14 - 02 - 09 Movimiento Chileno de Solidaridad con la República Bolivariana de Venezuela
Los trabajadores y el pueblo de Venezuela enfrentan un nuevo desafío democrático histórico el próximo domingo 15 de febrero. Se trata del Referéndum por la Enmienda Constitucional que someterá a consulta ante la soberanía popular esta pregunta crucial que deberá ser respondida con un SÍ o un NO:
¿Aprueba usted la enmienda de los artículos 160, 162, 164, 194 y 230 de la Constitución de la República , tramitada por la Asamblea Nacional , que amplia los derechos políticos del pueblo con el fin de permitir que cualquier ciudadano o ciudadana, en ejercicio de un cargo de elección popular, pueda ser sujeto de postulación como candidato o candidata, para el mismo cargo por el tiempo establecido constitucionalmente, dependiendo su posible elección exclusivamente del voto popular?
La actual Constitución de Venezuela fue elaborada en 1999 con un ejemplar proceso democrático sin precedentes en América Latina, cuando la voluntad popular reformó al Estado y a la República mediante una Asamblea Constituyente elegida universalmente para dotar al país de una nueva Carta Magna que también estableció los mecanismos jurídicos y políticos para posibles futuras reformas y enmiendas del texto constitucional.
El socialismo del Siglo XXI
La nueva Constitución, emanada de la Asamblea Constituyente , refundó la nación y cesó en sus cargos a todos los funcionarios del sistema público, quienes debieron legitimarse en nuevas elecciones, desde el Presidente de la República y los legisladores e incluso los concejales del más remoto municipio del país. El jefe del Estado, que había sido elegido el año anterior, debió también someterse de nuevo a la voluntad popular, que lo re-legitimó en el cargo. Desde entonces, el sistema político creado por la Constitución de 1999 ha sido legitimado en 15 elecciones sucesivas en 10 años de tránsito al Socialismo del Siglo 21.
El carácter democrático incuestionable de la Constitución venezolana resulta relevante en un continente que recupera su propia identidad mediante el voto popular, haciendo renovados esfuerzos por salir del viejo esquema de sometimiento al imperio estadounidense y a las transnacionales que extraen sus recursos naturales bajo la complacencia de las clases políticas al servicio de las oligarquías locales, tal como en los últimos años ha ocurrido sucesivamente en Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Paraguay, a su manera también en Argentina, Brasil y Cuba, y el domingo 18 de enero en las elecciones parlamentarias de El Salvador, cuyos resultados ampliamente favorables al Frente Farabundo Martí por la Liberación Nacional han sido ignorados o tergiversados por la gran prensa latinoamericana y mundial.
Las asambleas constituyentes en que el pueblo soberano se dotó de nuevas constituciones en Venezuela, Bolivia y Ecuador constituyen un ejemplo relevante de soberanía política popular para el resto de los pueblos latinoamericanos, en particular Chile, cuya ciudadanía todavía sigue sometida a la constitución espuria de 1980, dictada entre cuatro paredes por los militares que usurparon el poder en 1973 y que más bien ha sido "legitimada" por sucesivas reformas aceptadas por la clase política que en 1990 sustituyó en el poder a los militares.
La enmienda constitucional que se votará en Venezuela significa la continuidad de una política que re-distribuye la riqueza del Estado en beneficio de los sectores más desposeídos de la sociedad, a través de programas sociales y políticas de salud, alimentación, educación y vivienda. Esta experiencia, conocida también como Socialismo del Siglo 21, otorga un destino a los fondos públicos y al gasto del Estado que contrasta con las políticas de otros estados latinoamericanos, como Chile, que sólo privilegian el lucro de las grandes corporaciones transnacionales que se llevan los recursos naturales y los grandes grupos económicos locales que explotan el trabajo humano con salarios misérrimos. También es un notable contraste con el manejo tradicional, que se dio por casi un siglo a los fondos provenientes del petróleo, el principal recurso natural, que antaño sólo favoreció a una minoría y a las corporaciones extranjeras.
Así como Venezuela exporta sus políticas de salud a Latinoamérica con la solidaria Misión Milagro, que devuelve la vista a quienes no tienen acceso a la llamada "industria de la salud" privatizada o a la deficiente salud pública, también exhibe ante el mundo una ejemplar generación democrática del poder político, basándose en el viejo principio de la voluntad soberana del pueblo. En Venezuela, el poder político se ha convertido en un poder popular de irreprochable factura, ratificado 15 veces en las urnas electorales por un pueblo ansioso de preservar sus conquistas sociales, económicas y políticas. El 15 de febrero, el pueblo venezolana tendrá la oportunidad de ratificar el camino elegido por su propia voluntad en 1998, cuando eligió Presidente a Hugo Rafael Chávez Frías, en un país rico pero sumergido en la más abyecta pobreza por las cúpulas oligárquicas venezolanas, las corporaciones extranjeras y la descomposición moral de una clase política sumergida en la corrupción más desenfrenada, que además no titubeó en cometer el genocidio de Caracas de 1989, cuando el Ejército, la Guardia Nacional y los cuerpos policiales ejecutaron a sangre fría a más de un millar de trabajadores y estudiantes pobres e indefensos que cometieron el delito de protestar contra el alto costo de la vida, el 27 y 28 de febrero de ese aciago año 1989.
La propaganda de los grandes medios de todo el mundo, desde la cadena CNN a El Mercurio, intentan comparar el SI que votarán los venezolanos el 15 de febrero con el plebiscito o referéndum que perdió la dictadura militar chilena el 5 de octubre de 1998, cuando pretendió perpetuarse en el poder. Pero nadie compara este proceso con las experiencias de otros jefes de Estado que fueron sucesivamente reelectos en el mundo, como Francois Miterrand y Charles De Gaulle en Francia; el mismo José Luis Rodríguez Zapatero en España; o Margareth Thatcher en Inglaterra, ni tampoco con los cuatro períodos consecutivos que gobernó el presidente de EEUU Franklin Delano Roosevelt, quien fue elegido democráticamente en 1932, para sacar a su país de la gran depresión, al parecer menos grave que la crisis global que atraviesa hoy el capitalismo mundial, fue reelegido en 1936 y 1940 para enfrentar al fascismo y la segunda guerra mundial, y volvió a ser reelegido en 1944 para un cuarto período que no pudo concluir en 1948 porque falleció en 1945, a causa de una fatal enfermedad, sin poder presenciar el fin de la gran guerra, pero hubiera podido seguir reeligiéndose en 1948 y 1952, y quizás hoy el mundo sería bastante distinto.