Desde que me gradué de médico i me dediqué a la ginecología i obstetricia i, luego, me gradué en filosofía i me dediqué fundamentalmente a la filosofía de la ciencia i a la ética – son datos que aporto según el tema que trato, porque los venezolanos tendemos a ser improvisados − me he dedicado a estudiar el problema del aborto. Ojalá hicieran lo mismo los periodistas o comunicadores que se autocalifican de “analistas políticos” sin credenciales para ello. Completé o complementé esta visión, cuando estudié en la primera universidad católica del mundo (i me mantengo ligado a ella por Internet) como lo es Lovaina, en Bélgica. Este preámbulo que justifica el ocuparme del problema, posiblemente incomoda a ciertas personas, pero siempre justifico mis opiniones. He participado en muchos foros, conferencias, mesas redondas, reuniones de Colegio Médico o Academias sobre el tema i, en una ocasión en la URU (Universidad Rafael Urdaneta) participé en un foro con el hoi Arzobispo Roberto Lückert quien en gran parte estuvo de acuerdo con mis planteamientos, pero presumo que, públicamente ahora, debe haber cambiado. Además, era uno de los temas más extensos, en mi Cátedra de Ética Médica.
Ahora, en ocasión de despenalizarse el aborto en el proyecto del nuevo Código Penal, la Conferencia Episcopal Venezolana, con la misma irresponsabilidad que ha incursionado en la política, vuelve a la alharaca de hablar de crimen o de matar, sin conocimiento científico, social i humano, del problema; i como ya dije en un artículo que le aclaro las cosas a Eduardo Galeano; en una Asamblea de la Federación Médica Venezolana realizada en Maracaibo, cuando se estudiaba el proyecto de la Ley del Ejercicio de la Medicina de 1982 (la “Úrsula” de Gabriel García Márquez, porque fue una lei que nació vieja), rechazaron mis amplias indicaciones de aborto “terapéutico” como impropiamente se llamaba, pero me aprobaron la primera parte de mi proposición de ser UN PROBLEMA SOCIAL. En esa ocasión, la iglesia i “sus médicos católicos”, no pudiendo argumentar con criterios científicos, recurrieron, primero a una marcha por la Avenida El Milagro frente al Hotel del Lago donde se celebraba la asamblea, con pancartas i gritos de protesta, encabezada la manifestación por Monseñor Roa Pérez. El artículo 30 de esa lei quedó proyectado diciendo 1) el aborto es un problema social; 2) Se aprueba en los casos de violación i de malformaciones congénitas, solamente dos indicaciones de las más moderadas que propuso el Dr. Rízquez Iribarren, entonces Presidente de la Academia Nacional de Medicina. ¿Qué pasó luego? Cuando el proyecto llegó al Congreso Nacional, un “madrugonazo” de los diputados de AD i COPEI, eliminaron totalmente el artículo. De manera que, ante uno de los más graves problemas sociales del país (i del mundo entero) los congresantes hicieron como el avetruz: esconder la cabeza en el suelo.
Después, llama la atención que muchos médicos por prejuicios religiosos; abogados por falta de conocimientos i sacerdotes, los más ignorantes porque supuestamente ellos no entran en la vida i los problemas sexuales de la gente, i estoi seguro de que ni estudiando en libros de obstetricia, pueden figurarse la magnitud i el lado humano del problema, son los abanderados contra el aborto, como si fuese una entidad única i lo que la gente repite: es matar en el vientre, tal como en la Asamblea Nacional Constituyente sacaron un folletito malísimo, lleno dibujos inadecuados i errores (algunos intencionales), distribuyéndolo para indicar que practicar un aborto, así haya valederas indicaciones médicas, científicas i humanitarias, era sin duda alguna un crimen. Esa es una falacia, una mentira de la iglesia, tan grande como la cúpula de San Pedro concebida por Miguel Ángel Bounarroti. Según esto, la naturaleza (o Dios) es criminal, porque está demostrado científicamente que el 10% o más de todos los embarazos, terminan en abortos espontáneos e indetenibles, i en los últimos tiempos, autores tan reconocidos como Benson i colaboradores, dicen que “reglas” retrasadas i luego abundantes, llevan a la conclusión que, a veces, la frecuencia del aborto inadvertido o no percibido, puede llegar hasta el 80%
Cuando hablo de estos problemas que, tienen connotación social, porque el que es combatible es el aborto clandestino o realmente criminal, me acuerdo de una frase de Bertrand Russell que dice: “Es muy fácil ver los problemas ajenos desde lejos, mientras no nos toquen a nosotros mismo”. I es que las clases pudientes o ricas, a escondidas i con todos los recursos de la ciencia médica, se practican abortos. Antes en España se los iban a hacer en Inglaterra, en un “corto viaje de turismo”. En Venezuela lo mismo, pero quienes recurren a un empírico, a una comadrona o simplemente un audaz, llegan al hospital de muerte con un aborto infectado, porque le perforaron la matriz con un gancho de alambre, con un punzón caliente que le produjo serias quemaduras en la vagina i el cuello uterino, que le dio a tomar un brebaje raro más las manipulaciones, etc. Lo cierto es que casi siempre, aborto infectado i peritonitis, es igual a muerte. I ¿Quiénes son las víctimas? Sencillamente mujeres humildes de pueblo. Realmente, es demostrable, existen valederas indicaciones médicas, sociales i económicas para indicar un aborto que, realizado en condiciones médicas adecuadas, es totalmente inocuo. Estando en los tiempos de la Constituyente, encontré el libro de la Dra. Egda Farías Moya, titulado EL ABORTO SEPTICO que me parece magnífico porque describe bien el problema médico i el social, obra valiosa que deberían leer los dogmáticos de la Conferencia Episcopal, sobre todo el energúmeno Baltasar Porras. Por cierto que, la Iglesia, bien sabe de estos aspectos sociales del problema i cuando a ella le ha tocado, no duda en recurrir al aborto aun sin indicación médica; léase la VIDA SEXUAL DEL CLERO de Pepe Rodríguez, para que se enteren de cuanta perversión i mentira hai en esa posición aparentemente moralista. Cuando los sacerdotes embarazan a una “hija de María” a lo primero que recurren es a un aborto i, es bien conocido como hace muchos años, cuando la guerra de emancipación del Congo Belga, hoi República del Zaire, las turbas de soldados negros violaron a las monjas de dos conventos creo que en Leopolville, i casi un cincuenta por ciento salieron embarazadas. El gobierno belga se las llevó a su país i les practicaron a todas “aborto terapéutico”. Ellas había prometido dedicar su vida a Dios i no podrían levantar hijos, menos…¡si fuesen negros! Realmente es una hipocresía alarmante. El problema, que no “la problemática” es largo de exponer i discutir, pero estoi dispuesto a hacerlo donde quiera, con quien se sienta aludido. Estoi dispuesto, como lo hice en la ANC, a defender la dignidad i los Derechos Humanos de la la mujer, especialmente de las mujeres humildes de nuestro valiente pueblo. En cambio se les olvida, como se ha señalado, el infanticidio i, sobre todo ¡Las guerras! Cuando los agresores, como los Estados Unidos en Irak, salen para la guerra, lo primero que se llevan es la bendición de las iglesias, la protección divina para las bombas inteligentes que destruyen hogares, i ocasionan la muerte a mujeres, ancianos i niños; o los muertos que en este país ha ocasionado una oposición irracional al más legítimos de los gobiernos, pero cuentan con el sólido, “ético” i cristiano respaldo de la Conferencia Episcopal Venezolana. El ponente, Dr.Angulo Fontiveros, Presidente de la Sala Penal, tiene razón en sus argumentos i la Asamblea Nacional debe estudiar el problema con criterio científico, conocimientos médicos e imparcialidad jurídica. Es un problema nacional de primera magnitud.