27/10/11.-Víctimas de un sistema que desampara a los que considera "inservibles", en EE. UU. aumenta drasticamente el número de ancianos adictos a las drogas o el alcohol. La tendencia se debe a que muchos de ellos, desempleados por razones de edad, evaden la crisis tirándose al vicio.
Juan Bautista es un hombre muy distinto al que era hace algunos años. En aquel entonces tenía familia, trabajo e ingresos normales. Pero un día, sus problemas personales y el abuso del alcohol lo llevaron a vivir en las calles de la ciudad de Miami.
“Estoy viviendo en la calle desde hace aproximadamente dos años. He estado en otros lugares, tenía una cabañita pero me detuvieron y me llevaron preso. Me tuvieron 4 días en la cárcel. Hasta ahora sigo en la calle. No creo que se haga suficiente con las personas como yo. Somos personas que pasan necesidad, adicciones….pero no hay ayuda”, dice este ex trabajador.
En medio de la crisis económica y social que atraviesa EE. UU., el aumento del alcoholismo y la drogadicción es la tendencia predominante. La razón: la evasión de una realidad sin trabajo o con sueldos paupérrimos.
Pero el problema se focaliza no en la juventud, presionada socialmente, sino en las personas de la tercerda edad. Según un informe de la Administración de Servicios de Salud Mental y Abuso de Sustancias entre 1992 y 2008 se duplicó en Estados Unidos la cantidad de personas mayores de 50 años que reportaron problemas de adicción.
Y es en las calles donde se hace evidente cómo la debacle financiera ha modificado la vida de estas personas. La mayoría de los que ancianos vagabundos son rechazados por el sistema laboral, que prefiere contratar a trabajadores más jóvenes y menos experimentados, ya sea por cuestión de costos o por simple discriminación.
A esto se suma la falta de atención y la aceptación del problema, pues a muchos aún les cuesta trabajo creer que sus abuelos, padres o madres son adictos.
“Se trata de un fenómeno social relativamente nuevo. Muchos pacientes son adictos a las drogas, pero consideran que por ser mayores o por estar cerca de la tercera edad ya no importa realmente la imagen social que se tenga de ellos. Y lo sorprendente aquí es que comprobamos que abuelitas con dolores crónicos se han convertido en drogadictas por paliar los efectos de su enfermedad. Y en consecuencia, ante la inacción del resto de la sociedad, tenemos personas de la tercera edad que comienzan con pastillas analgésicas, pasan al alcohol y probablemente se convertirán en usuarios de las drogas más duras que existen”, explica Steven Stein, especialista en adicciones y director del Hospital de Vista Bay en Los Ángeles.
La frustración de este segmento poblacional debido al fracaso social y la crisis en el país se ha convertido en otro de los factores que los empuja a evadirse usando drogas. Según los expertos, la brecha generacional y la poca aceptación de la vejez son otros motivos para refugiarse en las adicciones.
“Sería muy sano si se pudiera crear un puente entre la gente de más edad y los jóvenes. Lo que quizás también beneficiaría a las personas que están severamente deprimidas, el número de personas aliviadas sería más grande que aquellas que hubieran podido reaccionar negativamente”, sostiene Ricardo Galvis, psiquiatra especializado en personas de la tercera edad en Washington.
La falta de instituciones que ofrezcan programas de tratamiento contras las drogas y el alcohol para gente de la tercera edad no ayuda a erradicar el problema. Y la tendencia podría agudizarse ante los recortes del gobierno a los programas de asistencia social.
Mientras esto sucede, personas como Juan probablemente continuarán en las calles a pesar de haber contribuido durante la mayor parte de sus vidas a un sistema que ahora los desampara.