerle a cabillazos a otro para lograr sus objetivos, porque ello es "despotrincar" contra los intereses de algunos trabajadores.
MÁS INVESTIGACION, MENOS EXTREMISMO
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El sábado volví a hablar con mi amigo del Metro. Estaba molestísimo con los directivos de Sitrameca. Los calificó de "delincuentes". Pero no pudimos hablar mucho. Espero verlo pronto para que me explique mejor las cosas, y cuando las entienda bien, intentaré explicarlas por aquí.
Le sugiero que usted haga lo mismo y que investigue antes de denunciar a la ligera, pues creo que Aporrea se beneficiaría muchísimo con más artículos de investigación y no sólo con opiniones muchas veces no sustentadas del todo.
Por último, le recuerdo que todo artículo aparecido en Aporrea tiene la advertencia: "La opinión emitida en este espacio es responsabilidad de sus autores, y no es necesariamente compartida por el equipo editorial de Aporrea.org". Aporrea ha tenido la virtud de publicar artículos que incluso van en contra de las opiniones de sus dueños y directores. No proponga echar a perder una de las cosas más bonitas que tiene este medio de comunicación.