05-07-16.-El trabajo de las organizaciones dedicadas a la atención de animales en situación de abandono se ha agudizado durante los últimos meses, haciendo cada vez más cuesta arriba el cumplimiento de su labor, con el agravante que la población indefensa en las calles ha crecido de una manera desproporcional, ante la arremetida de la crisis.
Así lo denuncian desde varias organizaciones dedicadas al socorro y ayuda de los animales domésticos indefensos, especialmente gatos y perros. Desde la asociación Red de Apoyo Canino y la fundación Perrito Callejero explican que la situación con el paso de los meses se ha complicado. El elevado precio de la comida para las mascotas —que en ocasiones sobrepasa los 40 mil bolívares— y el éxodo de venezolanos hacia el exterior están agudizando la situación, colocando en una mayor situación de precariedad a esa población indefensa.
“Hemos visto perros de la calle que parecen salidos de un campo de concentración, porque no encuentran qué comer. Los animales se alimentaban de la comida de las ciudades, pero en estos momentos no se está viendo un exceso de comida sobrante y, a eso hay que sumarle, que la gente se está comiendo incluso la comida de los basureros”, afirma Marian Lameda, directora de la asociación civil Red de Apoyo Canino.
Lameda señala que la situación se ha vuelto crítica desde hace un año aproximadamente. A diario reciben mínimo 15 casos de animales caseros, domésticos, cuyos dueños no están en condiciones de seguir supliendo los gastos de manutención, sin contar aquellos casos de personas que se van del país y no pueden llevarse a sus mascotas, ya sea por los costos de la migración del animal o porque no organizó a tiempo los documentos y vacunas que se exigen para que pueda cruzar las fronteras.
“Antes las personas querían llevarse los animales con ellos, nos pedían que los orientáramos para llevárselos, qué debían hacer, cómo era el proceso. Ahora los abandonan, porque son muy costosos los trámites. La gente se está yendo cada vez con menos dinero, más desordenada, desorganizada, se van casi corriendo y quien paga las consecuencias es el animal”, se lamenta Lameda, quien tiene 10 años al frente de la asociación.
A lo largo de ese tiempo ha visto como la situación país ha cambiado y la situación de los animales ha ido empeorando, al extremo que considera que es urgente abrir un canal humanitario para ellos, aunque sabe que para muchos será una propuesta descabellada, sin sentido, pero —para ella— necesaria. “Hay crisis en cuanto a alimentación y a medicinas para animales”, explica.
“Peor que la gente están los animales. Basta con que salgas a la calle te vas asombrar de la cantidad de animales de raza, sobretodo Poodle callejeros, que ahora están en situación de calle. Hay mucha gente que compra los perros de raza por el estatus, en un principio los más buscados eran los Pastor Alemán, luego los Golden Retriver, ahora son los Poodles”, explica la directora.
Agrega: “Las mascotas son animales que no tienen cómo defenderse, no saben dónde buscar comida, tendrían que pelearse con las manadas que ya existen en la calle para conseguir algo de comer y no tendría ninguna oportunidad. El que abandone un perro en la calle es para que se muera de hambre y en el ínterin lo atropellen. Muere con un dolor horrible”, afirma indignada.
Vivencias similares ha vivido Elba Bermúdez desde Perrito y Gatico Callejero, fundación creada en el 2008, especialmente para atender a los animales sin hogar, que viven en condiciones paupérrimas. El trabajo va dirigido fundamentalmente al rescate de perros o gatos abandonados, enfermos que requieran atención veterinaria. Viven de las donaciones y la colaboración de terceras personas
A través de enlaces, convenios con clínicas y particulares se ayuda en la medida de lo posible a la mayor cantidad de animales en situación de riesgo, una vez recuperados, sanados son puestos en adopción para que encuentren un hogar donde lleven una vida digna. Pero los altos costos de las clínicas veterinarias y el descenso de personas interesadas en adoptar una mascota, o colaborar con aportes a la fundación, les ha puesto cuesta arriba su trabajo. La crisis los tiene agobiados.
Al igual que Lameda se siente dolida e indignada por cómo la gente ahora se desprende tan fácilmente de sus mascotas por los problemas económicos. “Aquí nos llegan a diario con animales para que los pongamos en adopción o ‘los pondremos a dormir’ (sacrificar). Eso es lo primero que nos dicen y no puede ser. Por eso hemos desarrollado una campaña feroz por los medios, por las redes sociales en contra de esta sinvergüenzura. Si te vas del país debes llevarte a tu mascota, él es un miembro más de la familia”, asegura Bermúdez, cuya institución tiene por finalidad sensibilizar a la sociedad ante el maltrato animal.
“¿Cómo vas a abandonar a un miembro de tu familia?, hay que tener corazón de piedra. Los animales se mueren de tristeza. ¿Qué posibilidades tiene un perrito de sobrevivir en una selva de cemento?”, para eso mándalo a dormir de una vez. Ellos no conocen la maldad, no saben cruzar la calle, son eternos niños de narices frías”, señala Bermúdez.
Las organizaciones están haciendo grandes esfuerzos para no desaparecer, para continuar con la función que emprendieron desde hace años. Las redes sociales han sido fundamentales en su permanencia, aunque han visto cómo el interés en la ayuda ha mermado a medida que avanza la crisis económica. Antes contaban con más personas voluntarias, proteccionistas, dispuestas a no solo adoptar a un animalito callejero, sino a rescatar a alguno que se encuentre en peligro de muerte; sin embargo, los elevados costos para la sanación de un ejemplar y el constante aumento del alimento han hecho que personas sensibilizadas con el tema se ocupen menos que antes.
En el caso de Perrito Callejero y la Red de Apoyo Canino no cuentan con albergues, deben pagar pensiones mientras el animalito se recupera, luego es puesto en adopción a la espera de personas interesadas. Los miembros de estas organizaciones viven atareados en busca del dinero para mantener al día los pagos en las instalaciones donde duermen los mamíferos y en las clínicas donde los atienden, sin contar otros gastos operativos.
“Hemos comprado comida hasta en Paria, porque también hay escasez de perrarina y gatarina. En ese caso pagamos el transporte desde Cumaná, sacos que nos durarán 3 ó 4 días. Siempre estamos atacando lo urgente, apagando fuegos”, afirma Lameda, quien reconoce que hay proteccionistas haciendo colas en mercados populares para comprar la comida, verduras, que se está medio pudriendo para dársela a los animales que están a su resguardo, porque no tienen cómo pagar o no consiguen el saco de alimento.
“En Maracaibo, Cumaná o Puerto Ayacucho el índice de abandono, mal nutrición y las dolencias que están padeciendo los perros son más palpables que en otros estados del país”, explica la directora de la Red. “Estamos viviendo una hora menguada. La gente adopta en mucho menos cuantía que hace dos o tres años. No tienen cómo pagar la alimentación del animal, a veces ni la propia”, señala.