Nisio Gomes, de 59 años, formaba parte del grupo étnico guaraní, Kaiowa, que habían regresado a sus ancestrales tierras a principios de este mes después de ser desalojados por los rancheros.
Fue asesinado por un grupo de pistoleros enmascarados quienes asaltaron su campamento.
El secretario de los Derechos Humanos de Brasil ha condenado este vil asesinato como parte de una campaña de violencia sistemática contra las comunidades indígenas de esta región.
La región de Mato Grosso do Sul es una de las peores en términos de violencia entre la población indígena y los rancheros. La ministra brasileña ha declarado que no se debe permitir a los asesinos que salgan impunes de estos crímenes contra la población nativa.
Nisio Gomes fue disparado en la cabeza, pecho, brazos y piernas y su cuerpo se lo llevaron del campamento, según declaran los testigos presenciales.
Su hijo fue golpeado y disparado con pelotas de goma cuando trató de intervenir. Noticias no confirmadas afirman que otros dos líderes guaranís fueron secuestrados y podrían haber sido asesinados.
La mayoría de los 60 miembros de la comunidad indígena huyeron del campamento y se refugiaron en los bosques cercanos.
Los hechos sucedieron cerca de la ciudad de Amambai próxima a la frontera con Paraguay.
Survival International, grupo que defiende los derechos de los indígenas, también ha condenado estos asesinatos, declarando que los rancheros no serán felices hasta que erradiquen a los guaranís.
Estas violentas prácticas del pasado desembocaron en la desaparición de miles de tribus.
Los guaranís representan la tribu más numerosa de Brasil con unos 46.000 miembros repartidos en siete estados. Muchos otros viven en otros países como Paraguay, Bolivia y Argentina.
Los guaranís sufren las consecuencias de la escasez de terreno cultivable en Brasil, debido al gran auge de la agricultura, que ha conducido a granjeros y rancheros a extender sus posesiones.
Los activistas a favor de los derechos de los pueblos indígenas afirman que en el Mato Grosso do Sul, frecuentemente se amenaza y usa la violencia contra las tribus para forzarlas a abandonar su ancestrales territorios, y frente a lo que las autoridades locales hacen poco para protegerlos.
Estos hechos demuestran que la colonización de América aún no ha terminado, iniciada por los despiadados conquistadores portugueses y españoles.
¡VIVAN LAS COMUNIDADES INDÍGENAS!
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