Hasta donde entiendo, cuando hablamos de colaborar en algo o con algo, nos referimos a un acto expresamente voluntario. No media en ello la más mínima expresión de presión o coerción. Es una regla que vale para todo, incluyendo la política: el trabajo voluntario es eso y punto. El único factor que pudiera privar es la conciencia de quien está ganado en el voluntarismo: conciencia para entender que su aporte extralaboral beneficia a una masa, un colectivo, un país o al mundo todo.
La perorata viene a propósito del comentario que nos hizo Francisco Aragol, vecino de Guarenas. “Chico, fui a comprar en el Mercal que pusieron en el parque y resulta que los vendedores me querían obligar a llevar cosas que no necesitaba”.
-¿Cómo es eso?- le preguntamos asombrados. Pancho es hombre serio y mentir no es su “cualidad” principal, pero igual queríamos saber más.
-Que le pedí harina, leche y café y cuando voy a pagar el tipo que me atendía me pidió que colaborara con la mesa. Cuando logré entender lo que me quería decir, era que le comprara unos productos que ni le había pedido ni necesitaba. Lo peor fue que finalmente no me dejaron llevar nada de lo que había pedido.
-¿Te condicionaba la compra?- indagué, a pesar de lo delicado del término. La respuesta, obviamente, fue afirmativa.
“A mí me pasó lo mismo” le comenté días después, porque en efecto también a mi me pidieron la fulana “colaboración con la mesa” luego de haber ordenado un kilo de leche, dos de harina precocida y uno de café. Ocurrió en la plaza Caracas, donde después de “fajarme” con el vendedor salí sólo con lo que necesitaba.
Todo lo aclaré gracias a este diario. Ciudad CCS, en la página 5 del martes 11 de mayo refleja las declaraciones que Adril Camargo, coordinador de Mercal en Distrito Capital hizo a Juan Ramón Lugo. Allí se lee: “No es obligatorio que los clientes lleven estos productos a la hora de comprar alimentos nacionales como pollo, carne, harina de maíz, arroz o azúcar”. Está clarito pues.
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