Vaticano resolvió que" el limbo no existe y los niños sin bautizo sí van al cielo"

Ciudad del Vaticano, 20 Abr.- Los teólogos del Vaticano acordaron, «después de meses de reflexión», que el «limbo» no existe y que las almas de los niños muertos sin bautizar van directamente al paraíso, con lo que ponen fin a una tradición secular que ha atormentado a generaciones de madres durante cientos de años.

La idea del «limbo» fue esbozada en el siglo V, cuando San Agustín intentó responder al siguiente enigma: «Como el pecado original es eterno, si los bebés se mueren sin haber sido bautizados y, por tanto, sin haber sido redimidos de ese pecado, ¿a dónde van sus almas?. No podrán entrar en el paraíso pero, como aún no han hecho nada malo, el infierno tampoco es un lugar apropiado para ellos».

En este sentido, en un documento firmado por el papa Benedicto XVI, la Comisión Teológica Internacional del Vaticano concluyó que «hay bases teológicas y litúrgicas serias para creer que cuando mueren, los bebés no bautizados se salvan», según refirió la agencia AFP.

La idea del «limbo» refleja «una visión demasiado restrictiva de la salvación», dedujeron los teólogos.

Esta nueva «teoría» de la Iglesia Católica echa por tierra la arraigada creencia de la existencia del limbo, «lugar situado entre el infierno y el paraíso», al que estaban relegados los niños sin uso de razón que morían sin haber recibido el sacramento del bautismo.

El documento redactado por la comisión, del que fueron publicados algunos fragmentos en la página web de la agencia estadounidense Catholic News Service (CNS), está terminado desde hace varias semanas, afirmó uno de sus redactores, el arzobispo de Dijon (Francia), Roland Minnerath.

«Dios es misericordioso y quiere que todos los niños se salven», afirmaron los teólogos, aunque reconocieron que su conclusión se fundamenta más en «una esperanza piadosa» que en «una certeza probada».

En 1984, el cardenal Joseph Ratzinger, que hace dos años fue nombrado Papa, ya se había pronunciado a favor de la nueva teoría al declararse partidario, «a título personal», de abandonar la hipótesis de la existencia del limbo, que significa en latín límite o borde.

El concepto del limbo cobró forma en el siglo XIII, sin que la idea terminara de ser del todo asimilada por los feligreses y de convencer a millones de madres atormentadas que, tras perder a un hijo muy pequeño, quedaban además sin la certeza de que sus bebés habían sido «aceptados en el paraíso».

Pese al retroceso de la mortalidad infantil, el tema sigue siendo de importancia capital para la Iglesia Católica, enfrentada a la práctica del aborto y al descenso constante del número de bautizos.

La Comisión Teológica Internacional quedó a cargo de la resolución del problema, incluido en su programa de trabajo de los años 2004-2005, y tras meses de «laboriosas reflexiones», concluyó que los bebés «sí tienen cabida en el cielo», aún sin haber sido bautizados.


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